La muerte, para un cristiano,
no es el fin, sino el tránsito, el paso, a una vida infinitamente mejor. Tan
buena que merece la pena sacrificar la vida real, la presente, la de aquí, por
la vida venidera que nos espera.
A una vida PERSONAL, como la
de ahora, pero infinitamente MEJOR.
Tanto la Filosofía como el
Cristianismo hablan de Salvación y de Sabiduría, pero cada uno las entiende a
su manera.
Entre ambos hubo no sólo
confrontación, también competitividad, para ver quién se llevaba el gato al
agua, quién conseguía más adeptos, más seguidores.
Evidentemente, en un ambiente
social intelectualmente bajo, la gente es más propensa a “creer” que a “saber”,
a “fiarse de otro” más que a “confiar en sí mismo y en sus propias fuerzas”, a
aceptar la opinión ajena, más rica y llena de matices, que la propia, más
pobre.
Entre Razón y Fe los
planteamientos no sólo son diferentes, son, incluso, opuestos, contrarios e
incompatibles.
La hegemonía, el triunfo, de la Religión cristiana sobre la Razón Griega y Romana
tuvo mucho que ver con las promesas que ambos ofertaban a una muchedumbre sin recursos.
Experimentan, sufriendo, su
pobreza vital, su insignificancia social en esta vida, lógicamente, pues,
optarán por la mejor oferta, en la otra vida, conscientes de que ni los unos ni
los otros, ni los Filósofos ni los Cristianos, los sacarán del pozo en que se
encuentran en esta vida.
La respuesta cristiana al
interrogante humano sobre la Finitud Temporal es más atractiva y atrayente,
más tentadora, que la respuesta filosófica.
Además, para salvarse, se les
exige lo que ya tienen y sufren: ser pobres, tener hambre y sed, ser
insignificantes, ser humildes, ser perseguidos,…. (bienaventurados), lo que ya
ellos son y significan, socialmente, en esta vida.
Pero, además, los cristianos
de 1ª fila, fueron inteligentes, porque una de las maneras de poder vencer al
enemigo es luchar con las propias armas del enemigo, por lo que, para
defenderse de los ataques de los filósofos, tuvieron que aprender filosofía y
usar su terminología y sus conceptos.
Pero usan la Filosofía como un medio,
como un instrumento, al servicio de la
Fe , que es la que va a salvarlos.
Primeramente para mostrar que
la Fe no es
contradictoria con la Razón
(de lo que se deduciría que si una es Verdadera la otra tendría que ser Falsa,
y viceversa, porque, nunca, dos proposiciones contradictorias pueden ser ni V.
ni F. al mismo tiempo) sino que son diferentes o, a lo más, contrarias.
En segundo lugar para
terminar mostrando que son complementarias y que allí, donde la Razón no llega, allí está la Fe , que ese es su ámbito.
En tercer lugar para mostrar
que la Palabra
Revelada por Dios, infalible, siempre debe tener preeminencia
sobre la Palabra Humana ,
siempre cambiante y falible.
El tener Fe, la Con-fianza , engendra
más certezas subjetivas y más expectativas que las pocas certezas objetivas que
engendra la Razón.
Ninguna de las dos
Salvaciones ofertadas es evidente. Ningún filósofo ni ningún cristiano, una vez
muertos, han resucitado para venir a confirmar o falsar sus Salvaciones. Por lo
que hay una apuesta por la mejor oferta.
La opción por la Religión , desde antes del
comienzo de la Edad Media ,
tiene varios ingredientes a tener en cuenta: el desprestigio, el mal-hacer y
los avatares de los emperadores romanos, el clima intelectual de baja
intensidad, la pobreza de la mayoría de la gente, la organización y jerarquía
religiosa, que consigue, desde la libertad de religión, hasta ser considerada
la religión oficial, hasta, casi, llegar a prohibir otras religiones.
Y esta opción por la Salvación Religiosa
Cristiana va a suponer una ruptura radical con el mundo griego y su concepción
del hombre, del cosmos y de la salvación.
Una nueva y atractiva Teoría
de la Salvación ,
que conlleva una práctica religiosa y moral, donde la solidaridad y la
hermandad, el amor, entre los creyentes hará que sea rápida su propagación y
asentamiento.
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