La familia de Jesús y el sexo
o la sexualidad han sido, siempre, temas tabúes de los que o no se ha querido
hablar o se los ha tratado de forma apologética y poco seria.
¿Es verdad que tuvo una mala
relación con sus padres y con sus hermanos?
¿Es normal, es creíble, que
siendo como era la cultura judía de su tiempo no hubiese formado una familia
propia?
Y, suponiendo que sí, ¿cómo
vivió su sexualidad?
¿Es irreverente pensar (como
hacen algunos) que pudiera haber tenido mayores inclinaciones hacia los varones
que hacia las mujeres?
Según narran los evangelios
estaba inclinado a tener muchas amistades femeninas, incluso con famosas
prostitutas de su tiempo, algo que era muy mal visto en aquella sociedad, y más
aún, en un profeta y predicador como Él.
Los que se acercan a su
homosexualidad se fijan, sobre todo, a la frase del evangelista Juan quien
afirma que él era “el discípulo amado” de Jesús.
Y coincide que, de entre los
12 apóstoles, sólo Juan no estaba casado.
Aunque hay que aclarar (como
ya hemos indicado en otro lugar) que no está probado que el evangelista Juan
fuera el mismo personaje del apóstol no casado.
También se afirma que pudiera
haber existido un Evangelio de Marcos, erótico, que algunas sectas leían en
clave homosexual y que, por ello, acabó censurado por la Iglesia.
Otros dicen que sólo formaba
parte del rito del bautismo el que los varones lo recibieran desnudos.
SI NO SE CASÓ ¿POR QUÉ NO LO
HIZO?
Esto sí que resulta extraño,
que no se casase (¿no se casó?) porque es evidente el amor y la simpatía que
siempre demostró por la mujer en una sociedad supermachista en la que la mujer
era poco más que un objeto.
Pero, lo curioso es que, este
argumento lo ha usado la
Iglesia en los últimos siglos para defender su tesis del
celibato obligatorio para los sacerdotes.
Algo en contradicción con
otras ramas del cristianismo, como los pastores protestantes o los sacerdotes
ortodoxos, que realizan una gran labor de evangelización, sobre todo en las
misiones, y sin tener que renunciar a tener a su lado a una mujer.
A veces, son ellas sus
mejores colaboradoras.
Al grupo de Jesús y de los 12
apóstoles le seguían siempre un grupo de mujeres (algunas de ellas,
probablemente, sus esposas) que le ayudaban en su misión.
Una costumbre que continuó en
las primeras comunidades cristianas –como escribe Pablo.
Aunque, en algunos casos,
para no escandalizar a los fieles, a las mujeres que acompañaban a los
misioneros las hacían pasar por sus propias esposas.
El celibato, en los primeros
años del cristianismo, no tenía ningún valor añadido. Se era soltero o casado,
y nada más, no que un estado fuera superior, moral y religiosamente, al otro.
Lo que sí se le pedía a los
obispos es que “fueran maridos de una sola mujer” para que sirviera de ejemplo
a los varones que se liaban con varias mujeres.
Pero NUNCA se les exigió el
celibato, no era obligatorio, y ni rastro de lo contrario hay en los
evangelios.
Sólo en la comunidad
disidente de los esenios, los monjes de Qumrán (como ya hemos indicado en otro
lugar) existía en aquel tiempo el celibato.
Y ese es, precisamente, uno de los argumentos esgrimidos para decir que Ni
Jesús ni sus apóstoles no podían haber pertenecido a Qumrán, pues ellos nunca
exigieron el celibato.
Fue cuando al nacer, en el
cristianismo, el estado monacal cuando la virginidad empieza a tener un valor
espiritual y de entrega total a la comunidad.
Pero no olvidemos que eran de
un mismo sexo, o sólo para varones (monjes) o sólo paja mujeres (monjas).
Pero en las primeras
comunidades cristianas los temas de sexo y de celibato eran algo marginal, pues
apenas se habla de ello a no ser para condenar las aberraciones, lo que hace
ver que ni Jesús ni los apóstoles le daban importancia al tema.
Sólo en ocasiones aparece en
los evangelios que los discípulos se quedaban perplejos ante ciertas actitudes
públicas de Jesús con algunas mujeres, como el diálogo con la samaritana.
He dicho muchas veces cómo es
un auténtico intento de Jesús de ligar con una mujer, que además de samaritana
era pagana, junto al pozo de Jacob, cuando era sabido que los varones no podían
entablar conversación en la calle con las mujeres, ni siquiera los maridos con
sus esposas (algo así como hoy caminan, por la calle, el matrimonio islámico:
él delante y ella a unos pasos detrás. Lo que se ha interpretado de una doble
manera: que ella era inferior al marido y por eso él iba delante o que ella va
vigilando, por detrás, para, en caso de ser atacado, defenderlo, como una
escolta (que diríamos hoy).
La mujer siempre era inferior
al varón, en todo.
En las plegarias de los
hebreos el varón daba gracias a Dios “por no haber nacido infiel, mujer,
esclavo o ignorante”
No me resisto a no reproducir
el texto del evangelio de la escena con la samaritana.
Recordar que las tres
regiones de Israel eran: al Norte Galilea, al Sur Judea y en medio Samaría.
“Cuando Jesús se enteró de
que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y
bautizaba más que Juan -aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus
discípulos -, abandonó Judea y volvió a Galilea.
Tenía que pasar por Samaria.
Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada
Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José.
Allí estaba el pozo de Jacob
y Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era
alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le
dice: «Dame de beber.» (Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar
comida). Le, dice, entonces, la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me
pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?»
(Porque los judíos no se
tratan con los samaritanos.)
Jesús le respondió: «Si
conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de
beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»
Le dice la mujer: «Señor, no
tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua
viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus
ganados?»
Jesús le respondió: «Todo el
que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le
dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en
fuente de agua que brota para vida eterna.»
Le dice, entonces, la mujer:
«Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a
sacarla.»
El le dice: «Vete, llama a tu
marido y vuelve acá.»
Respondió la mujer: «No tengo
marido.»
Jesús le dice: «Bien has
dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora
tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad.»
Le dice la mujer: «Señor, veo
que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís
que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.»
Jesús le dice: «Créeme,
mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al
Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en
ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en
verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es
espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.»
Le dice la mujer: «Sé que va
a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, Él nos lo explicará todo.»
Jesús le dice: «Yo soy, el
que te está hablando.»
En esto llegaron sus
discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo:
«¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?»
La mujer, dejando su cántaro,
corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho
todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?»
Salieron de la ciudad e iban
donde él.
Entretanto, los discípulos le
insistían diciendo: «Rabbí, come.» Pero él les dijo:…….
Un auténtico diálogo de
galanteo, como si se la quisiera ligar.
Resulta difícil de entender
que Jesús nunca se casara ni formara una familia, teniendo en cuenta el amor
que sentía con los niños llegando a decir que era mejor suicidarse que
escandalizar a un niño.
Nunca sabremos por qué renunció
a tener esposa y a tener hijos.
La gran mayoría, casi todos,
todos los judíos se casaban, porque todos querían ser progenitores o
ascendientes del Mesías que iba a llegar. El matrimonio y la familia eran una
columna de la sociedad patriarcal palestina.
También está la hipótesis de
que estuvo casado en secreto con María Magdalena (que no era prostituta y más
inteligente que todos los discípulos juntos, sobre todo del cateto Pedro,
celoso empedernido de ver cómo Jesús le cuenta cosas a ella y no a él ni a
ellos.
Los evangelios no dicen que
estuviera casado, por lo tanto estaría soltero. Pero, quizá, es que decir que
estaba casado era como decir que el cuadrado tiene cuatro lados, algo tan
lógico en una sociedad judía de entonces.
LAS MALAS RELACIONES CON LA FAMILIA (PADRES Y
HERMANOS)
Como hijo y como hermano las
relaciones con su familia son poco edificantes y a imitar. Y lo dicen,
unánimemente, todos los evangelistas por lo que tienen todos los visos de haber
sido verdad y eso que los textos son duros.
Lo dulce que se comporta con
los que le siguen, sobre todo con las mujeres, y lo poco idílicas sino duras
con que lo hace con los suyos.
De “buen hijo” y “buen
hermano” no da muestra alguna-
Tampoco es que se llevara
bien y fuera bien visto por los paisanos de Nazaret, porque, cuando se puso a
enseñar en la sinagoga de su pueblo, la gente comentaba: “¿Pero no es éste el
hijo del carpintero, su madre es María y sus hermanos son Santiago, José, Simón
y Judas? Y sus hermanas (de nombre Lidia y Lisia) ¿no viven con nosotros?. ¿De
dónde le viene a éste todo esto?. Y aquello les parecía un escándalo. Pero
Jesús les dijo: “sólo en su casa y en su tierra desprecian al profeta. Y no
hizo allí milagros por su falta de fe” (Mateos).
Pero Marcos añade algo más:
“también, era despreciado por su familia”.
Es decir, que sus paisanos
nazarenos tenían en muy poca estima a su familia. Se preguntaban cómo era
posible procediendo de una familia tan sin importancia ni preparación. Es
decir, que no social ni culturalmente sobresalían sino, más bien, lo contrario.
Hay más (y lo cuenta Lucas),
uno de los días que estaba predicando sus paisanos “llenos de ira se levantaron
de sus asientos en la sinagoga, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a
la cima del monte, sobre el que estaba edificada la ciudad, para despeñarlo.
Pero Jesús paso por en medio de ellos y huyó”.
También cuentan los
evangelios que sus hermanos y hermanas lo consideraban “loco”. O sea, que la
opinión de su familia no era muy distinta de la que tenían sus paisanos. Si a
esto se añade que su comportamiento tampoco era de acercamiento no es de
extrañar la poca sintonía entre ellos.
Y eso que la familia era muy
importante en la sociedad judía, estaba muy bien considerada y sus miembros
estaban muy unidos entre sí. Y esto no era, precisamente, lo que ocurría con
Jesús.
Y siguen contando los
evangelios que, cada vez que le decían que lo estaban esperando alguno de sus
hermanos o parientes o sus mismos padres, solía responder que para él, más
importantes que la “familia carnal” eran los que seguían su palabra.
Familia de sangre versus
familia de ideas.
¿Y lo del niños Jesús,
perdido y hallado en el templo?. ¡Qué descortesía, qué descaro, qué mala
educación,..! Cuando sus padres le riñen: “¿por qué has hecho esto con
nosotros,…?
Dice Lucas: “sus padres iban
todos los años a Jerusalén, con motivo de la Pascua. Cuando Jesús cumplió 12
años fueron con él a la fiesta. Terminada ésta emprendieron el camino de
regreso; pero el niño se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran
cuenta. Creyendo que iba en la caravana anduvieron una jornada, al término de
la cual se pusieron a buscarlo entre parientes y conocidos. Al no encontrarlo,
volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días lo encontraron en el templo,
sentado en medio de los doctores oyéndoles y haciéndoles preguntas. Todos los
que le oían estaban admirados de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo
sus padres se quedaron maravillados y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué has
hecho esto?. Tu padre y yo hemos estado buscándote muy angustiados”. Jesús le
contestó: “¿por qué me buscabais?. ¿No sabíais que yo debo ocuparme de las
cosas de mi Padre. Pero ellos no comprendieron lo que les decía”.
Suponiendo que este texto de
Lucas tenga veracidad histórica (y la puede tener, porque el que esto escribe
fue testigo de algo parecido) hay algo que resulta sorprendente.
A sus doce años ya parecía
ser un tanto independiente y, en los viajes, no debía gustarle mucho ir al lado
de sus padres sino con los amigos y parientes (de lo que doy fe, por
experiencia propia y ajena, sin ser notario).
De lo contrario uno no se
explica cómo sus padres sólo al final de una jornada de viaje se dieron cuenta
que se había perdido, porque allí no estaba (algo normal, como mi anécdota al
pararnos en un bar de carretera).
Por otra parte, el niño no
sólo no pide perdón a sus padres, que le dicen que han sufrido mucho por su
acción, por su jugarreta, sino que les reprocha, encima, de que hubieran vuelto
a buscarlo.
¿Es que iban a dejarlo sólo,
en Jerusalén, y con doce añitos?
Naturalmente que sus padres
no entendieron nada, ni de lo que había hecho ni de la respuesta que les dio.
Ni de Jesús salió el más
mínimo gesto de querer consolarlos, de disculparse, de pedir perdón sino, todo
lo contrario, se lo reprocha, se lo echa en cara: “¿Por qué habéis venido a…”
Un acto de mala educación
(contestarle y, además, de esa manera), un acto de soberbia, de desobediencia,
de arrogancia,…
Lo siguiente, parece, una
añadido del evangelista, para no dejar en mal lugar al entonces niño y luego
predicador y maestro: “Jesús se fue con ellos a Jerusalén y les estaba
sometido”. Volvió a ser obediente.
¿Pero qué otra cosa podía ser
sino que se lo llevaran y el se fuera, tan sólo con doce años, y en una cultura
cerrada de una aldea de Palestina?
¿Puede uno imaginarse la
escena si hubieran dejado al niño en Jerusalén?..
Algo de verdad tiene que
haber en esta historia porque no tiene visos de ser inventada, dada la poca y
mala ejemplaridad de la conducta del niño
¿POR QUÉ NUNCA EXALTA A LA FAMILIA ?
Ni una nota a favor de ella.
Su predicación parece estar destinada a separar a las familias, internamente.
“¿Creéis que he venido a
traer la paz al mundo?.Os digo que no. He venido a traer la división. Pues, en
adelante, estarán divididos cinco en una misma casa, tres contra dos y dos
contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre,
la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y
la nuera contra la suegra” (Lucas)
¿Qué explicación puede darse
a ese texto, que rechaza tan brutalmente a la familia?.
Pero dicen los exégetas que
los textos en los que Jesús aparece en mal lugar suelen ser los más antiguos,
por lo tanto, los menos manipulados.
¿Y qué decir de las tres
negaciones de Pedro, de ser un discípulo seguidor de Jesús, la noche de la Pasión , por miedo a …?
Tuvo que ser un hecho que
escandalizara a los primeros cristianos para que, encima, aparezca como el Jefe
del cristianismo.
¿Por qué ese distanciamiento o,
mejor, enfrentamiento de Jesús con su familia?.
¿Era porque estaba tan
entregado y sumergido en su misión de profeta universal que todo lo terreno
tenía poco valor para él.
Pero si su mensaje es el del
amor universal, ¿en ese “universal” no
deberían estar, también los suyos?
¿Por qué su ternura y afecto
que muestra con sus amigos más íntimos, con las mujeres que lo seguían y lo
acompañaban, incluso con los publicanos y prostitutas y ni el más mínimo
detalle con los suyos?.
¿Por qué se muestra tan duro
con sus padres y sus hermanos?
¿Qué Jesús fue un radical en
todo, incluso con la familia?. Ya se sabe. Su temperamento era así, nunca se
anda con medias tintas. Hasta sus utopías son radicales, extremas (“amar a los
enemigos”, “bienaventurados los hambrientos…).
No es de extrañar que sus
familiares y paisanos nazarenos cuando comprobaron que lo seguía mucha gente y
que hacía milagros y que estaba preparando un reino de prosperidad para Israel
quisieran arrimarse a él, después de que su familia lo había tratado como
“loco” y sus paisanos, que se reían y mofaban de él, hasta habían querido
despeñarlo desde lo alto del monte, le molestase sobremanera.
Ni su padre, José, obrero de
la construcción (más que, o mejor que, carpintero) y su madre, de profesión “sus
labores” estarían preocupados por los
berenjenales en los que estaba metiéndose su hijo, sin entender nada, además en
aquella sociedad cerrada judía, con un Sanedrín, religioso, y un tirano poder
romano.
Lo curioso es que de los
cuatro evangelios que narran, ampliamente, el procesamiento, juicio, condena y
muerte en la cruz, ninguno de los sinópticos, y sólo Juan afirme que María, la
madre de Jesús, estaba al lado de la cruz, pero los sinópticos dan cuenta de la
presencia de otras mujeres amigas de Jesús.
Y, al día siguiente, cuando
el grupo de esas mujeres, entre ellas María Magdalena, fueron al sepulcro y lo
encontraron vacío, ni siquiera Juan dice que, entre ellas, estuviese la madre
de Jesús.
Situación por la que la Iglesia se lo ha
preguntado muchas veces.
O, más todavía, ¿por qué no
fue su madre a reclamar el cadáver y si fueron las amigas de Jesús?
De este hecho se han dado mil
explicaciones.
A su madre, destrozada por lo
que le había pasado a su hijo, que “pasó haciendo el bien” y crucificado como un malhechor, como un
rebelde político, él, que nunca había empuñado un arma y que había dicho
públicamente “dad al Cesar lo que es del Cesar…”, de manera humillante ¿tendría
el ánimo como para ello?
Otros justifican su ausencia
ante el sepulcro porque Jesús se le habría aparecido a su madre, en su casa,
antes que a nadie (otras mujeres y apóstoles) y que ya sabía que había
resucitado, y de ahí la despreocupación.
¿Por qué o para qué ir al
sepulcro a recoger el cadáver y prepararlo si ya sabía que allí no estaba
porque se le había aparecido, resucitado, a ella. Sería un absurdo.
¿QUIÉN ERA/QUERÍA SER EL LIDER, PEDRO O SANTIAGO, EL HERMANO DE
JESÚS?
Igual que hoy ya sabemos que
toda la animosidad de los fariseos contra Jesús, tal como aparece en los evangelios,
no sería sino fruto de una situación en la que se encontraban los cristianos
cuando fueron escritos los evangelios (cuando los fariseos estaban enfrentados
a los cristianos y éstos los acusan de ser, ya entonces, lo que ahora eran) y
que no reflejaba la realidad de los fariseos con Jesús, cuando éste estaba
vivo, también toda la animosidad y enfrentamiento de Jesús con su familia
tendría que ver con que los evangelistas preferían a Pedro como Líder o Jefe o
Cabeza del cristianismo que a Santiago, el hermano de Jesús.
Las primeras comunidades
estarían divididas, unas apoyando a Pedro y otras a Santiago, y los
evangelistas eran más partidarios de Pedro, no así las comunidades
judeo-cristianas.
Santiago estaba muy bien
visto, incluso por las élites de Jerusalén, moriría, también, mártir y era más
de fiar para dichas comunidades.
Santiago tuvo un papel
importante en el primer Concilio de Jerusalén, tras la dura polémica entre
Pedro y Pablo sobre si los judíos convertidos al cristianismo debían también
circuncidarse o no.
Sí, decía Pedro. No, decía
Pablo.
Santiago terciaría entre
ambos, haciendo de árbitro consiguiendo un compromiso, diplomático, de que no
debían circuncidarse pero sí seguir manteniendo algunos ritos judíos
relacionados con la higiene y con los matrimonios mixtos.
(Los varones sabemos cuáles
son las consecuencias, poco higiénicas y de posibles infecciones, de que el
glande no quede al descubierto por no poder echar hacia atrás el “pellejillo”.
Además de que sería imposible y/o muy dolorosa la consumación del acto sexual,
en vistas a la procreación, que era la meta principal de la familia)
Lo que pudo ocurrir es que
los seguidores de Pedro (entre los que estaban los evangelistas) no veían con
buenos ojos la influencia que había alcanzado Santiago, el hermano de Jesús,
entre los primeros cristianos y al que muchos preferían, quizá, también, por
haber sido su hermano, más que a Pedro.
¿Qué habrían hecho, entonces
los evangelistas? Desprestigiar a la familia de Jesús y dar a entender que Jesús
no daba importancia alguna a la familia carnal, a la familia de sangre, por lo
que poco importaba que Santiago fuera hermano de sangre, cuando Jesús habría
dicho que…y que, además, había sido, en vida en quien, desde el principio, más
confiaba.
Es decir, todo habría sido
una lucha de poder entre las primeras comunidades cristianas y los evangelistas
ya habían optado por unas, las que preferían a Pedro.
Y que acabaría, esta pelea,
con el establecimiento de los diversos patriarcados, entre el de Jerusalén,
presidido por Santiago y el de Roma, presidido por Pedro.
Otros patriarcados serían: el
de Antioquía (donde por primera vez los seguidores de Jesús se llamaron
“cristianos”), el de Alejandría y el de Constantinopla.
Pero, si la teoría del
desprestigio de la familia de Jesús era con el objetivo de quitar autoridad a
Santiago, su hermano, a favor de Pedro, habría que revisar todos los textos en
los que aparece la animosidad de Jesús con sus parientes (lo que nunca sabremos
ante la segura ausencia de documentos en que basarse para probar una u otra
hipótesis).
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