FRIEDRICH NIETZSCHE MISÓGINO
(Las entradas siguientes son
extractos y paráfrasis de un estudio detallado y pormenorizado del Profesor
Doctor Bernardo Alonso Alonso y que puede accederse al documento en www.alonsofía.com en el articulo
“Nietzsche misógino”)
Son expresiones textuales del
discurso misógino de Friedrich Nietzsche, en el avance progresivo de su locura y
la desvalorización que hace de la condición de la mujer, asignándole la
función de reproductora o prostituida a disposición del varón superhombre,
denigrándola como necia, egoísta, orgullosa, vengativa, zángana, mentirosa,
histérica, malvada y mil descalificativos más.
Frases de Nietzsche,
dirigidas contra la condición femenina de la persona humana que deberían
ser tenidas en cuenta por todo aquel furibundo seguidor de toda su doctrina.
El odio progresivo del
paranoico misántropo Nietzsche hacia todo el género humano se ensañó cruelmente
con las mujeres.
En su paso por balnearios y
lugares de curación o de ocio, cuando ya había sido desahuciado de la Universidad de Basilea
por incapacidad total irrecuperable, a los 34 años, Nietzsche trataba a las
mujeres con distintos niveles de cercanía y distancia, nunca de intimidad.
Las prefería ricas, nobles,
guapas, rubias, por este orden; de ser viejas, al menos que fueran ¡nobles-nobles!,
y ricas.
A las mujeres que más trató,
más las aborreció, especialmente a Lou Salomé, a Cósima, la mujer de Wagner y a
Malwida, así como a su hermana Elisabeth y su madre, ninguna de las cuales, sin
embargo, le retiró su afecto.
Algo que él nunca les hubiera
agradecido ni perdonado de haber tenido arrestos los últimos once años de vida
cuasi vegetativa, confiado a los cuidados de las tres mujeres que lo criaron,
en su eterno retorno al seno de la mujer.
1. FUNCIÓN PRIMORDIAL DE LA MUJER : LA REPRODUCCIÓN DEL
SUPERHOMBRE.
"En la mujer todo es
paradoja y todo en ella tiene una solución: se llama embarazo. El hombre
es para ella un medio, el fin es siempre el niño. Pero ¿qué es la mujer para el
hombre?
Dos cosas requiere el hombre
auténtico: peligro y juego, y quiere a la mujer como eso, como el juguete
más peligroso”.
“El hombre ha de ser educado
para la guerra y la mujer para descanso del guerrero: lo demás es locura".
"Eficientes para
la guerra, y para engendrar, así quiero al hombre y a la mujer".
La "voluntad de reproducción" es el impulso dionisíaco creativo y destructivo, en el sentido artístico, musical, poético, literario, concebido por Nietzsche como fundamento de la "voluntad de poder": voluntad de creación, "voluntad de fecundidad", "de retorno".
Pero esta comparación
creativa-aniquiladora no es aplicada a la mujer.
Nietzsche atribuye a la mujer
la ostentación de su voluntad de fecundidad biológica y por el contrario, la
vergüenza del acto reproductor sexual, de "la voluntad de
coito", que es la verdadera "voluntad de poder", de vida,
de conocimiento y de libertad, sobrepasando en esto a Schopenhauer.
Queda así la mujer excluida,
con sarcasmo, del impulso dionisíaco y reservada a la reproducción
biológica eugenésica.
De ahí que el reiterado
propósito auspiciado por Malwida de poner sus hetairas a disposición de Nietzsche-Dionisos,
tenía pocos visos de prosperar, y se quedó en flirteos, decepción mutua,
compasión por parte de Malwida, auto-engañada hasta 1887 de que la
excentricidad del profesor desahuciado sería pasajera, y finalmente todo acabó
en irritación de Malwida y en desprecio sarcástico por parte de
Nietzsche.
"El embarazo es la condición fundamental por la que a lo largo de los tiempos se ha determinado el ser de la mujer. Relación con ello de todas las formas de pensamiento y de acción".
La ostentación que
hacen las mujeres de su preñez, corrige Nietzsche a Schopenhauer, "es
como el cacareo de una gallina antes de poner el huevo. ¡Mirad! ¡Mirad! Yo a
poner un huevo!".
Todo es paradoja en la mujer,
todo tiene una solución: preñez".
“La voluntad de coito’ es masculina, la ‘voluntad de preñez’ es femenina”.
Nietzsche asigna a las mujeres la fecundidad biológica y la esterilidad intelectual, mientras que a los hombres superiores les atribuye la fecundidad intelectual y la esterilidad biológica, esto es, su propio caso.
"Si una mujer tiene
inclinaciones doctas normalmente es que tiene
alguna disfuncionalidad sexual. Es la esterilidad lo que dispone a una
cierta masculinidad del gusto; el varón es, perdón, ‘el animal estéril’e
inofensivo, porque no tiene aguijón". (¿Lo dirá por él mismo?).
Su ideal de mujer lo ve Nietzsche en algunos aspectos de la cultura griega de los siglos VI y V a.C.
"La única función de las
mujeres era la de producir cuerpos hermosos y fuertes en los que sobreviviera
el carácter del padre… se perpetuara el genio". Son apuntes en "Humano, demasiado humano": las
mujeres fueron excluidas de toda vida pública, de los juegos y las
representaciones, y tenían como "misión única la
procreación de cuerpos fuertes y hermosos".
Nietzsche no utiliza el término "hieródula", servidoras de lo sagrado, y sí el de ‘hetaira’, amiga, querida.
Tiene como modelos de mujer a
las hetairas, más que a las prostitutas sagradas.
Incluso el inocente,
misterioso y festivo comportamiento con el que, por ejemplo, las dignísimas
mujeres del culto de Atenas era la manifestación de símbolos sexuales.
"El acto de
procreación es el misterio en sí en todas las religiones no ascéticas:
como un símbolo de la plenitud y del propósito del futuro, del volver a nacer,
de la inmortalidad".
"Una mujer quiere ser madre, y si no quiere o no puede, es carne de presidio, ¡tan grande, por lo general, es su degeneración".
"El embarazo es el estado cardinal efectivamente constituido, el ser de la mujer”.
¿Utilidad de las mujeres?.
Además de satisfacer el
placer del coito varonil, hace un repaso refiriéndose a otras características
de las mujeres europeas.
"Las mujeres en Europa,
aparte sus propias labores (‘hacer hijos’) son muy apañadas para muchas cosas.
Con las vienesas da gusto bailar. Con una francesa se puede charlar,
con una italiana posar, con una alemana osar. Entre
las judías están las más entrañables parlanchinas: la muestra enrollada
en las agudezas y autosatisfacciones de Goethe, era Rahel.
Una rusa por lo general ha vivido algo, y hasta pensado algo.
Las inglesas saben ruborizarse como sin razón, igual que los ángeles:
en fin, no acabamos si queremos probar de modo firme y resuelto
la utilidad de la mujer, algo en lo que todo el mundo cree, a partir del
ejemplo de los utilitaristas ingleses".
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