jueves, 19 de julio de 2018

NIETZSCHE (5) EL NIHILISMO



“Lo que cuento es la historia de los dos próximos siglos. Describe lo que sucederá, lo que no podrá suceder de otra manera: la llegada del Nihilismo. Esta historia ya puede contarse ahora porque la necesidad misma está aquí en acción. Este futuro habla ya en cien signos; este destino se anuncia por doquier.; para esta música del porvenir ya están aguzadas todas las orejas. Toda nuestra cultura europea se agita ya, desde hace tiempo, con una tensión torturadora, bajo una angustia que aumenta, de década en década como si se encaminara a una catástrofe; intranquila, violenta, semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su fin, que ya no reflexiona, que teme reflexionar”.

Pero la verdadera gran angustia es: “el mundo ya no quiere ningún sentido”

“Se vislumbra la oposición entre el mundo que veneramos y el mundo que vivimos, que somos. No queda sino acabar con nuestros objetos de veneración o acabar con nosotros mismos. Esto último es el Nihilismo”

¿Qué está ocurriendo en el interior de la Civilización Europea, que está llevando a toda esta construcción milenaria a su propia autodestrucción?
¿Falló algo, desde el comienzo, en la construcción de Europa?
¿Culpables, los griegos?, ¿Culpable el cristianismo?
¿Subsiste algo, en la base del Racionalismo que impide su verdadero desarrollo y que lo empuja a la catástrofe?

El Nihilismo, como descubrimiento y como presentimiento de algo terrible que se avecina  no debe afrontarse como un problema teórico. Debe afrontarse como una amenaza para la vida.

El Nihilismo es un asunto real en un sentido opuesto a la moral judeo-cristiana y su forma de ver el mundo y cómo comportarse uno ante él.

Creer en las categorías de la razón; “finalidad”, “unidad”, “ser” es la causa del Nihilismo, porque son categorías no de un mundo real, sino de un mundo fingido.

Pero no es, todavía, el Nihilismo perfecto para que de él salte la “Nueva Humanidad”, el “Superhombre”

Este Nihilismo no realizado es lo que nos permite entender estas épocas convulsas que atravesamos, como individuos y como pueblo, y en las cuales los viejos valores no han muerto del todo y los nuevos valores simplemente no aparecen aún en el horizonte.

La vieja interpretación del mundo se niega a morir.
Los viejos valores pierden vigencia, nada tienen que hacer en el presente, pero el hombre contemporáneo se aferra a ellos con angustia, pues es el único soporte que le queda ante el vacío total.

“…todo se judaíza o se cristianiza, o se aplebeya a ojos vistas. La marcha de ese envenenamiento continúa, pero puede ralentizarse.

Esclavo, aún del sentido que, durante siglos, ha introducido en las cosas…esclavo de dioses y de fantasmas, de sueños, de fobias y miedos, sin otro referente que el ancestral, tiene que resultar difícil (si no imposible) saltar al vacío y crearse otra interpretación de la realidad.
Así permanecemos ajenos a lo real, prisioneros sin cárcel de nuestras propias percepciones.

Sólo comprendiendo el Nihilismo podremos salvar no sólo nuestra vida, sino la Vida como tal.

El “gusano hombre”, el “hombre manso”, el incurablemente mediocre y desagradable haya aprendido a sentirse a sí mismo, como la meta y la cumbre, como el sentido de la historia, como “hombre superior”…
El que se sienta distanciado de la muchedumbre de los mal constituidos, de los enfermizos, cansados, agotados, a que hoy comienza Europa a apestar…pero todavía capaz de vivir, como algo que al menos dice sí a la vida.

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