Si la Filosofía , hasta ahora,
durante milenios ha sido Apolínea, racional, condenando el instinto y todo lo
que suene a lúdico somático, a partir de ahora, en la Filosofía del Porvenir
debe ser entronizado Dionisos, lo dionisíaco.
Dionisos simboliza el
carácter afirmativo de la existencia. La vida es para vivirla, no para
hipotecarla en aras de una promesa inverificable tras la muerte.
Dionisos y lo dionisíaco es la Señal Identificadora
de una nueva era, de una nueva Edad de la Humanidad en la que los viejos ideales cristianos
se hunden definitivamente para darle paso a este nuevo “reino de Zaratustra de
los 1.000 años”
“Mas yo y mi destino – no
hablamos al hoy - , tampoco hablamos al nunca: para hablar tenemos paciencia y
tiempo, y más que tiempo. Pues un día tiene él que venir y no le será lícito
pasar de largo.
¿Quién tiene que venir un día
y no le será lícito pasar de largo?, nuestro Gran Hazar, es decir, nuestro
grande y remoto reino del hombre, el reino de Zaratustra de los mil años”
El nuevo símbolo representa
la vida ascendente. Es la vida misma.
Ya no es un dios, pero
tampoco es un hombre. Representa una Nueva Humanidad, transfigurada, cambiada,
después del terrible hundimiento en el Nihilismo.
Algo que ni nosotros mismo
comprendemos porque estamos siendo prisioneros de los viejos valores y de la
antigua interpretación moral de la existencia.
Una vez superada la moral, la
que se consideraba la “única moral”, la única interpretación de la vida y del
mundo, la vida se abre a mil caminos y posibilidades que avanzan hacia el
porvenir.
Liberación de la considerada
“única interpretación”.
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