Es Habermas quien trata de
poner freno a los postmodernos.
Para él, la “modernidad es un
proyecto incompleto, inacabado, por lo que no es cuestión de enterrarla”.
Para el filósofo alemán,
debemos rescatar todo lo que podamos del proyecto moderno y terminarlo.
Habermas articula
el discurso comunicativo con el proyecto moderno.
La originalidad de Habermas,
por tanto, radica en recuperar la
Modernidad olvidando los antiguos postulados tecnicistas
decimonónicos, dándole importancia a la acción comunicativa y al lenguaje.
Sin embargo, Habermas no deja
de usar “falacias ad hominem” contra los argumentos posmodernos, al querer
relacionarla con los movimientos conservadores y premodernos.
Por supuesto, estas críticas
son respondidas por Lyotard en “La postmodernidad explicada a los niños”..
Independientemente de la
lectura que se le haga a la posmodernidad, está claro que es un fenómeno
de calado y que ha venido para quedarse.
Ya sea como una suerte de fin
de la historia, a lo Fukuyama, ya como una crisis civilizatoria de Occidente a
lo Hungtinton o como la creación de masas con el pensamiento blando o débil, de
Vattimo, el fenómeno está presente en las sociedades que han vivido la Modernidad en su máximo
esplendor y ahora sufren su rebasamiento ante la imposibilidad de ésta de dar
respuestas económicas, morales e incluso ontológicas.
La posmodernidad, por tanto,
puede vivirse de forma adocenada, en un frenesí hedonista y consumista, sin
rumbo ni consuelo, como la pérdida total en el individuo de su capacidad de
resistencia a las masas.
O, como propone
Vattimo, vivir ese pensamiento blando como forma de librarnos del
dogmatismo, de la acritud existencial, y abrirse a la sensualidad y a las
oportunidades que ofrece un mundo cada vez más interconectado y plural, y
liberarse de las grandes prisiones teoréticas que consideran al individuo como un
peón en el camino hacia la utopía.
Un mundo mejor pero que de
momento solo ha dejado el camino sembrado de cadáveres.
La posmodernidad también
comprende corrientes postestructuralistas, filosofía del lenguaje y análisis
proposicional, sociología e incluso corrientes de Historia.
Una corriente filosófica que,
desde luego, no deja indiferente a nadie.
¿Y ahora qué?
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El libro de Jean Francois
Lyotard, en el que se expone todo este tema, es “La condición postmoderna”,
1979, donde, esencialmente, se nos habla de la crítica que el post
modernismo, a partir de la década de los 50 del siglo XX, realizaba a los
CUATRO GRANDES RELATOS o movimientos trascendentales en los que se buscaba y se
aspiraba a la emancipación de todos los seres humanos, es decir eran relatos
imperativos donde existía una plenitud de ausencia de penurias para todo ser
humano.
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Este filósofo francés se
formó en la Sorbona.
Y principalmente, es conocido
por sus estudios sobre el postmodernismo en la década de los 70 del siglo
pasado y por pertenecer a un grupo de la izquierda radical francesa llamado
“Socialismo y barbarie” que nació en 1956 durante las revueltas contra el
estalinismo en Hungría.
Fue profesor emérito de la Universidad de París y
fue a través de sus escritos y reflexiones en torno al post-modernismo
filosófico y político, como se dio a
conocer dentro del pensamiento francés y, poco a poco, a nivel internacional.
Estos relatos que Lyotard
menciona y analiza son:
1.- EL CRISTIANISMO, donde
Dios manda a su Hijo para sufrir lo indecible y redimir a los hombres que,
siguiendo su moral y espiritualidad, podrán conseguir, entonces, alcanzar la
meta, el Reino de los Cielos.
2.- EL MARXISMO, donde la
burguesía (Marx y Engels) acaba con el sistema feudal y se convierte en
proletariado para acabar con la burguesía
(heredera del sistema feudal) creando un estado de plenitud e igualdad
radical.
3.- El ILUMINISMO o LAS LUCES:
donde filósofos, literatos y filósofos políticos otorgan divinidad a la Razón , la Diosa Razón , que se convierte
en Reina de la Historia
y que acaba con la irracionalidad promoviendo, de nuevo, un estado de plenitud
racional para toda la humanidad.
4.- EL CAPITALISMO, que tiene
que ver con la racionalidad -esta vez económica- y con una especie de teología
donde "una mano invisible" va a distribuir la riqueza de forma
equitativa consiguiendo la plenitud del bienestar para todo ser humano.
Pero, pese a sus esfuerzos,
ninguno de estos relatos (beneficios temporales y regionales aparte) ha
conseguido sus aspiraciones universales.
Es decir, tras titánicos
esfuerzos, estos relatos no han logrado la plenitud y emancipación universal, a
lo que nos lleva a pensar: ¿volaron, tal vez, demasiado alto? o ¿erraron en sus
planteamientos conceptuales si los comparamos con la antropología humana?
Finalmente, si estos relatos
han fracasado, cuando los pensamos y concebimos como paradigmas universales ¿y
ahora qué?
¿Estamos entonces ante el
solitario paradigma del “sálvese quien pueda”?
Pudiera parecer que
proponemos el nihilismo, pero no, es todo lo contrario, es más afán de
construcción y progreso y así, hemos de preguntarnos si ¿podemos aspirar a
concluir estos cuatro relatos en el nuevo relato?
5.- La DEMOCRACIA REAL
o, dado que estos cuatro relatos anteriormente expuestos, han nacido y se han
impuesto al resto del mundo desde occidente, ¿deberíamos mirar a oriente u
otras latitudes para enriquecer nuestra realidad?
Lo cierto es que este libro
nos puede servir para conocer mejor la historia de occidente y su situación
actual.
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