METAR(R)ELATOS.
Si buscamos en el Diccionario
de la Real Academia
de la lengua Española, no encontraremos la definición de lo que es un
“meta-relato”, y más aún, sí lo buscamos con doble erre (“metarrelato”);
tampoco me logro explicar porqué razón el uso y la costumbre dentro de la
lengua española lo adoptó en su escritura con esta doble consonante.
Según su origen etimológico
el término “metarrelato” se encuentra integrado de dos palabras
"meta" y "relato"; la palabra meta (del griego - μετα)
significa "después de" "más allá" o "con", esto
implica que no hay un fin sino una
continuación de algún suceso relevante, un “relato”.
Un relato, es una narrativa,
una historia, una construcción subjetiva creada por un narrador, dotada casi
siempre de la impresión personal de éste y cuya característica es trasmitir
dicho conocimiento a un auditorio o espectador.
Al juntar ambas palabras
(“meta” y “relato”) nos indica que un “metarrelato”, es la impresión, subjetiva
u objetiva, de un narrador respecto de una historia preexistente o ya narrada
con anterioridad, que tiene como fin aportar nueva información a un “relato”
hecho por el hombre o la ciencia, y tal vez desentrañar la verdad histórica de
dicho suceso.
¿Quién no desea conocer la
verdad?; ¿quién no ha luchado por buscar la verdad?; ¿quién no ha pasado su
vida buscando la verdad?, pero al final nos damos cuenta que la verdad no existe,
que sólo existen relatos que encantan a nuestras pasiones o decepciones; y que
lo que sí existen son Metarrelatos,
¿Son reales?
De la “Modernidad” y la
“Postmodernidad” han corrido ríos de tinta (y más que seguirán corriendo)
al tratar de encontrar sentido al palabro de moda “Postmodernidad” en círculos
académicos y filosóficos.
1.- Los Grandes Relatos de la Modernidad.
2.- Los Pequeños Relatos
frente a la caída de los Grandes Relatos.
3.- La Modernidad no se ha
terminado.
1. LOS GRANDES RELATOS DE LA MODERNIDAD.
La “Posmodernidad” es el
abandono de los “grandes relatos” o “metarrelatos”, a la manera de
Lyotard.
Los “metarrelatos” son las
grandes ideologías del siglo XIX y que eclosionaron en el XX, tales como el
“liberalismo”, el “socialismo”, el “fascismo”, el “marxismo”, o el
“cristianismo”.
Los grandes relatos, con sus
“-ismos”, tienen como finalidad explicar la realidad
Toda ideología parte de un
axioma comúnmente aceptado para desarrollar, a partir de ahí, su propia lógica.
Este axioma puede ser la
lucha de clases, los beneficios del libre intercambio de productos o la raza o
grupo étnico, y a partir de ahí, es capaz de deducir el resto.
Por ejemplo, nosotros
podríamos dilucidar los rasgos básicos del marxismo solamente explicando la
lucha de clases, y de ahí, deducir que una clase roba a otra (plusvalía), que
una clase no quiere perder sus privilegios y para ello desarrolla una
estructura idónea para mantenerlos (superestructura), y que además, esta
dinámica de clases, por su injusticia, cae por su propio peso (revolución
proletaria).
Son un cuadro completo
totalizante.
Toda ideología, o gran
relato, es eminentemente emancipatorio y busca la creación colectiva de la
utopía, la búsqueda de una Arcadia Feliz.
Poniendo ejemplos básicos:
Adam Smith no buscaba escribir un tratado sobre economía; buscaba escribir un
tratado sobre la “felicidad”.
Siguiendo en la órbita
liberal, la “Declaración de Virginia de 1776” buscaba la felicidad de todos los
hombres.
El fin último del “socialismo”
(habiendo pasado previamente por la temporal “Dictadura del Proletariado”) es
el “comunismo”, esa etapa donde se termina la lucha de clases y todos los
proletarios controlan los medios de producción.
El nazismo, por muy aberrante
que nos suene, buscaba su propia utopía: una Gran Alemania para el ario.
No obstante, para lograr la
utopía, los grandes relatos imponen grandes sacrificios: la desigualdad
para lograr la prosperidad en el caso del liberalismo, la burocracia estatal y
el totalitarismo en el caso del socialismo y un período de “guerra total”, al
más puro estilo Goebbels, para el nacionalsocialismo.
El final feliz será el fruto
de un parto doloroso, pues no llegará de manera lúdica.
2. PEQUEÑOS RELATOS FRENTE A LA
CAÍDA DE LOS GRANDES RELATOS.
Como dijo Lyotard, “la Modernidad murió en
Auschwitz”.
Ante la incapacidad mostrada
por los grandes relatos, el sujeto posmoderno construye sus “pequeños relatos”,
a veces contradictorios, para lograr una vida más cómoda y sencilla.
Estos pequeños relatos pueden
ser construidos a veces de manera contradictoria, pero eso es irrelevante,
al no tener propósitos generales, sino un “propósito particular”.
En la creación de los
pequeños relatos, Vattimo tiene mucho que ver, al proponer y explicar el
“pensamiento blando” o “pensamiento débil”, un pensamiento permeable que abre
la puerta a la multiculturalidad, la tolerancia y el pacifismo.
Para Vattimo el “pensamiento
débil” es una “anarquía no sangrante”, que propicia áreas de libertad y
emancipación.
Otra forma de explica la
posmodernidad es, en palabras del propio Lyotard, “el grado cero de la
cultura contemporánea”.
A Nietzsche se le suele
considerar el primer postmoderno por sus ataques a la razón y a los
ídolos, por la construcción de un individuo libérrimo ajeno a cualquier moral.
Desde este nihilismo positivo
quizás sea la forma más importante de encarar al individuo posmoderno, más que
desde el hedonismo y en cierto punto de borreguismo que se le suele achacar al
fenómeno.
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