sábado, 21 de julio de 2018

NIETZSCHE 6 FILÓSOFO DEL PORVENIR (1)


NIETZSCHE: FILÓSOFO DEL PORVENIR (6)

La negación total permite la afirmación total, el que destruye para construir, construye y Nietzsche, que como ya hemos visto es el gran destructor, con su martillo, el mejor destructor que ha tenido Occidente, puede construir en la misma forma.

En él es posible la más grande construcción, “la profunda afirmación de la existencia”, la real, la única que hay, la terrena.

Como ya hemos señalado su afán destructivo es sólo un método, un medio, para el gran objetivo, la construcción de su nueva filosofía.

Había que poder en cuarentena el gran error histórico de la exaltación Apolínea y la muerte y entierro del espíritu dionisíaco.

“Hasta ahora la mentira del ideal ha constituido la maldición contra la realidad, la humanidad misma ha sido engañada y falseada por tal mentira hasta en sus instintos más básicos, hasta llegar a adorar los valores inversos de aquellos solos que habrían garantizado el florecimiento, el futuro, el elevado derecho al futuro.

Nadie, hasta él, se había atrevido a destruir la moral judeo-cristiana y afirmar una visión “inmoral” y fundamentalmente filosófica de la existencia humana.

“… ¿cuánta verdad osa un espíritu?, esto se fue convirtiendo cada vez más, para mí, en la auténtica unidad de medida.
El error –el creer en el  ideal –no en ceguera. El error es cobardía.
Todo paso adelante del conocimiento es consecuencia del valor, de la dureza consigo mismo…
Yo no refuto los ideales, ante ellos yo, simplemente, me pongo los guantes.
“Nitimur in vetitum” (“nos lanzamos hacia lo prohibido”), bajo este signo vencerá un día mi filosofía, pues hasta ahora lo único que ha sido prohibido, siempre, por principio, es la verdad”.

Su Filosofía de la Vida no es una continuación de la hasta entonces vigente, aunque fuera con matices, sino una superación.
Superación de un pensamiento, de una concepción del mundo, de una nueva interpretación moral, superación de la filosofía, en cuanto tal.

La destrucción de la metafísica no se da por la destrucción lógica del lenguaje, al estilo de los analistas, sino por la destrucción de la moralidad misma que subyace a todo el planteamiento metafísico.

La destrucción del filósofo-sacerdote abre el campo a la búsqueda del filósofo del porvenir.

“El ateísmo yo no lo conozco  en absoluto como un resultado, menos aún como un acontecimiento: en mí se da por supuesto, instintivamente. Soy demasiado curioso, demasiado problemático, demasiado altanero para que me agrade una respuesta burda.
Dios es una respuesta burda, una indelicadeza contra nosotros, los pensadores, incluso en el fondo no es más que una burda prohibición que se nos hace: ¡no debéis pensar…”

Una Filosofía sin Moral, una Filosofía Inmoral, la Filosofía en sentido originario, cercana a la ciencia  y ajena a las religiones, a las moralidades existentes hasta ahora, a la moralidad judeo-cristiana fundamentalmente.

El sentido de la sabiduría hay que buscarlo en muchos de los filósofos presocráticos.
Sólo así se podrá liberar a Occidente de la carga que han representado para la cultura dos fenómenos explícitos: el socratismo (racionalismo moral) y el judeo-cristianismo (como valoración de una existencia errada y que ha significado para la historia occidental uno de los males endémicos.


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