¿CONTRA DIOS?
No. No es un “antiteísmo”, es
un ateísmo.
Cada vez se siente a Dios y
se le ve más ausente, más lejano de nuestra realidad, de nuestra sociedad, de
nuestras vidas.
En nuestras vidas de
Occidente, ahora, en estas latitudes se profesa, cada vez más, un “ateísmo
débil”, en correspondencia con el pensamiento europeo del momento, un
“pensamiento débil”.
Los “grandes relatos” han
dado paso a los “débiles y pequeños, a los frágiles relatos”.
Es a lo que tiende el
postmodernismo, a la “desustancialización” y a la “desacralización”.
Estamos en una era
postmetafísica, donde Dios brilla por su ausencia en toda o en una gran parte de la cultura.
El mundo en que vivimos está
desacralizado, considerado como un producto humano, sin referencia a un
Creador.
No sabemos si Dios existe o
no, pero nos da igual, ya no es un problema, porque “vivimos como si Dios no
existiera”, desde que nos levantamos, mientras comemos y trabajamos, hasta que
nos acostamos.
Ya nadie (o casi nadie), al
levantarse se acuerda de Dios para que lo salve de los peligros ni por la noche
hay examen de conciencia y dándole gracias a Dios.
¿Es que su existencia es sólo
imaginativa y hoy, con tanto ocio a nuestra disposición, no hay sitio, ya, para
ÉL?
EL EDÉN.
“EN EL JARDÍN DEL EDÉN”.
Así se titula el libro del
filósofo personalista Carlos Díaz.
Adán y Eva, en el Paraíso,
felices y paseando por el jardín pero con la orden divina: “podéis comer de
todos los árboles menos del árbol del “Conocimiento del Bien y de mal”.
Y, es que, tentados por la
serpiente de que si comían de ese árbol todo se le mostraría claro, lo sabrían
todo, y sin esfuerzo y, en ese caso, ya no necesitarían a Dios como autoridad,
serían autónomos, serían libres, serían autores de su propia personalidad.
Era como una adelanto de
siglos de la Ilustración
del XVIII y el “sapere aude” kantiano.
Todo el mundo a sus pies,
todos los proyectos racionales son viables si el hombre sigue su Razón.
Los siglos posteriores serían
los testigos directos del fracaso de la Ilustración.
Sabemos más, mucho más,
podemos más, mucho más.
La máquina hace el pesado
trabajo que, hasta entonces, tenía que hacerlo el hombre.
Pero “no somos mejores”
Los avances técnicos han
supuesto un retroceso moral porque las
ventajas económicas y sociales han sido privatizadas y lo que reina en
la sociedad es la degradación, la pobreza y el hambre.
El hombre, hasta entonces,
“siervo de Dios” ha pasado a la condición de “esclavo de los que detentan el
capital”
Se impone, pues, contra la Liberté , la Legalité y la Solidaridad , la “lucha
de clases de los más, pero desfavorecidos, contra los menos, pero más fuertes”.
El destino de la historia
estará en manos de las masas revolucionarias que tendrán que despojar a los
capitalistas de la propiedad privada de los medios de producción.
El antropocentrismo antiteo
(y, después, ateo) sustituye, definitivamente al teocentrismo medieval,
defendido por la Iglesia
en connivencia con los capitalistas.
El “prometeísmo racional” ha
terminado en un fiasco.
El lema “ora et labora” de
los benedictinos, la mano y la mente, el trabajo y la oración, como actividades
sagradas se ha secularizado en los “labor-atorios” científicos.
“El trabajo es lo sagrado”,
sin tener que orar ni pedir nada a Dios, todo, ya, “es humano, demasiado
humano”
El irracionalismo, el
escepticismo y el metalenguaje son los caminos por los que se mueve la Filosofía , amenazando la
consecución de la Verdad.
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