Así ha sido la sociedad del
siglo XX, un siglo lleno, repleto de contradicciones.
Un siglo, ciertamente, creador pero transido
de tantos horrores que provocó mucha desconfianza y mucha violencia (las
guerras mundiales y los regímenes dictatoriales).
Sabemos más, mucho más, los
conocimientos y los descubrimientos han avanzado en progresión geométrica, lo
nuevo hoy ya es anticuado mañana.
Dominamos la naturaleza
porque hemos descubierto sus entresijos y la hemos puesto a nuestro servicio.
Pero ¿Somos mejores?, ¿Ha
evolucionado moralmente el hombre?. ¿Es la humanidad más justa, mas libre, más
solidaria,…? ¿Se ha cumplido plenamente el lema de la Ilustración ? ¿hay una
mayor y mejor distribución de los recursos naturales o, más bien, una minoría
ha esclavizado a la mayoría de los pueblos, esquilmándoles sus riquezas? ¿Se ha
privatizado la naturaleza?
El futuro ha dejado de ser
utópico y ha devenido en realidad, en triste realidad, huyendo de las guerras,
del hambre, de la muerte, de la persecución y, terminando, muchos de ellos en
esa fosa líquida común llamada Mar Mediterráneo, tratando de llegar a tierra
firme europea.
Los sueños han sido sólo
sueños y las utopías ya no sirven ni para caminar galeanamente.
¿Y el siglo XXI?
Tanto desarrollo industrial
descontrolado está produciendo un “efecto invernadero”.
Estamos afeando el paisaje
humano y contaminando el ambiente que respiramos por el único objetivo: el
dominio económico creciente y competitivo entre las naciones.
El nuevo “dios” ha apeado de
las peanas a todos lo “dioses” en otro tiempo divinos.
EL FIN DE LA HISTORIA.
¿Quién no recuerda a
Fukuyama, una figura del pensamiento político y que, en 1.989, publicó su ensayo:
“¿El fin de la historia”?
Este ensayo provocó un amplio
debate en todos los círculos intelectuales, tanto de Europa como de la América Estadounidense ,
habiendo unanimidad en el rechazo casi absoluto, tanto de la izquierda, como
del centro y la derecha.
Por una vez, liberales,
conservadores, socialdemócratas y comunistas se unieron para rechazar esa
teoría política esgrimiendo argumentos que van desde una equivocada
interpretación de Hegel a poner en entredicho su hermenéutica de la segunda
mitad del siglo XX (peligrosamente falsa para unos y/o ingenuamente apologética
para otros)
¿Fin? ¿es que hay “un fin”?
¿es que la historia se mueve y se dirige mecáníca y autónomamente o son los
hombres y los pueblos los que la dirigen aquí o allí, así o de otra manera?
¿fin o fines variados y distintos, incluso contradictorios? ¿fines voluntarios
o azarosos? ¿dignos o indignos?
EL NACIONALISMO: EL DIOS DE LA MODERNIDAD.
Cada época ha apeado dioses y
ha erigido otros,
El nacionalismo es la
asignatura pendiente del fin del XIX-XX y lo que llevamos del XXI.
El nacionalismo, desde hace
dos siglos, ha sido reprimido, utilizado, ignorado,… pero, últimamente, por el
contrario, ha tomado un impulso, y no sólo por los resultados electorales sino,
sobre todo, por su violencia manifiesta para visibilizarse, para conseguir
privilegios,…
Los nacionalismos, hoy,
representan el desafío teórico-político más importante de nuestro tiempo y del
futuro previsible porque el particularismo prima sobre el universalismo, el yo
prima sobre el tú y los otros,…Es un egoísmo disfrazado de altruismo (por el
bien de los que pensamos lo mismo, sin importarnos los demás y. en el fondo,
obligándolos a comulgar con ellos, a toro pasado, ignorándolos o tratando de
atraerlos a la causa.
¿ÉTICA vs RELIGIÓN?
La moralización de los
ciudadanos, en una sociedad democrática, no debe hacerse ni desde la
imposición, ni desde la acusación, ni desde el miedo, sino desde la convicción
personal.
Para ello es necesario
estudiar el desarrollo moral y los factores determinantes que influyen en él,
tanto a nivel histórico como a nivel personal, desde el niño que se ha sido al
joven o adulto que se es.
Pero si TODOS somos
“racionales”, y debemos actuar de forma racional, no todos son religiosos, ni
practicantes de la misma religión, por lo que la fe en/de las distintas
religiones, discrimina tanto a ellos como a los agnósticos, ateos y antiteos.
La relación, pues,
“ética-religión”, una basada en la
Razón y la otra en la
Fe , siempre será escurridiza o, más bien, polémica, porque ni
son, ni pueden ser, relaciones simétricas, por lo que, yo al menos, veo
antinómicas las Morales Religiosas, basadas en la autoridad de ese Dios y la
Ética Racional, basada en la común razón de todos los hombres.
De hecho, recorrer la
historia de cada una de las religiones es asistir a barbaridades humanas
proclamadas y exigidas por el dios correspondiente a los creyentes.
Y, en otro orden de cosas,
considerar la moral sólo como “cumplimiento del deber” es demasiado frío al
“obrar agradable y placentero” o “ética del placer”.
Llegar a sentir el placer de
“obrar virtuosamente”, a pesar de la sociedad egoísta, siempre será un deseo a
conseguir.
“No me mueve, mi Dios, para
quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte…”
El placer de obrar bien, la
satisfacción de hacerlo, por el hecho de hacerlo, no por premios ni por
castigos, aunque sean eternos.
¿A DÓNDE VA LA RELIGIÓN ?
El cambio religioso que se ha
experimentado en el cristianismo, sobre todo tras el Concilio Vaticano II,
constituye un auténtico desafío a la mentalidad que se nos ha ido inculcando.
Hay, más que síntomas, que la
religión, que era monopolio de las Iglesias, ha comenzado a independizarse de
ellas y a deambular por todos los caminos de la sociedad, obviando a los
jerarcas.
Como si la Religión se hubiera
desvinculado de los siempre propietarios de ella y los únicos encargados de
interpretarla.
Y, así, asistimos, como
reacción a este “aggiornamento” y puesta al día, al reverdecer de las
tendencias tradicionalistas y neointegristas, junto a los nuevos cultos
adheridos a una nueva sensibilidad general neomística y neoesotérica,
denominada “nueva Era” o “new age” con sus santones variopintos pero que atraen
a masas de seguidores, con promesas estrafalarias, a veces, pero que, ante el
desencanto del mundo en el que se vive, se opta por ellas.
¿A dónde va la religión? O
¿qué ha sido de la religión secular tan presente desde no hace tanto tiempo?
¿Habrá que hacerle caso a
dichos movimientos o habrá que hacer un examen de conciencia, siendo la ocasión
de purificarse, de soltar lastre adherido, incrustado en la médula misma de la
jerarquía eclesiástica?
¿Qué tipo de cristianismo
habrá que impulsar y fortalecer en la sociedad en la que estamos viviendo para
que siga insuflando savia al obrar humano?
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