miércoles, 19 de julio de 2017

EPÍLOGO

EPÍLOGO.

Como, en otro lugar he indicado Las Confesiones es una obra que consta de 13 libros.
Sin embargo, aunque en las Obras Completas aparezcan los 13 libros, en las obras sueltas sólo aparecen los 10 primeros libros (como el que yo he usado y usando estoy, el de la Editorial Espasa Calpe, Colección Austral, color verde) puesto que los tres últimos, en realidad, no son parte de su biografía sino comentarios a los primeros versos del Génesis, relativos a la creación del mundo por Dios

PALABRAS DEL AUTOR DE “VITA BREVIS”, JOSTEIN GAARDEN


(En mi opinión estamos ante otro indicio de que ha existido una tradición «floriana» hasta bien entrada la Edad Media. Floria, al haber leído los cuatro evangelios, quizá tenga en mente la parábola de la higuera.)

(¿Envió Floria estas cartas a Aurelio o no se atrevió"?

En la última carta se dice que teme lo que los hombres de la Iglesia puedan llegar a hacer con mujeres como ella. Pero, como se desprende de algunas de mis notas a pie de página, estoy bastante convencido de que efectivamente la carta fue enviada al obispo de Hipona Regia. Cabe también la posibilidad de que el escrito haya permanecido oculto a través de la historia de la Iglesia católica. Aunque hubieran existido varias copias, eso no significa que haya tenido que llegar a mucha gente.
También puede haber ocurrido que el pergamino original, intencionadamente o no, haya permanecido completamente oculto hasta que apareció en el siglo XVI y lo copiaron.
Pero ¿qué ocurrió luego?

Tal vez mi ejemplar del «Codex Floriae» haya permanecido en la biblioteca de algún convento hasta que recientemente volvió a aparecer y, como hemos visto, fue vendido a esa pequeña librería de viejo en Buenos Aires. El propietario me dijo que quería proteger a sus clientes: también un cura, por no decir una monja, puede hallarse en circunstancias que supongan ciertas necesidades pecuniarias...

En cuanto a la transmisión, existe, en mi opinión, otra posibilidad.

Independientemente de que Agustín recibiera o no la carta de Floria, podemos suponer que los árabes encontraron una copia, o el original de la carta, en alguna biblioteca perdida cuando invadieron el Norte de África en el siglo VII y podrían haberla llevado a España, desde donde el pergamino, conservado y oculto durante siglos, podría haber sido llevado a América del Sur por los misioneros españoles y una vez allí fuera copiado.
Lo que no sé si existirá todavía es el pergamino original.
Pero hay otra pregunta que me interesa más: ¿cuál sería la reacción de Agustín al leer la carta de su antigua amante-concubina? ¿Qué hizo con la carta y qué hizo con Floria?
Lo más probable es que jamás lleguemos a saber con certeza si Agustín recibió el escrito.
Yo, por mi parte, fui tremendamente ingenuo al no pedir ni siquiera un recibo a la Biblioteca del Vaticano.

Jostein Gaarder Oslo, 8 de agosto de 1996


FIN   



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