martes, 30 de junio de 2015

JESÚS DE NAZARET (19) LA VIDA DE JESÚS.



Jesús, personaje del que más se ha escrito en el mundo mundial y del que menos cosas se sabe, realmente.
A pesar de las infinitas biografías sobre Él, no se puede, honradamente, escribir su biografía.
Jesús sigue siendo “ese gran desconocido”
Así que, sobre Él, hay muchos y muy distintos retratos. Igual puede ser visto como un “revolucionario político, un guerrillero que quería salvar a Israel del yugo de los opresores romanos, que como un místico pacifista, como un colérico que como una persona muy serena.

Y hoy conocemos mucho mejor la sociedad en la que nació, creció, vivió.
La sociedad social, religiosa y política.
Conocemos las costumbres y los ritos religiosos de los judíos, así como las facciones y sectas que existían del judaísmo en su época.
Así puede hacerse un mayor y mejor acercamiento a lo que pudo suponer su predicación y los milagros realizados por Él.

Pero, con todo y con eso, no es posible saber con certeza lo que representó en su sociedad, cómo lo veían los judíos de entonces, qué pensaba de él la gente que lo seguía.
No sabemos si se consideraba el Mesías prometido y esperado ni qué pretendía con su predicación ni sabemos, con certeza absoluta por qué lo crucificaron.

En aquel tiempo Palestina, que era la periferia del Imperio Romano, estaba atravesada por numerosas corrientes políticas y religiosas, y que eran muy distintas en Judea que en Galilea o Samaria, aunque naciera y viviera en Nazaret, en Galilea, que era la cuna de todos los movimientos nacionalistas, guerrilleros y revolucionarios.
Pero Él también actuó en Judea y en Samaria.

En su tiempo había muchos profetas como Él, y que, Como Él, hacían milagros, echaban a los demonios, predicaban la llegada de tiempos mejores para Israel, siempre dominado por potencias extranjeras.
Era uno más. ¿Era comprendido? ¿Lo comprendieron los suyos? (parece que no). Así que la versión, en vida, que nos den algunos de alguien al que apenas conocen….cuanto más después de su muerte.
¿Imagen verdadera o mítica, creada por las primeras comunidades religiosas?

El Jesús histórico no es el Jesús de la fe, el que interiorizaron las primeras comunidades cristianas, guiadas por los apóstoles y que era tan fuerte que hasta no les importaba dar su vida.
Pero, no nos engañemos, al que condenaron a muerte fue al Jesús histórico (del que casi nada sabemos) no al Jesús de la fe o Cristo.

Pero ¿por qué se extrañaron los apóstoles de que lo crucificaran si iba, todo el tiempo, provocando al templo y a la autoridad religiosa como al César?
No sabemos, históricamente, casi nada. Aunque a la Iglesia lo que le importa es el Jesús de la fe y le basta y le sobra con que haya existido y no haya sido más que un mito.

Pero, imposible descubrir cómo era, realmente.
Pero el era judío, y estaba orgulloso de serlo.
Vivió en una aldea judía, recibió cultura judía, practicaba ritos judíos y se dirigía a los judíos.
Aunque, eso sí, fue un judío inconformista y crítico, un mago que curaba a todos los enfermos, más por compasión que por alardear de ello, que arrojaba a los demonios de los posesos.

Aunque se han puesto en duda sus milagros es difícil no comprender que si la gente lo seguía no era sólo por sus palabras, por lo que decía, sino por lo que hacía.
Sin duda fue/tuvo que ser un taumaturgo y exorcista.

Su Nuevo Reino anunciado era la nueva situación social, política y religiosa que cambiaría muchas cosas en Israel, sobre todo para los más desafortunados. No era el clásico líder revolucionario nacionalista cuya misión era sublevar a las gentes contra la dominación romana.
Por eso se afirma que fue un gran error judicial, porque esa pena era la aplicada a los revolucionarios políticos.
Claramente lo manifestó: “dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”
Su revolución era una imagen diferente de Dios, más cercana a los pobres y a los humillados que a la alta clase sacerdotal. Un Dios del pueblo y para el pueblo.

Pero los apóstoles, rudos como siempre, se peleaban por ver quien iba a ocupar el puesto más alto en este nuevo reino predicado, por lo que, también lo interpretaban en el orden temporal, social y político, y no sólo religioso y moral.

Nada de extrañar su sorpresa a la hora de detenerlo, procesarlo, torturarlo y crucificarlo, como a un revoltoso político y social.
Porque si la condena hubiera sido por motivos religiosos, por blasfemo o por subversión contra el Templo tendrían que haberlo lapidado, que era la pena prevista por la jurisdicción judía.

Sorprendido por esto, Jesús, y sorprendidos los apóstoles que siempre lo habían visto como un triunfador y no como un perdedor y, luego, quejándose de por qué Dios lo había abandonado.
Ellos habían creído que sería el nuevo Rey de los Judíos, por eso codiciaban puestos altos en esta nueva tesitura, pero, visto lo visto, corrieron a esconderse en casas de familiares y amigos (algo lógico) para no correr la misma suerte, al haber sido sus seguidores.

Y ¿por qué, tras la resurrección, se transformaron, se metamorfosearon, pasando a ser valientes y capaces de “hablar lenguas”?

¿Cómo de un personaje, del que casi lo único que sabemos es que existió, pudieron salir tantos Cristos idealizados?

Nunca ha habido un personaje tan alabado y tan odiado a la vez.

Al revés es lo que le ha ocurrido a Buda, otro personaje histórico, que vivió varios siglos antes que Jesús, pero del que apenas existen divergencias entre sus seguidores.

¿Por qué los demás profetas que fueron sus coetáneos han desaparecido de la historia y de la mente de los hombres, y Jesús (o sobre Jesús) se montó esa catedral de ideas y creencias llamada Cristianismo y que todavía perdura, pero que no mereció noticia alguna en las crónicas de su tiempo?

Quizá porque sobre Él apenas se sabe algo es por lo que ha sido posible montar sobre Él una utopía histórica, que habla de la paz y del amor universales, de la liberación de todos los oprimidos de la tierra, de justicia para los humillados, de solidaridad universal.

Sin embargo, también, el nombre de Jesús ha sido utilizado como comodín, que igual sirve para una cosa que para la contraria.

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