martes, 21 de noviembre de 2017

MICHEL FOUCAULT Y LA SEXUALIDAD (2)

¿Por qué afirma que “no es feliz” esa persona que está siendo entrevistada en la radio?
Y la entrevistadora insistirá en que responda a la pregunta de si son satisfactorias, felices o no, sus relaciones sexuales, lo que hace que el oyente Foucault se haga, al mismo tiempo, esa misma pregunta.

Después escribirá sobre este tema, los tres volúmenes de su “Historia de la sexualidad”.

¿Es Foucault nietzscheano?

Porque ambos cuestionan el concepto de racionalidad occidental, igualmente ambos reniegan de la Religión.

Pero también es un kantiano, en cuanto que para ambos la forma prima sobre la materia o el contenido (recordemos los Imperativos Categóricos kantianos: “Obra de tal manera que…” (la forma de obrar), no los Imperativos Hipotéticos “Si haces esto….si no haces lo otro,,,” (lo que haces, el contenido).

Más importante que “lo que” se desea (el contenido), es “la manera en que” se vive y se exterioriza esas apetencias (la forma).

Sexualmente, entre los antiguos y nosotros poco ha cambiado el contenido (las prácticas sexuales), lo que ha cambiado es la forma en que se acepta o se rechaza, la manera en que se vive la relación con la sexualidad, y esta ruptura con los antiguos es la que nos permite entender nuestro mundo.

En el mundo clásico los placeres de la mesa y de la cama van unidos.

Nunca es tan importante lo que comemos o con quien nos acostemos, como la manera, la forma de hacerlo, que para los griegos es “con moderación” (de nada demasiado).
Lo reprobable, lo rechazable es el exceso, lo ideal es “el dominio de uno mismo”, la excelencia moral, moderar los instintos,…

Cuando Platón llega a Siracusa, donde reina el tirano Dión y donde “la comida y la carne (el sexo) no tienen límites, lo que propone, e intenta Platón es la “moderación”, el equilibrio.

La dinámica del acto sexual en los griegos es la “penetración”: penetrar o ser penetrado, el activo y el pasivo, valorando positivamente lo primero, porque el sujeto lleva las riendas de la acción, mientras el segundo, al ser penetrado, es un ser sometido, como si fuera una mesa, un simple y mero objeto de placer.

“Dominar o ser dominado” –que diría el Marqués de Sade.

La sexualidad es un ejemplo más de cómo el poder abstracto incide en la vida cotidiana de la gente.

El Estado actúa como un verdadero agente de policía y es, entonces, cuando la vida misma deviene como objeto del poder.

El tomo primero (son tres) de la “Historia de la sexualidad” lleva por título “La voluntad de saber” e intenta hacer ver las estrategias de los macropoderes que regulan las relaciones personales.

“El poder está en todas partes”, no sólo en las contradicciones del campo social (marxismo) y no es el aparato superestructural al servicio de la clase dominante.

“La voluntad de saber” es un libro contra los tópicos que cultivaron los intelectuales después del Mayo del 68.

La ideología de la liberación no parte de la hipótesis de la sexualidad reprimida y la proclama de hacer una revolución sexual.

El deseo sexual no procede de la represión (como Lacan y los marxistas).

¿Por qué la sexualidad se ha convertido en un aspecto central de nuestra vida y a la hora de valorar la personalidad?


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