viernes, 6 de julio de 2018

A PROPÓSITO DE NIETZSCHE: LA FILOSOFÍA DEL MARTILLO (1)


LA FILOSOFÍA DEL MARTILLO.

El símbolo de la destrucción siempre ha sido el “martillo” y hablar de “martillazos” es referirse a acabar con lo anterior (hasta el disco duro de la contabilidad B del P.P. fue destruido, o intentado destruir, a “martillazos”)

Nietzsche comienza la destrucción, uno a uno, de los viejos ídolos, de los antiguos mitos y, para significarlo, usa un término categórico: “Filosofía del martillo o Filosofía a martillazos”

“…Hay más ídolos que realidades en el mundo: éste es mi “mal de ojo” para este mundo; éste es también mi “mal de oído”…Hacer aquí alguna vez preguntas con el martillo y oír, acaso, como respuesta, aquel famoso sonido a hueco que habla de entrañas llenas de aire”.

O sea, que nada había, sólo aire, pero se creía que estaba ocupado por seres…

Desde la publicación de su Nacimiento u Origen de la Tragedia la respuesta fue la réplica, el ataque y la crítica abierta, el desprecio y, en la mayoría de los casos, el silencio.

Nada más ajeno a los filósofos académicos alemanes, con su lenguaje serio, cerrado, duro como el cemento,  que una nueva filosofía que se expresaba en un lenguaje extraño (no académico), mitad filosofía, mitad literatura, mitad poesía,…

Pero, incluso, tras Nietzsche, los filósofos, tanto sus adversarios, con la oposición a esa filosofía, como los seguidores, que no han sido unánimes en la interpretación, han abierto un campo pluri-interpretativo, un campo amplio y variado.

Nietzsche pretendió romper con la tradición, destruyendo “a martillazos” los antiguos ídolos del conocimiento y desvelando lo oculto y camuflado en los siglos anteriores utilizando su método, el “método genealógico” sacando a la luz cómo, cuándo y por qué fueron tergiversándose los valores, no sólo los de Verdad, también y sobre todo los de Bondad, los valores morales.

Todo aquello por lo que se ha regido Occidente, hasta ahora, será puesto en solfa, atreviéndose no sólo a invertir, sino a transmutarlo todo.
Es, antes de levantar el solar para la nueva filosofía, despejarlo, dejarlo libre de la maleza heredada.

Todos asociamos al filósofo “Derrida” con el concepto “deconstrucción” y, quizá también, al referirnos a Nietzsche tendríamos que usar “deconstrucción” mejor que “destrucción”, porque es un “echar abajo” lo construido “deconstruyéndolo” con el método genealógico, “disolviendo” la tradición, hasta llegar a hacer desaparecer la ilusión que se ha creído, durante tanto tiempo, no sólo como Verdadero, sino también como Bueno.

Sólo así se completa la fractura con el sistema, haciendo en él una gran fisura que permita que se caiga todo y el local quede despejado para la nueva edificación.

“El Cristianismo es un sistema, una visión de las cosas, coherente y total. Si se arranca de él un concepto capital como es “la fe en Dios”, se desplaza con ello también el todo: ya no se tiene entre los dedos una cosa necesaria”.

Si se desmorona la base sobre la que descansa todo el edificio construido durante siglos, éste no aguanta y se desmorona.

Su aversión al Cristianismo radica en la pretensión de éste de ser no una sino LA Interpretación Única, la Moral Única, la Verdad Única.
Éste ha sido el “espíritu europeo” durante siglos, imponiendo SU sistema como el Único sistema (y pobre de aquella persona o de aquella sociedad o pueblo que intentara negarlo, oponerse a él, destruirlo, porque toda la fuerza de la Institución Religiosa, amparada por el amancebamiento con la Institución Civil, caería sobre el que lo osara, incluso en forma de hoguera).

Ha llegado la hora de, al menos, dudarlo y es lo que Husserl denominó “La Crisis de la Humanidad Europea”.

La Moral Cristiana es un mandato (no una opción –añado yo) y su origen es trascendente, está más allá de toda crítica, de todo derecho a la crítica; tiene verdad tan sólo en el caso de que Dios sea la verdad, depende tan sólo de la fe en Dios”

Esa osadía del Cristianismo de considerarse como la Única Interpretación, exenta de una posible crítica, hace que Nietzsche se presente ante la historia como “el primer inmoralista”, como el primer filósofo serio, honesto y veraz, considerando a todos los filósofos anteriores a él como “moralistas o filósofos a medias”, cuando no envenenados por esa moral milenaria, o defensores de la misma, o “ingenuos” y sustitutos de los sacerdotes, tal como tilda a los filósofos alemanes.

Yo, Yo, Yo, Yo,…

“Mi suerte quiere que YO tenga que ser el primer hombre decente, que YO me sepa en contradicción a la mendacidad de milenios”

“YO soy el primero que ha descubierto la verdad, debido a que he sido el primero en sentir, en oler, la mentira como mentira,…

“YO contradigo como jamás se ha contradicho y, a pesar de todo, soy la antítesis de un espíritu que dice no…

“YO soy el primer inmoralista: por ello soy el aniquilador “par excellence”

Crítico también de Kant (pietista) y su influencia nefasta en Alemania, su moral del deber, odiosa hasta la saciedad.
¿Cómo se ha asumido la moral cristiana (la moral protestante)? ¿Acaso no ha sido Kant su culminación?

Nietzsche arremete, en un ataque personal y subjetivo, contra los filósofos alemanes, contra los teólogos alemanes, contra el espíritu alemán, contra Alemania entera, en términos más emotivos que racionales,

“Entre alemanes se me comprende enseguida cuando digo que la filosofía está corrompida por sangre de teólogos, El párroco protestante es el abuelo de la Filosofía Alemana, el protestantismo mismo, su “peccatum originale”
Definición del protestantismo: “la hemiplejía del cristianismo y de la razón”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario