Nietzsche asigna a la mujer
un papel de productora de la selección no natural, sino programada,
experimental, el de ser controladora inmediata de la selección de los
ejemplares de la especie, eligiendo los varones más aptos, fuertes, guapos y
sanos, y desechando a los ineptos.
"Por la mejora del
mundo.
Si se impidiera la
procreación a los descontentos, biliosos y malhumorados, la tierra se
podría convertir en un jardín de la felicidad.
En una filosofía práctica esa
expresión pertenece al sexo femenino".
Nietzsche está definiendo
literalmente su propio destino.
"La moral de todas las
mujeres debería ser: impedir la reproducción a todos
los cobardes" (escrito en el verano de 1882, cuando Nietzsche tenía
sus vanas ilusiones puestas en Lou, quien en esto le hizo caso).
"Hermanos míos, no conozco mejor consuelo para la mujer que decirle: "también tú puedes parir superhombres".
"Las mujeres solo tienen sentido y atractivo para los macizos mozos carniceros! Lo que no pasa entre los animales".
"No hay solidaridad alguna en una sociedad en la que hay elementos estériles, improductivos, destructivos: que además tendrán progenie degenerada como ellos son".
"Cuando en muchísimos casos el primer hijo de un matrimonio ofrece una razón suficiente para no traer más niños al mundo, sin embargo no se disuelve el matrimonio, sino que a pesar de los inconvenientes se confirma! ¡Qué estrechez de miras! Pero lo que quiere y quisiera el Estado no es la mejor calidad, sino ¡la masa! ¡Por eso no le importa nada la mejora reproductiva del hombre!".
La selección que las
hembras hagan de los machos tiene decisiva importancia.
"La extinción de muchas
especies de hombres es tan deseable como cualquier reproducción. Y no
se tendría que frustrar y estropear toda su evolución por esa
estrecha conjunción con una mujer, ¡por esa pasión! Si no se
encontraran como provechosas (en el mejor sentido) amistades tan
estrechas!
La “realización plena” del
hombre a través de la mujer para el hombre pleno es una locura".
Y Nietzsche continúa poniendo
las condiciones estrictas del matrimonio reproductivo del superhombre, y para
quien no las cumpla, junto con otras salidas semejantes como la pederastia y el
onanismo, le queda el concubinato y la prostitución, pero ¡no de modo
sentimental!, sino con la finalidad de "mejorar la raza".
Esto es racismo puro y duro.
En la propuesta de
la disolución de la familia invoca Nietzsche a Platón (para esto sí,
no para la igualdad de derechos de la mujer), que de ese modo sitúa
la posición de la mujer respecto al Estado, y exige que en lugar del
matrimonio el Estado establezca emparejamientos mandados entre los
hombres más valientes (andreia = "varoniles") y las mujeres más
nobles, para obtener una hermosa progenie".
Todo en vistas a la
"reproducción del genio", sigue diciendo Nietzsche, con más cosas de
este tenor: "La mujer significa para el Estado lo que el sueño (dormir)
para los hombres"
Nietzsche encuentra en la ley de castas de
Contrapone "la Ley
de Manu, frente al miserable Nuevo Testamento":
"Y finalmente una
prohibición a las mujeres-sudra de asistir en el parto a las
mujeres-tschandala, y lo mismo para éstas el asistirse mutuamente. El éxito de
tal política sanitaria no tardó en llegar: epidemias mortíferas,
horribles enfermedades sexuales y además la imposición de “la ley del
cuchillo": la circuncisión de los niños y la ablación de los labios
vaginales para las niñas.
Manu mismo dice: ‘Las
tschandala son fruto del adulterio, del incesto y del crimen (necesaria
consecuencia del concepto de “cría reproductiva".
¡Superracista Nietzsche!.
Para Nietzsche es ¡un
éxito! esa supuesta "política sanitaria", que incluye la ablación de
los labios vaginales en las mujeres descastadas.
Las devotas feministas
nietzscheanas todavía encontrarán excusa para justificar esta
"enseñanza" a las leyes de castas que repercute especialmente en las
mujeres pobres marginadas, como la encontraron ménades de la cohorte que seguía
a Nietzsche en su deriva enajenada entre Niza y Engadín.
Proponer como modelo
las leyes arias de Manu para la consideración de la mujer, basta para
diagnosticar la paranoia de Nietzsche desatada ya por estas fechas de 1888.
Pero frases de este tenor
descabellado ya estaban en "El origen de la tragedia", de 1872, como
la justificación del incesto, si no en su propio comportamiento con su
hermana, al menos en el ejemplar Edipo, ya que como dogmatiza el mismo
Nietzsche: “obrar contra naturaleza es el mejor modo de vencer la
naturaleza".
Se le puede considerar el
promotor del derecho antinatural.
Otra de las expresiones que
por sí sola basta para diagnosticar la paranoia integral de Nietzsche.
Nietzsche excluye el
sentimiento del amor en la relación hombre y mujer.
"Amor. Mirad bien ese
amor, esa compasión de las mujeres, ¿hay algo más egoísta? Y cuando se
entregan, su honestidad, su fama, ¿a quién la ofrecen? ¿al hombre? ¿o más bien
a una necesidad licenciosa? Son pasiones totalmente egoístas, como si
hicieran bien a los demás y provocaran agradecimiento.
¿Hasta qué punto tamaña hyper-fetación
{de "feto"} de una valoración puede santificar todo lo
demás?
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