La destrucción de la Moral implica la destrucción
de la Verdad y
todas las categorías metafísicas en las cuales se ha encerrado la vida.
Muerto Dios y todos los
valores que le correspondían, el camino hacia el porvenir queda abierto. Pero
no hay un único camino. Son muchos que se expanden cada vez más.
Es el camino de cada hombre y
el de una humanidad realmente liberada.
“Mil senderos existen que aún
no han sido nunca recorridos: mil formas de salud y mil ocultas islas de la
vida. Inagotados y no descubiertos continúan siendo siempre para mí el hombre y
la tierra del hombre”.
Este nuevo mundo dionisíaco,
que se destruye y se construye por el simple placer de destruirse y
construirse, crea y destruye valores en el propio juego, en el que se cifra la
existencia misma.
Es el juego de la existencia,
de la voluntad de poder creadora de vida y del derroche de la vida misma, que
se sacia en el propio crear.
Dionisos no encierra un
concepto unívoco al estilo de la tradición lingüística.
Es más, está más allá del
mismo lenguaje y del mismo pensamiento.
“Para que exista el placer de
crear (…) tiene que existir, también, el “tormento de la parturienta”
Dionisos insinúa el camino
que se coloca más allá del Bien y del Mal. Representa lo que aún desconocemos y
en lo que radica nuestra verdadera posibilidad de existencia en la tierra.
“El decir SÍ a la vida,
incluso en sus problemas más extraños y duros; la voluntad de vida,
regocijándose de su propia inagotabilidad al sacrificar a sus tipos más altos;
a eso fue a lo que yo llamé “dionisíaco”.
El desenmascaramiento de esta
terrible verdad milenaria, la concepción de la historia de la humanidad como la
historia de una gran mentira, está también en la base de este planteamiento.
¿Por qué se llegó a inventar
la fábula de un mundo más perfecto que éste, al que se subvalora?
¿Por qué la humanidad ha
estado durante milenios prisionera de estos criterios de valoración y no logra
desembarazarse de los dioses y de las religiones, para construir libremente su
destino?
Dionisos es el símbolo de la
vida.
“Yo fui el primero que, para
comprender el instinto helénico más antiguo…tomé en serio aquel maravilloso
fenómeno que lleva el nombre de Dionisos: el cual sólo es explicable por una
demasía de fuerza”
Dionisos es el dios liberador
y la ruptura con el monoteísmo del que el mismo Nietzsche estaba cansado.
Con el martillo ha sido
posible asomarse a un nuevo tiempo y a una nueva historia.
El mundo dionisíaco, que
destruye todos los sentidos anteriores, que no tiene ninguna responsabilidad ni
con un comienzo ni con las instituciones que subyacen a ese pretendido
comienzo, se expande en todas direcciones
y por “mil senderos” se abre paso al porvenir, la filosofía se convierte en la
sabiduría obligada, porque “los dioses también filosofan” y los filósofos del
“peligroso quizás” aparecen en el horizonte.
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