Tuvo amistades, como la de
Violette Morin, a la que le telefoneaba todas las mañanas y con la que se veía
por las tardes y las noches, hablando de todo.
Sus amigos conocen su
homosexualidad pero no saldrá a la luz hasta la muerte de su madre, a la que se
lo había ocultado para no herirla.
Lo insinúa en su
“Fragmentos”, en la letra H: “La diosa H: la facultad de gozar de una
perversión (la perversión de las dos H (la homosexualidad y el hachís) que es
siempre subestimada.
La ley, la Doxa , la ciencia no quiere
comprender que la perversión, sencillamente, hace a uno dichoso. La perversión
produce un “más” y me hace más sensible, más receptivo, más locuaz, más
distraído. Y es en este “más” donde está la diferencia.
Por lo tanto, es una diosa a
la que se puede invocar, un medio de intersección.
Hasta 1.987, en que se
imprimió “Incidentes”, su homosexualidad no llegó al público.
“Incidentes” es una especie
de dietario póstumo en el que se narran sus correrías nocturnas por París,
donde siempre abandonaba el grupo para buscar algo, lo que saliera.
“No lejos de nuestra mesa,
otro angelical con sus cabellos largos cortados y con la raya en medio. Me mira
de cuando en cuando. Me atrae su camisa blanca, abierta sobre el pecho. Bebe
Ricard y lee Le Monde…Acaba de sonreírme…”
En Marruecos había
frecuentado los burdeles.
“Gerard quiere mostrarme el
camino de la Gacela
de oro. Se instala en el automóvil como para hacerme adivinar sus atractivos,…
¿Sabes? Mi aparato está entero…”
Otra vez: “Mustafá está
enamorado de su gorra. “Quiero mi gorra”. No quiere dejarla para hacer el
amor…”
Sus amigos son, (como ya
hemos indicado anteriormente) su familia.
“El secreto de la convivencia
está en el “ideoritmo” (de “idios” (propio) y “ritmos” (ritmo)) “propio ritmo”
que era el modo de vida de los monjes del Monte Athos, que viven solos pero
dependen de un monasterio que organiza encuentros semanales conjuntos.
La soledad de los monjes está
a medio camino del desamparo de los eremitas y el cenobismo institucionalizado,
una integración total en el convento.
Lo mismo es lo que ocurre
entre una persona y sus amigos.
Fue San Benito y su Orden benedictina
la que acaba con los “ideoritmos”.
En el anacoretismo el
anacoreta vive al margen de las obligaciones sociales, del Estado, del poder y
en 1.453 la comunidad del Monte Athos llegó a ser hasta de 7.000 y llegó su
apogeo a finales del siglo III y comienzos del siglo IV y fue liquidado por el
cenobitismo, coincidiendo la institucionalización del Cristianismo.
R. Barthes afirmará que,
también, existe la “anacoresis laica” y señala a Spinoza al final de su vida,
cuando se margina voluntaria y ejemplarmente.
La escena de la madre que
tira del niño, sujetando su mano, haciéndolo caminar a su ritmo (el de la
madre).
Es el poder, que impone su
ritmo...
Hablar del poder es hablar de
disritmos, de heteroritmos.
El número ideal de un grupo
ideorítmico es el 12, como los monjes budistas de Ceilán.
Es el modelo de comunidad
utópica, no más de 12, y no como el modelo de los hippys.
A veces un piso compartido
puede llegar a serlo.
R. Barthe muere en 1.980 al
ser atropellado al cruzar una calle de París, saliendo de una reunión.
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