CARL ROGERS.
El genio cándido es el que
cree, y está convencido de poder entrar, de conocer y de describir el carácter
de las personas.
Nacido en Chicago es, junto a
Abraham Maslow, uno de los padres de la Psicología Humanista
que se abre paso entre las dos escuelas hegemónicas de mediados del siglo XX:
el Psicoanálisis y el Conductismo.
Ya, de entrada, substituye el
término “paciente” (el que padece) por el de “cliente” (hoy, en los Centros de
Salud se les denomina “usuarios” (que usan los servicios sanitarios que se les
ofrecen) y tratándolo como un verdadero encuentro entre dos seres humanos,
entre dos personas, en el que el terapeuta se limita a dejar que afloren a la
superficie los problemas latentes de su cliente.
Las respuestas a preguntas
tales como: “¿Cuál es tu objetivo en la vida?”, “¿Por qué te esfuerzas?”, “¿Cuál
es tu propósito al esforzarte?”…las respuestas son muy distintas, como
distintas son las personas preguntadas: “pasármelo bien”, “ganar dinero”,
“alabar a Dios”,…
Pero cuando esas mismas
preguntas se les hacen a personas de otros países y de otras culturas, sus
respuestas son, todas, muy parecidas: “aceptar el cambio”, “superarme”, “la
autosuficiencia”, “disfrutar de los placeres de la vida”,…
La mayoría de las personas
tienen los mismos, o muy parecidos, objetivos.
La gran pregunta es: “¿cómo
ser la persona que se es, pero sin máscaras, realmente?”
E irán surgiendo una
pluralidad de yos que estaban dentro de cada uno de nosotros.
Porque no es igual perder un
brazo, una pierna, un ojo,…que perderse como persona, perder el propio yo,
aparentar ser otro del que se es, enmascararse.
Porque, dentro de cada uno,
no hay un yo, sino varios yos.
En su obra “Matrimonio y sus
alternativas” vence las defensas que ha levantado la sociedad burguesa sobre la
intimidad de las personas.
Tiene, para ello, un antecedente
a su favor para su estudio: los 47 años de convivencia con Helen, a la que
conoció en la Escuela Primaria
y con la que coincidió en la
Universidad , aunque tienen intereses distintos, por ser
bastante distintos.
Él es una persona culta
mientras ella es inteligente (distinto de “culto”), honrada, de carácter suave,
tranquila, no fácilmente excitable,…
Se casan con 22 años
careciendo ambos de experiencia sexual, manifestándose su ingenuidad en esta
faceta.
Algo bueno que hacen es
trasladarse a vivir a miles de kilómetros, lejos de sus familias, a Nueva York.
Como todos los matrimonios
pasan por altibajos.
Intervienen en un estudio
experimental sobre sexualidad en el que participan parejas jóvenes recién
casadas y descubren que “no hay nada de lo que no pueda hablarse” a la vez que
duda si su mujer ha tenido alguna vez un orgasmo.
Los celos surgen en Helen
cuando se entera de que Rogers tiene una relación, en paralelo, con otra mujer.
Sugiere Rogers que hay varios
tipos de matrimonios, desde el “matrimonio complementario”, en el que uno suple
las deficiencias del otro, combinándose muy bien, al “matrimonio por
similitud”, en que son, básicamente, iguales, pero en el que los conflictos
muchas veces se acentúan.
Son los dos tipos extremos de
matrimonio y entre ambos hay una gran variedad, como el suyo, que siendo ellos
diferentes, no es un matrimonio de extremos.
Si se cultivan las
diferencias, en una vida marital conjunta, son muy significativas las ventajas.
“El amor consiste –llega a
decir- en que una persona se preocupe más por la otra de la pareja que por ella
misma”.
En sus investigaciones, a
micrófono abierto, hace entrevistas y piden que, sinceramente, relaten sus
experiencias íntimas.
En la obra narra, muy
ampliamente, el caso de Irene, de 21 años, y el dolor que ha soportado en sus
dos relaciones anteriores y sus dos divorcios correspondientes.
Siendo el sexo una de sus
principales motivaciones para casarse no consiguió ser feliz al tener sus
compañeros un concepto instrumental del sexo.
Sólo será feliz en su tercera
relación sentimental al comprobar que es aceptada como persona por su
compañero, que no tiene prisa, ni en la cama ni por irse a la cama con ella.
Se ve aceptada como persona y
no como instrumento de placer del compañero, aceptándolo a él como persona,
amándolo y siendo amada al mismo tiempo.
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