EL CUERPO Y LA MENTE.
Es el título de una obra de Karl
Popper.
Para Popper la razón fue
siempre la única defensa contra la violencia, siendo la racionalidad la
disposición a aprender de nuestros errores.
La búsqueda de conocimiento
objetivo ha sido el último paso en la evolución de la mente humana.
Todos recordamos los TRES
mundos de Popper:
1.- El mundo de la “realidad
física” (una montaña, el sol, un río,…)
2.- El mundo de los “estados
mentales” (los pensamientos, la
voluntad, el interés, el amor y el odio,…)
3.- El mundo de los productos
de la inteligencia humana (este libro, este ordenador con el que estoy
escribiendo, las servilletas, los edificios,…)
Considera la vida como la
continua y continuada resolución de problemas con que el hombre va
encontrándose, o va creándose, o va imaginándose y planteándose (qué pasaría
si… y si… y si…
Su defensa de la teoría de la
evolución emergente.
El juego de conjeturas y
refutaciones.
El criterio de “falsabilidad”
en vez del criterio de “verificabilidad”.
EL PROCESO DE SÓCRATES.
La imagen contemporánea de Sócrates
es fruto de los esfuerzos de Kierkegaard, Schleiemacher. Hegel y Zeller por
recuperar su figura histórica tras la evidente manipulación a que fue sometida
a lo largo de la
Ilustración.
Sin embargo, la nueva vía
abierta por esos estudios pronto desembocará en una amplia polémica que ha
acabado poniendo de manifiesto la propia vigencia del socratismo en tanto que
problema que, por irresoluble no agota su capacidad de dar que pensar.
Como sabemos no paraba de
dialogar pero nada, ni una línea, dejó escrito, ni de sí ni de sus
conversaciones.
Y las fuentes cercanas a él
no son de fiar por extralimitación: Platón porque era su discípulo y que
alucinaba con él, lo alaba tanto como un buen hijo alabaría a su padre, y, por
el contrario, sus enemigos se ríen tanto de él, lo hartan de todo (de zafio, de
chabacano, de rústico,…) que en sus comedias (La Nubes ) lo consideran una
persona ridícula y cuya filosofía no valía un bledo.
Así que, ni uno ni los otros.
Aristóteles parece,
posiblemente, el más ajustado a la realidad, a decir de él y denominarlo el
“filósofo de las definiciones”.
Conociendo su método
(“ironía” y “mayéutica”, de loas que, en otro lugar ya las hemos expuesto
ampliamente) respondería a la sentencia de Aristóteles.
Ha llegado a sostenerse es
una figura legendaria sobre cuya existencia es imposible ir más allá de las
conjeturas.
Entre nosotros parece que
está asumida la tesis de que sobre Sócrates ya está todo dicho y que, por lo
tanto, cualquier intento de repensar su filosofía está condenado a la
repetición de tal o cual tópico.
Sin embargo, no parece posible entender el acta
fundacional de la Filosofía
sin preguntarnos por la conmoción que produjo la personalidad de Sócrates y por
los sucesivos intentos de conducir su pensamiento más allá de su biografía.
En cierta manera, podemos
entender el conjunto de la filosofía griega del siglo IV como un doble esfuerzo
dirigido, en primer lugar, a mantener viva la memoria de Sócrates en lo que en
ella hay de germinal y, en segundo lugar, hacerla fructificar en una nueva
Atenas en la que esa filosofía, ya germinada, pueda liberarse de la cicuta.
En otro lugar de este blog
expuse las semejanzas entre Sócrates: ninguno dejó nada escrito (si no
entendemos como escrito el garabateo de Jesús, con un palo, en la arena de la
calle cuando quieren apedrear a la mujer que han pillado en adulterio y la
respuesta de Jesús: “el que (de vosotros) esté libre de pecado, que tire la
primera piedra” (y dicen los evangelios, aunque no sean biográficos, que
“comenzaron a marcharse empezando por los más viejos” lo que expone claramente
lo que quiere decir).
A los dos los matan, a uno
con la cicuta y al otro crucificado.
Los motivos de su muerte son,
por una parte políticos y, por otra religiosos (“dice que es rey” y “expulsa a
los cambistas y vendedores de animales para sacrificio en el templo, lo que
generaba ganancias al Sanedrín).
Los dos mueren rodeados de
sus discípulos o de las mujeres que lo seguían)
También de Jesús ha llegado a
dudarse de su existencia, porque, además, ni las fechas coinciden, ni su lugar
de nacimiento, ni sus padres,… (y muchas veces es por no distinguir entre el
“Jesús de Nazaret, histórico” y el “Jesús de la fe, el Cristo).
Además de que no sabemos de
las palabras que, realmente, él pronunciara, pues los Evangelios no son
Biografías (porque son distintos, y no digamos el Cuarto, el atribuido a Juan,
el evangelio gnóstico) sino “agiografías”…
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