Añadir vida a los años, no
años a la vida.
¿Quién puede poner en duda la
importancia de la tecnología en nuestro modo de vivir así como de las
relaciones entre Política, Ética y Tecnología y que necesitan una crítica
filosófica, como ha puesto en evidencia la Escuela de Frankfurt?
Hay, sin embargo, un
hándicap, y es que los filósofos que imparten CTS no dominan tanto la ciencia,
y menos la tecnología, como la filosofía en sí, por lo que la motivación en su
impartición deja que desear.
Y si a profesores deficientemente
formados y motivados se unen alumnos que, aunque estén interesados, están mal
preparados y la complejidad de la propia materia…
La ciencia propició la
aclaración de los misterios del universo, por lo que, queriendo o sin querer,
dejó tocada a la creencia en un Dios que dirigía la melodía del universo (“No
necesito la hipótesis “Dios” para explicar el funcionamiento del universo”
–había sentenciado Laplace a la pregunta ingenua de Napoleón).
Pero si la ciencia logró lo
“esperado” de ella, también se reveló como una fuente de peligro y no sólo de
soluciones, algo “inesperado” (la bomba atómica o la ingeniería genética).
Al quedar erosionadas las
creencias, ante el avance de la ciencia, quedan convertidas en una cuestión
privada y subjetiva, y ahí resisten, sin atender a razones.
¿Es posible, pues, la armonía
entre ciencia y subjetividad?
¿Es posible la confianza en
las creencias?
Las tres revoluciones a las
que hemos asistido, a lo largo de los tiempos, han sido: la cósmica, la
biológica y la cultural.
Biológicamente ninguna
diferencia entre el hombre y la bacteria, ambos son seres vivos adaptados a su
ambiente, pero la cultura humana no se conforma con eso y lo que hace es
adaptar el medio a él.
Para algunos la maldición de
la modernidad es el nuevo poder de la razón que, como todos sabemos, es
bivalente, para Bien, pero también para Mal.
Porque, aunque no lo
queramos, se ha producido una transmutación de los valores, siendo los valores
tecnológicos y los económicos los de mayor implantación.
Es bueno estar tecnificados
pero la mayor tecnificación no supone una mayor libertad, porque nos
esclaviza su consecución, una vez que
los hemos internalizados y los hemos convertidos en “necesidades” y toda
necesidad pide/exige ser satisfecha.
¿De Letras o de Ciencias? Ha
sido la pregunta exclusiva, casi siempre, con el consiguiente complejo, de
inferioridad o superioridad social.
¿Conocimientos humanísticos
vs conocimientos científicos?
Es necesaria la
interdisciplinariedad.
Conozco a médicos humanistas
y es un placer escuchar sus charlas.
Recuerdo las conferencias de
filosofía del Psiquiatra Castilla del Pino.
Un placer.
Pero la ciencia continúa
acelerada y ya hemos sacralizado descubrimientos humanos, como el ADN, “la
piedra filosofal de la biología actual”
En clases recibidas por
biólogos en el Aula de Mayores de mi Universidad Malagueña nos exponían el
“cortar” y “pegar” segmentos de ADN como yo realizo con los textos.
¿Cómo pueden la ciencia y la
técnica acondicionar el mundo para hacerlo más habitable a los seres humanos?
Ese es el reto a conseguir y
que le proporcionaría a las ciencias más valor humano que el simple de
utilidad.
Nuestra sociedad está
pidiendo a gritos la interdisciplinariedad.
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