Si los iconoclastas eran una
secta que, etimológicamente y realmente, se distinguieron por ser “rompedores
de imágenes (sagradas)”, Nietzsche sería el “filósoclasta a tiempo completo” ya
que no deja títere con cabeza ni de los filósofos anteriores a él ni de sus
filosofías respectivas (vamos a exceptuar a Heráclito y su “todo se mueve, todo
cambia, el ser no es, lo que realmente es es el no ser,…)
Quizá por eso él mismo dice:
“Yo no soy un hombre, soy dinamita” (y todos sabemos cuál es la finalidad y el
objetivo de la dinamita).
Y, además, “contra todo lo
creído, exigido, santificado”
Sus dos grandes “iconos” a
destruir, con su “dinamita” son: 1.- La Metafísica , y 2.- La Moral judeo-cristiana.
En ambas están contenidas
todas las demás destrucciones, aunque pudiera uno preguntarse si una vez
destruida la Metafísica
lleva ya implícita la otra destrucción.
Hay que derribarlo todo no
por el afán destructivo sino para dejar despejado el solar y poder construir en
él una nueva valoración (su “transvaloración” en base a la vida y no a la
razón.
¿Por qué su aversión absoluta
al cristianismo y a los cristianos, a los sacerdotes, a la Iglesia como institución,
al Dios cristiano en una forma desmedida y brutal?
DESTRUCCIÓN DE LA METAFÍSICA : CONTRA EL
PLATONISMO.
Además el ataque a la Metafísica lo realiza
de una manera vivaz, altanera, provocadora, martilleante, con un sadismo lúdico
al considerarla “el mayor peligro, el mayor error, la mayor mentira”.
Puesto que el mundo
inteligible no existe, el hombre moral no está más cerca de él (aunque se lo
crea) que el hombre físico.
Va recorriendo la historia
con su martillo del conocimiento y va derribándolo todo, convirtiendo el
martillo en un hacha que corte la raíz de “la necesidad metafísica de la
humanidad”
Platón y Kant son sus dos
iconos más destacado a destruir, “dos momentos del desarrollo de la idea”
enmarcados ambos en un concepto: “Platonismo”.
El término “platonismo” no se
refiere a Platón, a los platónicos y neoplatónicos, sino que se refiere a un
esquema de pensamiento, a una forma de interpretarlo todo, desde el mundo hasta
el hombre, así que “platónicos” han sido todos los filósofos y todas las
filosofías prenietzschenas, siendo Kant uno de esos “platónicos” convertido en
diana de los dardos de Nietzsche.
Todos recordamos el Mundo de
las Ideas de Platón, que es el mundo real, y no este mundo material de seres,
vivos y/o muertos, y que no son más que copias o participaciones imperfectas de
la Idea
perfecta.
Y todos recordamos el
“fenomenon” y el “noumenon” kantiano.
Ese (este) “platonismo”, que
se desarrolla históricamente, va impregnándolo todo: la concepción del hombre y
del mundo, la concepción de la vida no como fin y meta a vivir sino como
paréntesis, preparación, escalera para que, algún día, podamos ascender a la
auténtica realidad, que es ultramundana, por lo que esta vida, este hombre,
este mundo,…son algo despreciable en comparación con la vida de ultratumba que
nos espera, y que es perfecta, eterna, definitiva.
“Platonismo” no como la
doctrina de Platón, sino como un sistema de pensamiento englobador de todo
aquello que “se considera necesario saber”
en Occidente.
Ese mundo de las ideas que va
de la mano de la metafísica y de la ética, que se extiende a la sociedad y a la
política y que engarza con la teoría estética.
Esta creencia fundamental de
los filósofos ha detenido el avance de la humanidad, ha bloqueado la puerta del
futuro, sembrando cizaña en el hombre y dando de digerir a la intelectualidad
culta occidental la fe en algo milenario, disimulada a través de telarañas
conceptuales que han ocultado siempre la verdad clara y desnuda.
La intención era engañarse de
manera útil, inventando fórmulas y signos con cuya ayuda se redujo la
multiplicidad desconcertante a un esquema práctico y manejable.
Pero se pone en juego una
categoría moral: “ningún ser quiere engañarse, a ningún ser le es lícito
engañar, en consecuencia: no hay sino una voluntad de verdad.
¿Pero “qué es la Verdad ?
“El principio de
contradicción” aportó el esquema: “el mundo verdadero, cuyo camino se busca, no
puede estar en contradicción consigo mismo, no puede cambiar, no pueda devenir,
no tiene ni ningún origen ni ningún final.
“Este es el error más que se
ha cometido nunca, la verdadera fatalidad de error sobre la tierra: se creyó
tener un criterio de realidad en las formas de la razón, siendo así que se las
tenía para dominar la realidad, para malentender la realidad de una manera
inteligente…”
Así, el Platonismo ha
envenenado la vida en su multiplicidad y diversidad, ha pretendido crear unidad
en la multiplicidad, ha debilitado al hombre durante siglos, haciendo de él un
enano conceptual, ha generado sistemas para la mayoría, destruyendo la
selectividad natural y al hombre del futuro.
“Ha invadido todas las
esferas de la vida a través de la creación de valores colectivos, de la
gregarización de los hombres”
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