Natural de Córdoba se
distinguió en el foro como un brillante orador, ganándose la animadversión de
Calígula pero, acusado de complicidad en el caso de Julia, hija de Germánico,
fue desterrado a Córcega por Claudio (año 41) y no se le levantó el castigo
hasta que, después de la muerte de Mesalina (año 48) la emperatriz Agripina,
esposa de Claudio, le hizo volver del destierro (años 49-50) y le encargó la
educación de su hijo Nerón.
El año 54 Agripina envenenó a
su marido y Nerón fue proclamado emperador pero su índole sanguinaria le hizo
olvidar muy pronto las enseñanzas de su maestro, haciendo matar a su madre
Agripina, a su hermano Germánico y a su mujer Octavia.
Séneca se alejó de la corte,
retirándose al campo (año 62) pero, acusado de complicidad en la conjuración de
Pisón, Nerón le ordenó elegir la muerte que prefiriera.
Se abrió las venas en el
baño, junto con su mujer Pompeya Paulina, pero no surtiendo efecto la sangría,
pidió la cicuta y, no bastando tampoco, terminó su vida en la cámara de vapor.
Murió con tranquilidad
estoica, pronunciando hermosas sentencias.
A pesar de su estoicismo, sin
embargo, amasó una fortuna que ascendía a muchos millones de sextercios, lo que
provocó mucha crítica popular.
La nobleza y elevación de sus
doctrinas ha sido causa de que se le haya considerado casi como cristiano.
El mismísimo Tertuliano, (el
de “credo quia absurdum est”) se refiere a él como “Seneca saepe noster”.
Pero carecen de todo
fundamento sus relaciones y correspondencia con San Pablo.
Las doce cartas que se le
atribuyen son apócrifas aunque si uno toma en su mano derecha una Epístola de
San Pabo y en su mano dercha una de estas doce cartas de Séneca, si no se sabe,
de antemano, cual es de cual, fácilmente llevan a confundirlas, pues son de
contenido muy parecido.
Séneca no es un filósofo
metódico ni sistemático, su estilo es bastante seco, cortado, sentencioso, como
compuesto de refranes.
“No hay escritor de quien
puedan entresacarse tantas páginas bellas, tantas sentencias nobles y tantas
máximas felices.
“Donde quiera se encuentran
joyas, sólo les falta el primor del engarce”
Se mantiene en el marco
general de la doctrina estoica pero sin exclusivismo a escuela alguna concreta.
Conserva su libertad con un
poco de escepticismo y eclecticismo, dando amplia acogida a otros elementos,
incluso de los epicúreos.
“Quidquid verum est, meum est”.
Su filosofía tiene, ante
todo, un valor práctico, por lo que simplemente enseñe a conocer cosas.
La filosofúa es/debe ser la
que enseñe a vivir bien, conforme a la virtud.
Nada le importa sino lo que
puede hacerle virtuoso.
Para Séneca la filosofía no
es la que sirve para la escuela, sino la que sirve para la vida.
“Facere docet Philosophia, nos dicere; sic ista discamus, ut quae fuerunt
verba, sint opera”.
Tiene de la Filosofía un concepto
universalista, que comprende todo el conjunto de las ciencias.
“Divinorum et humanorum
scientia”.
En su filosofía a veces
aparecen proposiciones un tanto contradictorias, ensalzando unas veces la
necesidad de la solidaridad humana, de la acción y del trato social y, al mismo
tiempo, recomienda al sabio recluirse en sí mismo; recomienda el amor universal
a todos los hombres al tiempo que acentúa su desprecio hacia los hombres
vulgares; ensalza el deber de luchar contra las adversidades y de sobreponoerse
al dolor al tiempo que hace como una apología del suicidio.
Muestra en su obra un
carácter profundamente humano al centrar su interés en el hombre mismo.
Interioriza la vida moral y
ensalza como algo sagrado la dignidad de la persona humana.
Una sentencia frostispicia:
“HOMO RES SACRA HOMINI”
Llega a disculpar los
defectos de los hombres, una vez reconocidos.
Siente vivamente el dolor de
los demás y acude a la
Filosofía para consolarles.
El filósofo debe ser una
especie de “médico de las almas”.
Su misión es enseñar la
virtud y consolar a los que sufren.
En Séneca se atenúa el
excesivo rigorismo estoico y su moral tiene un sentido mucho más realista y,
por lo tanto más humano.
En su Física considera a la
naturaleza como un dualismo de materia y fuerza siendo el Fuego, en perpetua
movilidad, la materia primordial e informado por una razón inmanente.
En su Psicologia afirma que
el alma es algo corpóreo, como todo lo demás, pero compuesta de una materia más
sutil y se distingue del cuerpo, y acogiendo el dualismo platónico de cuerpo y
alma.
¿Origen del alma? Es una
partícula desprendida del pneuma universal, lo que hace considerar al hombre
con una especie de sentimiento religioso y sentirse como extraño sobre la
tierra.
En el hombre hay una parte
divina, que es su razón, la cual es común a los hombres y a los dioses.
¿Inmortalidad del alma?
Titubea. Unas veces la admite: “en la muerte el alma se despide del cuerpo y
reorna al cielo, de donde había salido.
¿Pruebas? Ninguna.
Escepticismo.
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