UNA BUENA PERSONA.
Es la pretensión de toda
Educación Moral que se precie.
Una buena persona es “aquella
que ha logrado un equilibrio creativo en tres dimensiones:
1.- Las cognitivas, que le
permiten razonar bien en los problemas morales.
2.- Los que se mueven en el
ámbito de la actividad moral; y
3.- La dimensión afectiva que
la dota de sensibilidad moral.
“No investigamos para saber
qué es la virtud, sino para ser buenos ya que, en otro caso, sería totalmente
inútil” –afirma Aristóteles en su Ética a Nicómaco.
No para conocerla, sino para
practicarla, para ser buenos.
Educar moralmente no es
equivalente a enseñar contenidos morales, aunque esto sea necesario, pero nunca
será suficiente.
Pero nunca podremos alcanzar
a esa “buena persona” si prescindimos del contexto familiar (hijo-hermano-…),
escolar (compañeros-amigos) y social (ciudadanos) en que vive el educando.
Pueden proponerse modelos
universales, pero sabiendo que nadie, nunca, llegará al ideal.
Nunca los modelos teóricos
van a resolver los problemas de la maldad existente en el mundo y en nosotros
mismos.
Mejoraremos, pero sólo
obrando, no diciendo o hablando de ello y sabiendo que, ni entonces, tenemos
garantizado el éxito,
Una buena persona es la que
alcanza un equilibrio creativo y activo en sus relaciones consigo mismo, con
las personas que le rodean y con el mundo en el que habita.
Razonar adecuadamente,
conocerse a sí mismo y al mundo que le rodea
y desarrollar la dimensión afectiva.
No venimos programados, por
lo que nos vemos obligados a decidir cómo debemos actuar en cada momento para
alcanzar los fines que nos son propios.
Afirman los expertos que
alrededor de un 50% nos viene marcado por la herencia genética, por lo que nos
queda el otro 50% para actuar libremente tanto individual como colectivamente
sobre los medios para alcanzar los fines, que tampoco nos vienen claramente
definidos.
El fin principal y universal
es la “felicidad” (“todo lo que hacemos, lo hacemos para ser felices” –afirma
Aristóteles).
Dotados genéticamente pero en
un ambiente en el que desarrollarse y, aquí, es donde podemos afirmar el adagio
de “algunos nacen con buena estrella mientras que otros nacen estrellados” (la
buena y la mala suerte).
Pero nunca sabemos claramente
cuál es el límite.
Yo – nosotros – todos: los
tres ámbitos en el que se desarrolla la educación moral para conseguir ser una
“buena persona”.
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