Son éstas y otras respuestas por el estilo las que conducen
a que alguien, el jefe, lleve a término sus propósitos.
Pero, muchas veces, es un dilema el que se presenta: “si no
obedezco pueden despedirme, y hasta matarme, y si obedezco, de mi actuación
puede seguirse algo perjudicial, no querido”.
¿Qué hacer? ¿Qué harías tú?
¿Debe ser obedecida cualquier orden, toda orden, que
provenga del jefe? “¿Obediencia debida, sin el menor resquicio para la
reflexión?
Tu ¿qué harías?, ¿te considerarías, en parte, responsable,
co-responsable de las consecuencias? ¿Le discutirías a tu superior?
¿Desobedecerías si sospecharas que…?.
Hay personas, de espíritu débil, que necesitan que se les dé
órdenes y obedecer. Así se consideran liberados de responsabilidad al ser otros
los que lo han decidido.
Cuenta J. P. Sartre que, en plena ocupación de Francia, por
Hitler, un alumno le lanzó la pregunta: ¿“me apunto a la guerrilla, contra
Hitler, y, entonces, mi madre morirá de pena, al ser yo hijo único o me quedo
con mi madre y no seré un patriota?
A lo que Sartre respondió: “eres mayor, decide tú”
El alumno quería no decidir y que fuera el profesor el que
optara y decidiera, así él, al limitarse a obedecer, se sacudía la
responsabilidad de la acción.
Sartre dice que eso es “la mala conciencia”, el renunciar a
ser libre para no tener que decidir y, así, espantar la responsabilidad
Es auto-exculparse, echar balones fuera, no querer jugar,
para achacar al poderoso las indeseadas consecuencias, es la muestra de su
docilidad, de su “mala conciencia” culpable.
¿Qué pasaría si a una autoridad fuerte se opusiera no uno
sino muchos ciudadanos fuertes?
¿Y si fuera la opinión pública esa autoridad fuerte? ¿Te
enfrentarías, tú, a toda la sociedad o inclinarías la cabeza?, ¿arrostrarías
con la soledad obligada, compañera de la desesperación y de la tristeza?
En la Revolución Industrial se consiguieron unos índices de
productividad nunca imaginados. ¿Por qué?, por la puesta en práctica de una
estrategia capitalista, “la división del trabajo”, tanto la “división técnica”
del trabajo, como la “división social” del mismo, por el “troceado” de la
actividad laboral.
En vez de ser un mismo trabajador el que realice todo el
proceso de producción dividirlo en tantas partes cuantas sean necesarias,
Marx pone el ejemplo de la producción de un alfiler,
dividiendo el proceso en operaciones funcionales, de tal manera que “el
trabajador en vez de ser “productor de objetos” es un mero “ejecutor de
funciones”, sin saber el final de las mismas, el objeto.
La productividad se dispara, también el embrutecimiento del
trabajador, convertido en un simple autómata. Es la alienación.
Si el hombre es “el único animal laboral”, el que tiene que
trabajar para no perecer, su vida está dejándosela, a través del trabajo, en el
objeto producido.
Los objetos son su propia exterioridad. Objetos (su yo
exteriorizado) que queda en manos y a capricho del empresario, a cambio de lo
cual, recibe un salario.
El trabajador se aliena en el objeto, al vaciarse en él, con
su trabajo, pero que, luego, no le pertenece.
Solo el empresario controla todo el proceso y sólo él sabe
del final del mismo, así como de sus consecuencias.
El incremento de la productividad conllevará la disminución
del valor de los salarios
“Tú, haz lo tuyo, hazlo bien y no te preocupes de lo demás
ni de los demás”.
Quien realiza el eslabón nº 10 de la cadena nada sabe del
28, menos del 80 y nada del 100 y final.
Ningún escalón sabe de la limpia o sucia escalera.
Lo mismo que ocurre en la división técnica del trabajo
ocurre con la división mental de la persona y la cooperación ignorante en la
producción de un daño.
Cuanto mayor sea la distancia entre la función a desempeñar
y el resultado final mayor ignorancia del “para qué” de su trabajo.
Si supiera del efecto final perverso, funesto, repulsivo,….
no se sentiría responsable, se exculparía sentenciando que él era sólo un
eslabón, y no el más importante de la cadena... Él “cumplía con su trabajo”.
Pero si el efecto final fuera excelente se sentirá orgulloso
de haber cooperado en el proceso.
Es el triunfo de la Razón Instrumental, aplicable tanto a la
división del trabajo productivo (en el orden económico) como a la burocracia
jerarquizada (en el orden social).
Igual de inhumana que la división del trabajo es la burocracia jerarquizada, una especie de
división mental para cooperar con el fin deseado.
La burocracia es el gobierno de nadie y la forma menos
humana, menos personal o más cruel de los gobiernos. Eres un número, un escalón
de la escalera. Estás tú porque alguien tiene que estar, pero podría estar
cualquier otro. Para la Administración tú no eres nadie en concreto, sino
alguien que está ahí porque tiene que estar alguien.
Es una forma impersonal en que la obediencia de todos es la
obediencia a nadie en particular. Tú haces lo que la autoridad te manda y que
es lo que corresponde a esa escalón. Y se acabó.
Como mejor funciona la cadena es cuando cada eslabón está
bien engrasado y funciona bien, a tope.
¿Se les puede pedir responsabilidades a los eslabones
intermedios si éstos no saben cuál es el último eslabón, el final de la cadena
y sus consecuencias?
¿La estadística, en la que yo participo, será para calcular
la subida de las pensiones, para calcular cuánto se ahorraría subiendo tales
impuestos, para detectar economía sumergida,…? ¿Para qué? ¿Cuál es el fin, la
intencionalidad?
A veces ni siquiera un eslabón tiene contacto con el
inferior, que le suministra datos, ni con el superior, al que él se los
suministra. Él sólo manda al inferior y obedece al superior.
Si se convierte en un eslabón díscolo, malo, puede ser
sustituido por otro eslabón obediente. Al dueño de la cadena le importa igual
Juana que su hermana, son números, eficientes o no. Y si no… Si te limitas a
hacer tu trabajo eres un cooperador necesario de la cadena.
Un dilema para una persona crítica.
Mientras unos pueden no saber que, con su trabajo, están
fabricándose bombas de racimo, otros pueden no saber que, con su trabajo, están
vendiéndolas a países en guerra.
El secreto de la productividad está en el troceado.
Trocear la actividad laboral industrial.
Trocear la actividad intelectual burocrática.
Si sé dónde están las materias primas (un trozo), y dónde
los salarios están más bajos, siendo legales (otro trozo) y la eficacia de los trabajadores (otro
trozo) y sé el costo de los transportes (otro trozo) y cuánto van a tardar
(otro trozo)….
Puedo unir esos trozos o no, en una nación o en otra…. Como
ocurre con la construcción de un automóvil, donde los neumáticos se hacen en… y
las luces en….y la carrocería en…. Para, finalmente, ensamblarlos en……
Puedo, incluso, trocear las pequeñas unidades de troceo. El
escalón nº 1 va a supervisar a los cuatro eslabones siguientes, el nº 6 a los
cuatro siguientes, el nº 11………………..
Una vez obtenidas todas las piezas donde sea, se ensamblan
(montaje) donde sea y sale el objeto final.
Si falla el producto final ya no habrá que ir supervisando
todos los eslabones, se sabrá qué pieza es la que falla y se sabrá quiénes son
los que no han cumplido con su deber y han fallado.
La productividad, con el troceado, está garantizada.
Si, además, se les da facilidades de adquirir el producto a
los mismos trabajadores, mejor que mejor para el productor. ¿No fue esa la forma de actuar de Ford, en USA?
Igualmente en la burocracia de la Administración. Troceas
todo el proceso de información, pones al mando de cada trozo a un Director
General (o lo que sea), supervisas los procesos de los trozos correspondientes
hasta que, una vez reunidos todos los trozos, si no funcionase, podría saberse
qué trozo es el que falla.
Supervisor de cada pueblo, de cada provincia, de cada
comunidad, de cada nación,….
Cada funcionario, en su trozo, es como cada trabajador en su
trozo. No saben del producto final, ellos “se limitan a hacer bien su trabajo”,
sólo responde del trozo de su trozo, luego, si lo hace bien….
Repito.
Como el troceado no permite ver el objeto final, cuando el
trabajador y el funcionario sepan que el objeto final es nocivo no se sentirán
responsables, pero sí se sentirán satisfechos si el producto es bueno. Esto
sería una compensación psicológica añadida a su salario, es “ganarse la vida
honradamente”, “cumpliendo con su deber”…
Presentas un planteamiento que no es posible aclaraarlo en una simple constestación a tu artículo.
ResponderEliminarRealmente debe tenerse en cuenta "las órdenes recibidas". Yo siempre te estoy hablando desde el punto de vista del funcionamiento empresarial. Fíjate si no qué hubiera sido del movimiento "fordista" de los primeros año del siglo veinte, allá por el 1908, que tanta influencia tuvo en la revolución industrial.
En el momento en que un eslabón falle, se rompe la cadena y por tanto, la producción se detiene.
Simpre debe haber, en los demás casos, pienso yo, la libertad de la persona para admitir o no la orden recibida.
Tomás, ya seguiremos hablando de esto más despacio.