PIENSO,
LUEGO EXISTO (Descartes).
Durante muchos años expliqué
a Descartes y su búsqueda de una verdad indubitable, de la que nadie, nunca, pudiera
dudar como el seguro cimiento sobre el que construir la filosofía, pues si los
cimientos fallan, el edificio construido sobre ellos nunca estaría seguro de no
venirse abajo en cualquier momento.
Si pienso, es que existo.
No podría hacerlo, pensar, si
no existiera, luego “existo”, tengo que existir, puesto que pienso.
Ya tengo la primera verdad, “existo”,
la existencia de un ser pensante, sobre la que apoyar y construir su filosofía.
(En verdad sería mejor
traducir el “cogito ergo sum” como “pienso, por lo tanto soy (un ser pensante)”)
Que no es un silogismo,
propiamente dicho, porque requeriría una premisa mayor: “Todo lo que piensa,
existe. Es así que yo pienso à existo” sino que es un silogismo irregular, un “entimema”, pero que en
realidad es la intuición simultanea de “pensar” y “existir” (pienso existiendo
o existo pensando).
Aunque “pensar” no denota
sólo “pensamientos o ideas” sino “cualquier actividad vital” (podríamos decir:
juego al mus, luego existo, corro, bebo, duermo, escribo, leo,…luego existo)
Pero no puede seguir, por lo
que tiene que atenerse, echar mano, del otro término, el “pienso”.
Pero lo que se piensa son
“pensamientos o ideas” y como hay tres tipos de ideas: adventicias (que vienen de
fuera), ficticias o facticias (las construidas por el mismo sujeto) y las
innatas (las que vienen inscritas en la naturaleza) y como son éstas las
que….(bla…bla…bla…)
Por eso me gusta la frase de
Carlos Díaz, el filósofo español, seguidor de Mounier y defensor del
personalismo comunitario: “Soy amado, luego existo” y su tetralogía
personalista.
ÉTICA
Y RELIGIÓN.
Adela Cortina muestra que es
posible interpretar los dos términos, “ética” y “religión” como un juego de
suma positiva.
En una de sus conferencias
expone las tres partes:
1.- La relación entre la
Ética Cívica o Ética de mínimos,
2.- La pregunta si el
Cristianismo no habrá muerto de éxito, ya que muchos de sus elementos han
quedado incorporados a la Ética Cívica, y
3.- La respuesta
negativamente a la pregunta anterior, mostrando la necesidad de la religión,
concretando en algunos puntos su relación con la Ética Cívica, de modo que el
resultado sea de una suma positiva, en la que ganan todos, especialmente los
seres humanos.
Personalmente opino que una
Ética, filosófica, no necesita de una religión, revelada por un Dios, o por una
autoridad, y debe basarse sólo en principios racionales.
En otro lugar he escrito y
comentado el libro de otra Catedrática de Ética, Esperanza Guisán y su libro
“Ética sin religión. Para una educación cívica laica”
Dedicado a toda persona que desee ser libre
-"independientemente de su moral"-, el ensayo pretende "hacer
énfasis en la necesidad de una ética basada en supuestos filosóficos
defendibles, que redima y libere a los humanos de la humillación que las
morales religiosas imponen",
"Un católico fiel al
Papa - afirma - tiene pocas posibilidades de ser independiente, de ser ético.
Porque la ética supone esfuerzo de reflexión y un católico de verdad no se
opone a seguir un mandato sin cuestionárselo".
Defensora impenitente del
laicismo en la educación, luchó activamente contra los sucesivos intentos
gubernamentales por mantener la religión en el currículum escolar, y a favor,
en cambio, de la introducción de la asignatura de Educación para la Ciudadanía
La autonomía moral exige de
los ciudadanos el rechazo de toda norma basada en la autoridad.
Nuestras acciones no pueden
justificarse recurriendo a los mandatos de dioses, sacerdotes o caudillos,
(autoridades).
Pero, concluyendo, yo, de que
la Ética no necesite a la
Religión , no puede concluirse que necesariamente se opongan
por ser distintas y que puedan, mutuamente, ayudarse, dando como resultado una
suma positiva.
VIDA
Y MUERTE.
Se ha dicho muchas veces que
desde el mismo momento de nacer, ya comenzamos a morir, a restarle tiempo a la
vida, a acercarnos al final.
Nacemos en lo más alto de la
vida, con toda la vida por delante y, desde ese mismo momento comenzamos a
descender de la montaña de la vida hasta el valle de la muerte.
Dejamos de estar vivos al
100% desde el mismo momento que asomamos la cabeza, momento en que ya
comenzamos a restar.
Corrupción quiere decir
muerte, disolución y la vida es lo contrario, es generación o cohesión, y así
lo es, por ejemplo, en nuestro cuerpo, que también él vive una permanente
corrupción.
La vida de nuestro cuerpo se
mantiene porque lo que en él genera o conexiona es mayor que lo que se corrompe
o separa.
Mientras la suma supere a la
resta, seguimos vivos y viviendo.
Así sucede, también, en la
sociedad y, si frente a los alarmantes signos de disolución en nuestro país,
tomamos en cuenta los también abundantes y alentadores signos de cohesión, quizás
haya lugar para un optimismo razonable.
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