“Ya el mundo ha sido, durante
demasiado tiempo, una casa de locos”
“Lo que la humanidad ha
tomado en serio hasta este momento no son ni siquiera realidades, son meras
imaginaciones o, hablando con más rigor, mentiras nacidas de los instintos
malos de naturalezas enfermas, de naturalezas nocivas, en el sentido más
hondo…”
La transvaloración se
convierte entonces no en un problema teórico sino en la mayor intuición de lo
que puede llevar a la humanidad a otras esferas de conocimiento y de valor.
“…el rayo destructor de la Transvaloración , rayo
que hará convulsionarse a la tierra…”
“Pues yo llevo sobre mis
espaldas el destino de la humanidad”
“…la verdad habla en mí. Pero
mi verdad es terrible: pues hasta ahora a la mentira se la venido llamando
verdad. Transvaloración de todos los valores: ésta es la fórmula para designar
a un acto de suprema autognosis de la humanidad, acto que en mí se ha hecho
carne y genio”.
Este cambio de valores es la
propuesta más radical de Nietzsche lo que permitirá hacer de su filosofía la
fundamentación de una nueva manera de comprender la realidad.
Esta su filosofía ya no sería
una filosofía más, entre otras, sino la filosofía misma, que apartaría a la cuneta
a todas las que hasta ahora así se han llamado.
Se trata de cambiar la escala
de valores, guía de la humanidad occidental hasta ahora, y que partiría a la
historia en dos mitades: “antes de” y “después de”.
¿Y no sería esto lo que
pasaría si la humanidad se sometiese a un proceso de profunda autognosis,
ocurriendo, entonces, en el mundo modificaciones tan profundas que se alterase
toda la escala de valores que nos rige?
¿Podríamos nosotros, hoy,
habitar un mundo distinto a este que habitamos y soportar una existencia
modelada en la tragedia vital y en la afirmación total de la existencia misma?
El cambio de valoración
permite la construcción de una nueva humanidad, en la que los valores ya no son
los mismos y en que ella misma tampoco es la misma.
Desaparecidos los conceptos
clásicos de “unidad” e “identidad”, destruida la Lógica o declarada,
simplemente, “mentira necesaria para la vida”, lo que nos queda son nuevas
posibilidades imposibles de dilucidar por nosotros, atrapados durante milenios
por los conceptos tradicionales lógicos y gramaticales.
Y es que, cuanto más
caminamos y nos acercamos a la meta dionisíaca, más lógica perdemos y más
poesía ganamos.
Las palabras se agotan, los
conceptos se quedan cortos e, incluso, las metáforas son reemplazadas por el
silencio.
Proseguiremos sabiendo que
seguimos presos del lenguaje que, frío, no sirve para acoger la vivencia, pero
que no tenemos más remedio que usarlo y forzándolo a que diga lo que queremos
que diga, siendo conscientes de que nunca será así del todo, pero que debemos
seguir jugando con sus posibilidades hasta el final.
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