“Lo que cuento es la historia
de los dos próximos siglos. Describe lo que sucederá, lo que no podrá suceder
de otra manera: la llegada del Nihilismo. Esta historia ya puede contarse ahora
porque la necesidad misma está aquí en acción. Este futuro habla ya en cien
signos; este destino se anuncia por doquier.; para esta música del porvenir ya
están aguzadas todas las orejas. Toda nuestra cultura europea se agita ya, desde
hace tiempo, con una tensión torturadora, bajo una angustia que aumenta, de
década en década como si se encaminara a una catástrofe; intranquila, violenta,
semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su fin, que ya no reflexiona,
que teme reflexionar”.
Pero la verdadera gran
angustia es: “el mundo ya no quiere ningún sentido”
“Se vislumbra la oposición
entre el mundo que veneramos y el mundo que vivimos, que somos. No queda sino
acabar con nuestros objetos de veneración o acabar con nosotros mismos. Esto
último es el Nihilismo”
¿Qué está ocurriendo en el
interior de la Civilización Europea ,
que está llevando a toda esta construcción milenaria a su propia
autodestrucción?
¿Falló algo, desde el
comienzo, en la construcción de Europa?
¿Culpables, los griegos?,
¿Culpable el cristianismo?
¿Subsiste algo, en la base
del Racionalismo que impide su verdadero desarrollo y que lo empuja a la
catástrofe?
El Nihilismo, como
descubrimiento y como presentimiento de algo terrible que se avecina no debe afrontarse como un problema teórico.
Debe afrontarse como una amenaza para la vida.
El Nihilismo es un asunto
real en un sentido opuesto a la moral judeo-cristiana y su forma de ver el
mundo y cómo comportarse uno ante él.
Creer en las categorías de la
razón; “finalidad”, “unidad”, “ser” es la causa del Nihilismo, porque son
categorías no de un mundo real, sino de un mundo fingido.
Pero no es, todavía, el
Nihilismo perfecto para que de él salte la “Nueva Humanidad”, el “Superhombre”
Este Nihilismo no realizado
es lo que nos permite entender estas épocas convulsas que atravesamos, como
individuos y como pueblo, y en las cuales los viejos valores no han muerto del
todo y los nuevos valores simplemente no aparecen aún en el horizonte.
La vieja interpretación del
mundo se niega a morir.
Los viejos valores pierden
vigencia, nada tienen que hacer en el presente, pero el hombre contemporáneo se
aferra a ellos con angustia, pues es el único soporte que le queda ante el
vacío total.
“…todo se judaíza o se cristianiza,
o se aplebeya a ojos vistas. La marcha de ese envenenamiento continúa, pero
puede ralentizarse.
Esclavo, aún del sentido que,
durante siglos, ha introducido en las cosas…esclavo de dioses y de fantasmas,
de sueños, de fobias y miedos, sin otro referente que el ancestral, tiene que
resultar difícil (si no imposible) saltar al vacío y crearse otra
interpretación de la realidad.
Así permanecemos ajenos a lo
real, prisioneros sin cárcel de nuestras propias percepciones.
Sólo comprendiendo el
Nihilismo podremos salvar no sólo nuestra vida, sino la Vida como tal.
El “gusano hombre”, el
“hombre manso”, el incurablemente mediocre y desagradable haya aprendido a
sentirse a sí mismo, como la meta y la cumbre, como el sentido de la historia,
como “hombre superior”…
El que se sienta distanciado
de la muchedumbre de los mal constituidos, de los enfermizos, cansados,
agotados, a que hoy comienza Europa a apestar…pero todavía capaz de vivir, como
algo que al menos dice sí a la vida.
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