Es decir, el “platonismo” es
el generador del “Nihilismo”, el más pesado de los huéspedes, que avanza sobre
Europa con el paso lento, pero seguro, de la pérdida total de vida, que hará de
la cultura europea “el matadero del espíritu”.
Si “nada (nihil) de lo anterior
vale y la vida y el mundo han estado basados y fundamentados en esa “nada”, no
es de extrañar que el “nihilismo” (bajo una de sus formas, al menos, la
secularización, Europa está convirtiéndose en Ese “matadero del espíritu”.
Su aversión al Platonismo, su
odio tanto a Kant como a Espinosa (Spinoza), su rechazo a la moral cristiana, sus
desprecios a Occidente, junto a la irrupción
de su propia filosofía y sus planteamientos claves son los que deberán
llevar a la humanidad hacia otros cambios y a otras formas de valorar la
existencia.
Ahora los clásicos problemas
de la filosofía, a la luz de la nueva perspectiva nietzscheana, son planteados
de otra manera distinta.
En esta o para esta filosofía
del porvenir es difícil separar el terreno filosófico del terreno moral.
Todos los filósofos han
pretendido moralizar, han pretendido, en su búsqueda de la verdad, a cualquier
precio, ser los dirigentes y los ordenadores del mundo, en una interpretación
de la realidad con base en unos valores determinados.
Esa “Voluntad de Verdad”
atraviesa toda la historia del pensamiento occidental, desde Platón hasta él
pero él está justamente ahí para ser el destructor de esa forma de pensar y de
valorar la existencia.
Filosóficamente, pues, podría
decirse que la historia de la
Filosofía se divide, como la historia general se dividía en
a. C y d. C en “antes de mí (Nietzsche) y después de mí”.
Toda esa estructura milenaria
prenietzscheana debe ser derribada con el “martillo” y convertir la cisura del
“antes y el después”.
“Es de capital importancia
que se suprima el mundo verdadero. Éste es el gran cuestionador y el gran
devaluador del mundo que nosotros somos. Él ha sido, hasta ahora, nuestro más
peligroso atentado contra la vida.
Mientras se mantenga el “allí
arriba” y éste sea “supervalorado”, el aquí abajo, yo y el mundo, no son más
que la sentencia del místico: “una mala noche (tiempo pequeño, nuestra vida
terrenal) en una mala posada (espacio concreto)”
Pero es que esa “Voluntad de
Verdad” no es una potencia moral, sino una forma de manifestarse la “Voluntad
de Poder”.
“No hay ni espíritu, ni
razón, ni pensamiento, ni conciencia, ni alma, ni voluntad, ni verdad: todo son
ficciones inservibles.
No se trata de “sujeto” y
“objeto” sino de una determinada especie animal que únicamente prospera bajo
una cierta exactitud relativa y, sobre todo, regularidad de sus percepciones”.
Esa afirmación categórica
anterior es la que ha producido (y sigue produciéndolo) un rechazo instintivo
de su filosofía tanto por parte de los filósofos académicos como de los
filósofos en general, pertrechados de “platonismo” y ajenos al nuevo catálogo
de categorías que Nietzsche ha puesto en funcionamiento.
El intento de Nietzsche es
mayor que el “intento quijotesco” de salvar damas y defender viudas luchando
contra “molinos-gigantes”, se trata del envés a la tradición, no es mero
intento de mejorar una sola parte, es “contra el todo”.
Exceptuado Heráclito todos
los demás filósofos anteriores a él serán vilipendiados, destruidos,
subvalorados, por ser los causantes de la “antivida que proponen como auténtica
vida” por mantener el esquema interpretativo del “platonismo”.
El aspecto destructivo de su
filosofía, el primer paso en su caminar filosófico, se concreta en ese ataque
frontal, esa lucha a muerte, contra la metafísica, ese ataque personal contra
los principales concepto de la misma, contra el platonismo como reino supremo
de la Idea y sus
derivaciones idealistas y positivistas.
Este primer paso destructivo
para allanar el solar de su futura edificación es lo que más ha calado en sus
estudiosos, porque parece escribir con sangre.
Nietzsche el destructor,
Nietzsche con el martillo derrumbando los ídolos del pensamiento Occidental,
Nietzsche el iconoclasta por antonomasia, que inaugura la Crisis Occidental y pone la
primera piedra que sirva como punto de partida para todo lo que el siglo XX ha
no sólo pensado, sino realizado en la
Praxis : el Nihilismo.
“Nada de lo anterior valía,
por eso lo hemos destruido para construir el nuevo mundo valioso.
“Superación de los filósofos
mediante la destrucción del mundo del ente: período de transición del
Nihilismo, antes de que exista la fuerza de invertir los valores y de deificar,
de bendecir lo que deviene, el mundo aparente como el único mundo”
Que sólo exista lo que
realmente existe, este mundo, terrenal, temporal, deviniente, imperfecto,… pero
el único hogar para el hombre nuevo.
El Nihilismo supone la
conciencia de una grave crisis, de la “mayor colisión de conciencias, de una
crisis como jamás la ha habido en la tierra”
“Describo lo que viene: el
advenimiento del Nihilismo… los signos se hallan por todas partes, sólo faltan
los ojos para detectar estos signos. Celebro, no condeno, que venga: creo que
tiene lugar una de las crisis más grandes, un instante en que el hombre
recapacita sobre sí mismo de la forma más profunda: si el hombre se repondrá o
no, si domeñará la crisis o no, es una cuestión que atañe a su fuerza: es
posible”
Esta interpretación de la
historia Occidental como historia “nihilista”, este planteamiento del Nihilismo
como fenómeno contemporáneo nos ha dejado atónitos.
“Nada” de todo lo anterior
vale.
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