EPÍLOGO.
Como, en otro lugar he
indicado Las Confesiones es una obra que consta de 13 libros.
Sin embargo, aunque en las
Obras Completas aparezcan los 13 libros, en las obras sueltas sólo aparecen los
10 primeros libros (como el que yo he usado y usando estoy, el de la Editorial Espasa Calpe,
Colección Austral, color verde) puesto que los tres últimos, en realidad, no
son parte de su biografía sino comentarios a los primeros versos del Génesis,
relativos a la creación del mundo por Dios
PALABRAS DEL AUTOR DE “VITA
BREVIS”, JOSTEIN GAARDEN
(En mi opinión estamos ante otro indicio
de que ha existido una tradición «floriana» hasta bien entrada la Edad Media. Floria, al
haber leído los cuatro evangelios, quizá tenga en mente la parábola de la
higuera.)
(¿Envió Floria estas cartas a Aurelio o
no se atrevió"?
En la última carta se dice que teme lo
que los hombres de la Iglesia
puedan llegar a hacer con mujeres como ella. Pero, como se desprende de algunas
de mis notas a pie de página, estoy bastante convencido de que efectivamente la
carta fue enviada al obispo de Hipona Regia. Cabe también la posibilidad de que
el escrito haya permanecido oculto a través de la historia de la Iglesia católica. Aunque
hubieran existido varias copias, eso no significa que haya tenido que llegar a
mucha gente.
También puede haber ocurrido que el
pergamino original, intencionadamente o no, haya permanecido completamente
oculto hasta que apareció en el siglo XVI y lo copiaron.
Pero ¿qué ocurrió luego?
Tal vez mi ejemplar del «Codex Floriae»
haya permanecido en la biblioteca de algún convento hasta que recientemente
volvió a aparecer y, como hemos visto, fue vendido a esa pequeña librería de
viejo en Buenos Aires. El propietario me dijo que quería proteger a sus
clientes: también un cura, por no decir una monja, puede hallarse en
circunstancias que supongan ciertas necesidades pecuniarias...
En cuanto a la transmisión, existe, en
mi opinión, otra posibilidad.
Independientemente de que Agustín
recibiera o no la carta de Floria, podemos suponer que los árabes encontraron
una copia, o el original de la carta, en alguna biblioteca perdida cuando
invadieron el Norte de África en el siglo VII y podrían haberla llevado a
España, desde donde el pergamino, conservado y oculto durante siglos, podría
haber sido llevado a América del Sur por los misioneros españoles y una vez
allí fuera copiado.
Lo que no sé si existirá todavía es el
pergamino original.
Pero hay otra pregunta que me interesa
más: ¿cuál sería la reacción de Agustín al leer la carta de su antigua amante-concubina?
¿Qué hizo con la carta y qué hizo con Floria?
Lo más probable es que jamás lleguemos a
saber con certeza si Agustín recibió el escrito.
Yo, por mi parte, fui tremendamente
ingenuo al no pedir ni siquiera un recibo a la Biblioteca del
Vaticano.
Jostein Gaarder Oslo, 8 de agosto de
1996
FIN
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