lunes, 13 de noviembre de 2017

CARL ROGERS: EL PSICÓLOGO HUMANISTA Y EL SEXO. (y 2)

Son los años 60-70 y están poniéndose de moda las comunas en las que se materializa la utopía sexual, reivindicando la revolución sexual.

Distingue en ellas hasta 9 formas distintas de convivencia grupal, desde la rural a la de una casa habitada por estudiantes, varones y mujeres, o la de Twin Oaks, con 30 adultos y sólo 2 niños, que intentan aplicar las ideas de Skinner.

¿Por qué se incorporan a las comunas personas inteligentes, sofisticadas, educadas, que disponen de todas las oportunidades que puede ofrecerles la sociedad en que viven?
Respuesta: “para escapar de la creciente alienación y aislamiento de, y en, la sociedad en la que viven.

Además, en la comuna pueden desarrollarse todos los aspectos de la personalidad de cada uno, siendo valorados, y también el deseo de experimentar la sexualidad de otra manera.

Las comunas no eran como hoy son los “swingers”, donde matrimonios burgueses se dedican al intercambio de parejas para experimentar, ambos, la sexualidad con otro.

Dice que, en las comunas, no son frecuentes las uniones homosexuales y, si las hay, son más entre mujeres que entre varones.

También hay, en las comunas, una motivación política: llevar a la práctica, a pequeña escala, el modelo de vida que propugnaba el anarquismo, como una reforma radical de la sociedad.

Constata que en la mayoría de las comunas los miembros tienen, como mínimo, dos años de estudios universitarios pero que su estancia en las comunas no llega a dos años.

Muchas comunas fracasan porque no consiguen resolver el problema de la autosuficiencia, al tiempo que, también, estás presentes los celos así como la ausencia del necesario espacio vital, al que no desean renunciar pero que no es fácil disfrutar de él en las comunas.

Tras todos estos estudios afirmará que considera la relación amorosa entre personas, más como un río que como una caja.

El matrimonio ni tiene, ni debe tener, una estructura estática, sino que es un flujo en perpetuo movimiento.

Cuando cada uno de ellos progresa individualmente el conjunto se enriquece.
La afirmación de uno de ellos no es un riesgo sino una garantía de éxito.

El goce sexual no es la condición, o garantía, para el equilibrio marital, sino la consecuencia.

Las predicciones que hizo para el año 2.000 no lo han encumbrado, precisamente:

1.- Mayor libertad sexual tanto entre adolescentes como entre adultos.

2.- Disminución de la tendencia a la posesión en las relaciones sexuales.

3.- Las uniones sexuales no tienen por qué acabar en descendencia (por el uso cotidiano de anticonceptivos).

Pero los resultados han sido:

1.- Los hijos no deseados, en jóvenes solteros y en adultos casados, han aumentado, aumentando el número de abortos.

2.- La violencia de género, cotidiana, con asesinatos continuos van en aumento, a pesar de la educación para concienciar y el teléfono de ayuda a las personas maltratadas, consecuencias de que el maltratador cree tener derecho de posesión sobre la persona maltratada.

3.- Represión de cualquier viento fresco de nuevas experiencias sexuales.


Y, como Rogers afirma (y con lo que estoy de acuerdo): “NADIE QUE QUIERA AMAR SERÁ, NUNCA, LIBRE”

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