¿HIJO O PATRIOTA?.
La
anécdota se la contaba todos los años a mis alumnos.
El hombre es muchas cosas, es
decir, el ser del hombre se expresa en diversos niveles y, por tanto, los
bienes de un hombre son también diversos y, por supuesto que pueden entrar en,
y de hecho entran a diario, en contradicción.
De ahí que sea necesaria una
escala de valores que nos permita decidir sabiamente entre “huir a Inglaterra
para sumarnos a la resistencia frente al nazismo” o “permanecer al lado de
nuestra madre, viuda, vieja, sola y enferma”
¿O ser “patriota” o ser
“hijo”?
Y hay que elegir.
Francia está ocupada por los
alemanes y sería una humillación faltar a nuestro deber de patriotas, pero
serlo supone preferir la patria a la madre.
¿Qué somos primero: patriota
o hijo?
¿Qué es más valioso la
“dignidad” o la “vida”?
Estamos
hablando/escribiendo de SARTRE.
Afirma Sartre que es la libre
elección de quien se encuentre en tal situación la que le dará un mayor valor a
lo que elija, por lo que opte.
Pero, desde fuera, no puede
afirmarse que un valor (quedarse con la madre) sea superior al otro (luchar por
la patria).
La elección de uno de ellos
es lo que, para él, es más valioso, y nadie ajeno a él está capacitado para valorarlo
(sería “su” valoración, no “la” valoración)
Cada uno de nosotros es/somos
muchas cosas: padre, hijo, esposo, hermano, amigo, novio, compañero de trabajo,
rival o aliado político, vecino, ciudadano,…
Uno es también su cuerpo, su
salud, su amor y su dinero.
Uno es, también, uno mismo
(lo que siempre se ha llamado “alma”)
Es obvio que nuestro cuerpo
vale más que nuestros bienes, y nuestras habilidades profesionales valen más
que los títulos que las certifican, aunque a veces sin títulos no podamos hacer
valer nuestras habilidades, pero es verdad que, muchas veces sacrificamos
nuestra salud por elegir el dinero, o conseguir títulos en vez del conocimiento
(aprobar aunque nada sepa).
Olvidamos la diferencia entre
los “medios” y los “fines” y nos olvidamos de la jerarquía de los bienes, y
olvidamos que los bienes del alma son más valiosos que los del cuerpo.
Todo
es importante, pero no todo tiene la misma importancia.
Yo solía decirles a mis
alumnos que “todo vale” pero que “no todo vale igual”.
Y los medios son importantes,
pero no tanto como los fines, aunque éstos requieran aquellos.
El cuerpo vale más que la
comida que lo alimenta, pero los valores del alma valen más que los del cuerpo
(yo solía decirles a mis ya maduros alumnos que “el hombre es el único ser vivo
capaz de ponerse en huelga de hambre, por no traicionar un ideal”)
Pero la vida es muy compleja
y, a veces, muy oscura y. al tener que optar, podemos optar por lo menos
adecuado.
La Ética intenta echar luz
para optar adecuadamente, sopesando valores.
Pero también existen las
costumbres, las morales, las tradiciones, la presión social, el “qué dirán”…que
no por ser habituales y resistir los años o los siglos, haya que optar por
ellas.
Desde siempre la mujer fue
inferior y valía menos que el varón, y se le podía pegar, maltratar,
vejar,…pero eso YA NO vale.
Y existen los mandamientos
religiosos, pero que no por ser religiosos y creer que….tengan un valor
superior a leyes civiles, ciudadanas.
Decía el viejo Heráclito: “el
pueblo debe luchar por la ley como por sus murallas” lo que es cierto siempre
que las leyes sean justas, en una sociedad sana, porque en una sociedad
corrupta sería inmoral apoyar su legislación.
Las murallas, para salvar el
cuerpo; las leyes, para alimentar el alma.
NIETZSCHE.
Afirma Nietzsche que lo
idóneo para la especie es la coexistencia del débil y del fuerte.
Aunque la jerarquía se ha
consolidado con la victoria del fuerte, ambos se complementan, porque obedecer
es una función de autoconservación para el débil, como lo es para el fuerte
mandar (lo que no podría hacer si no hubiera sobre quien o quienes, ejerciendo
el coraje, la iniciativa y la inteligencia, al igual que lo hacen otros
animales).
La inteligencia ha
distinguido al hombre en la lucha con el animal, le ha permitido evolucionar y
en ella se tiene la posibilidad de un nuevo horizonte (pues el hombre es el
animal todavía no estabilizado), pero también es un peligro (ya que el
intelecto ha conducido a errores antinaturales, como el de la “compasión”)
Afirma que sí que hay
selección y lucha, pero no por la supervivencia, sino por el poder, por lo que
se ríe de los que lo consideran darwinista.
Él
se consideraba lamarkiano.
Nietzsche no propone una raza
de señores dedicados a gobernar, sino hombres con una esfera propia de vida,
con una exuberancia de fuerza para la belleza, el comportamiento, para lo
espiritual, gentes afirmadoras que puedan prescindir de los imperativos
morales.
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