3. PROSTITUTA PARA SATISFACER
AL HOMBRE.
"Una población de
obreros necesita buenas casas de putas2.
Para la consecución del superhombre, super-perfecto, se requiere seleccionar los componentes del matrimonio (institución únicamente reproductiva, sin que en él entre el amor o la realización personal), para los demás están las prostitutas, y los otras relaciones sexuales estériles.
"Que sólo se casen: 1.-
Con una finalidad de evolución superior y 2.- Para dejar frutos de
tal humanidad.
Para todos los demás
basta el concubinato, impidiendo la fecundación.
Tenemos que terminar con
todas esas solemnes ligerezas. ¡Esas pavas no tienen que casarse! ¡Tiene que
haber menos matrimonios!
¡Id a las grandes ciudades y
preguntaos si ese pueblo tiene que reproducirse!
¡Que vayan a sus putas!
¡La prostitución no es
sentimental!
No se tiene que dar la
ofrenda a las damas o a la bolsa judía, sino a la mejora de la raza.
Y no se juzgue falsamente esa
ofrenda: las prostitutas son honorables y hacen lo que les gusta y no arruinan
al hombre por “el lazo del matrimonio” - ¡qué ahogo!"
.
Esta sarcástica diatriba es tergiversada como si Nietzsche honrara las prostitutas, y hay quienes quisieran hacerlo el santo patrono de la "profesión".
Esta sarcástica diatriba es tergiversada como si Nietzsche honrara las prostitutas, y hay quienes quisieran hacerlo el santo patrono de la "profesión".
Pero esa y otras frases
de Nietzsche sobre las prostitutas lo delatan como un cínico que las explota y
nada más, nada más si es que no contrajo la sífilis de joven en Bonn o Leipzig
(es lo que yo siempre había creído), de haber sido como decrépito prematuro en
Niza o Génova ya hubiera sido demasiado tarde.
Para Nietzsche las mujeres
prostitutas son esclavas a disposición de la satisfacción del instinto de los
hombres, la prostitución es una salida de las no aptas para la eugenesia, que
es la reproducción mejorada programáticamente.
Y ahorran al hombre el que
tenga que esclavizarse a las mujeres con el matrimonio.
Este desprecio y utilización
interesada de las prostitutas le lleva a odiar a Jesús de Nazaret, quien se
hace amar de todas las mujeres, incluidas prostitutas, y que promueve un
movimiento revolucionario popular pietista de baja ralea, formado por
"mujeres, pecadores, publicanos y enfermos".
Nietzsche desahoga su odio a
una cultura que favorece esa calaña de "prostitutas, pecadores,
pescadores, pueblo necio", y sin embargo Nietzsche se entusiasma con
"Las leyes de Manu" que, según su peculiar tergiversación, segregan y
utilizan a las esclavas de castas discriminadas para que no se reproduzcan.
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