martes, 24 de marzo de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD: COLLAGE (2)



El discurso filosófico posmoderno, a partir de Jean Francois Lyotard, alzó la voz contra estos grandes y omniabarcantes “metarrelatos”, aquellos relatos totalizadores (que pueden determinar “la suma” o “total” de la historia en UN relato) que tienen un carácter lineal, dotan de sentido a las personas, prometen, en ocasiones, una utopía futura, así como los medios para alcanzar tal utopía. 

Para Lyotard, los metarrelatos o grandes relatos son aquellas “narraciones que tienen función legitimante o legitimadora”.

El pensador francés añade que estos metarrelatos no son mitos en el sentido de las fábulas, puesto que los metarrelatos no buscan la legitimidad en un acto originario fundacional, sino en un “futuro que se ha de producir”, es decir, en una Idea a realizar.

En su breve libro, de 1986, “La posmodernidad (explicada a los niños)”, Lyotard aclara (aunque en su lenguaje característico poco diáfano) acerca de qué entiende por estos metarrelatos expuestos en su obra.

“…son aquellos que han marcado la modernidad: emancipación progresiva de la razón y de la libertad, emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado del capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnociencia capitalista, e incluso, si se cuenta al cristianismo dentro de la modernidad (opuesto, por lo tanto, al clasicismo antiguo), salvación de las creaturas por medio de la conversión de las almas vía el relato crístico del amor mártir.
La filosofía de Hegel totaliza todos estos relatos y, en este sentido, concentra en sí misma la modernidad especulativa”.

Occidente, pues, tiene el sentimiento de que ya no hace la historia, sino la historia de una humanidad y esto claramente produce un rechazo por parte de quienes no se sienten parte de ese gran relato que, a su vez, constituye también una antropología histórica. 

Ejemplos de estos metarrelatos son: el CRISTIANISMO, el ISLAM, la ILUSTRACIÓN y su confianza en el poder de la razón, la FILOSOFÍA HEGELIANA y el MARXISMO. 

Estos grandes relatos son a la vez abarcadores en sus pretensiones, pero también excluyentes, a tal punto que puede lograr transformar a gran parte de la humanidad en seres sin historia, sin existencia, como si no existieran.

 Pero los posmodernos erraron al proclamar el fin de los grandes relatos en la historia, ya que el mismo discurso posmoderno que proclama el fin de los metarrelatos y la aparición de pluralidad de relatos (microrelatos), puede ser calificado como otro gran relato dentro de nuestra historia, es decir, el metarrelato que proclama el fin de los metarrelatos.

Pero sucede hoy que el discurso cristiano, el marxismo, socialismo del siglo XXI y el discurso islamista prueban todo lo contrario: los relatos potentes, totalizantes y abarcadores siguen más vivos que nunca.

Ahora bien, lo que sí debe ser abordado es la reconfiguración de los relatos existentes, para dar cabida así a aquellos sujetos marginales, que parecen ser ignorados e invisibilizados en estos relatos.

En resumen, el hecho de que los grandes relatos de la humanidad sigan en pie no impide que puedan articularse nuevos relatos o microrelatos que escapen o que no sean devorados por tales relatos. 

Después de todo, una feminista podrá preguntar: ¿cuál es la situación de la mujer dentro del relato marxista que privilegia la lucha de clases por sobre la dominación del patriarcado sobre las mujeres?

Dentro de este contexto, hay historiadores que han abordado temáticas antes prácticamente omitidas como es, por ejemplo, el estudio de la mujer en el medioevo: Leonor de Aquitania, Hildegarda de Bingen, la espiritualidad de Juana de Arco, Eloísa y la mujer en las cruzadas. 

Otro, como Michel Foucault fueron pioneros al poner en el centro de su interés a los marginados, como por ejemplo los locos.

La misma pregunta pueden hacerse otros grupos que han sido históricamente marginados de los grandes relatos: por motivos étnicos o religiosos.

Es por ello que la historiografía desde hace un tiempo es una “historia en migajas” o “sectorializada”, en migajas, ecléctica, abierta a curiosidades que no hay que rechazar.

Es  es muy común el establecer la existencia de una edad primigenia y primitiva en el origen: la supuesta “Edad de Oro”. 

En ocasiones esta Edad de Oro es establecida en el final de los tiempos, es decir, su existencia está más allá de las coordenadas espacio-temporales, situándose así en lo que podríamos denominar como “eternidad”.

Pero puede acontecer, también, que tal Edad de Oro final sea una repetición o una suerte de regreso a esa “edad primitiva” donde reinaba la paz y la armonía.

“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos en que…” dirá nuestro Don Quijote cuando los pastores lo invitan a comer.

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