La serpiente del paraíso con
cara de mujer, sería la mezcla de Lucifer y la 1ª Eva; ambos quieren vengarse.
La 1ª Eva quiere vengarse de
Adán a través de la 2ª esposa y Lucifer quiere vengarse de Dios, porque al
tener que echarlos del Paraíso muestra el gran fallo del proyecto divino primitivo.
Porque la mayoría de edad de
Adán y Eva ponen en peligro la dependencia de los hombres respecto a Dios.
Da la impresión del carácter
débil de Adán.
Como si cuando ella está con
él, ambos son felices, pero que Eva también es feliz sin él, sencillamente
paseando por el jardín.
Da la impresión de que Adán
no traga la independencia, la autonomía de Eva
Mientras que Eva sería la
mujer buena, maternal, femenina, sumisa, callada y obediente, Lilith sería la
insurgente, la libre, la emancipada, la rebelde ante el papel que el varón le
quiere asignar.
Si se la designa como
“destructora de niños” no es porque no quiera procrear, sino porque se niega a
ser madre en cautividad, sólo procreadora que cede la prole al padre, como un
medio para que el varón pueda ejercer su paternidad y dominio.
Lilith es la diablesa, la
fascinante demonia, un ser ambiguo, medio mujer, medio bestia. El texto de
Isaías 34,14 a
veces se le traduce como “demonio en forma de cabra”, o “chotacabras”.
Aceptar el patriarcalismo
sería decir sí al reparto y separación de papeles: Ella sería la sentimental,
la superficial, la insegura, la dependiente, la frágil, la inferior, por
naturaleza, al varón. Él, en cambio, ostentaría el papel de intelectual, de profundo, de reflexivo, la seguridad,
la valentía, la independencia el duro,
el fuerte, el que toma y lleva la iniciativa.
El que Caín matara a Abel no
fue porque sus sacrificios no fueran aceptados por Dios, sino por el reparto de
las tierras. La ganadería (Abel) se quedaría con las tierras más productivas,
mientras que la agricultura (Caín) se quedó con la peores. Mucho trabajo y poco
rendimiento. Al revés que Abel.
Tenemos que ser conscientes
de que cuando hablamos de paraíso, hablamos de estado de ignorancia, de niñez,
de felicidad infantil inconsciente e irresponsable.
“Estábamos contentos y
felices porque no sabíamos nada”.
¿Esa es la felicidad, siempre
necesitados, siempre dependientes? ¿No será mejor el paraíso construido por
nosotros sabiendo lo que queremos y lo que no, lo que conviene y lo que no?
¿Una seguridad basada en la
ignorancia, siempre menores de edad?
La manzana se convierte en un
signo de alimento del alma, de querer saber, de revolución; porque conocer
siempre es revolucionario.
Descubrir lo nuevo, lo
inédito, siempre es algo revolucionario, como lo es el joven cuando descubre la
vida.
¿Pero por qué S. Agustín
convertiría a la manzana en símbolo de la sexualidad, que será mala porque
comporta un placer corporal intenso, enorme, que convulsiona al hombre?
¿Por qué no verla como
símbolo del placer del saber y de la libertad más que como placer sexual?
¡Bendita seas Eva!
Por ti salimos de la minoría
de edad. Por ti somos libres. Por ti estamos construyendo un reino de justicia
en la tierra. Por ti, por tu acto, hemos empezado a ser conscientes de que
varones y mujeres somos iguales, no desiguales; aunque distintos no idénticos.
¿Qué sería de nosotros sin
vosotras?.
¿Qué hubiera sido de la
humanidad, sin ti, Eva?.
Siempre niños, menores de
edad.
GRACIAS, EVA, GRACIAS.
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