Cuando Aristóteles define al
hombre como “zoon logikon” suele traducirse como “animal racional”, y está
bien. “Zoom” es “animal o viviente sensible” y “logos” significa “razón”, el hombre es “el viviente sensible que razona”.
Pero “logos” también pude
traducirse, puede significar, “palabra”, entonces el hombre sería “el animal
que tiene palabra”, “el animal que habla”.
“No tomarás el “nombre” de
Dios en vano” – dice el segundo Mandamiento de la Ley de Dios.
Lo que quiere decir es que no
uses la palabra “Dios” alegremente, porque usarla es jurar, es poner al mismo
Dios por testigo, por lo tanto como “aval” de lo que prometes y eso sería
pecado.
En el nombre, en la palabra,
va preso Dios. Usar la palabra es usarlo a Él.
La palabra, siguiendo a
Aristóteles, es la estrategia humana para hablar, para referirse a las cosas
sin estar éstas presentes,
Cuando yo digo que “estoy
sentado en la mesa escribiendo en el ordenador” el hombre que oiga mis palabras
entiende que “yo (no otro)”, “estoy sentado (no de pie ni tumbado)”,
“escribiendo (no cantando ni cocinando)” en “este ordenador (no con papel y
pluma)”, no teniendo él que verme ni yo tener que presentarme así.
El hombre ha inventado la
palabra como sustituto de las cosas o personas y le basta con usar de ellas sin
tener que estar presentes éstas.
Esto supone un avance
descomunal.
“La primera gran metamorfosis del ser
humano fue cuando adquirió la palabra. Entonces, cuando el simio, el prehombre,
adquirió la palabra (desembarazándose de las cosas), se transformó
profundamente, se convirtió en ser humano y accedió a la cultura”
El niño, al nacer, es un
“animal” o “viviente sensible” (ve, oye, saborea, toca,..) y sólo cuando
adquiere el lenguaje comienza a humanizarse, cuando dice la palabra “agua”, para
referirse a “una cosa” y sin estar presente la cosa.
Dice el Génesis que Dios tomó
a Adán de la mano y fue por el jardín del Paraíso “poniéndole nombre a las
cosas”, “nominándolas”, poniéndoles las palabras-pegatinas a las cosas. Y
cuando Dios le dijo que comieran de todos los árboles menos del árbol de … Adán
ya sabía qué eran los árboles y cual era ese árbol de la fruta prohibida.
La aceleración de
“humanización” que va consiguiendo el niño según va adquiriendo el lenguaje,
según va haciéndose con él y dominándolo es algo extraordinario.
“La palabra es el resultado de un
esfuerzo enorme porque hubo que hacer muchas cosas con los organismos humanos,
Hubo, primero, que ponerse de pie en vez
de andar a cuatro patas, porque si no, el cráneo no se podía insertar en la
columna vertebral, el cerebelo no encajaba con la médula espinal porque era un
ángulo difícil.
Después hubo que alargar el cuello para
rebajar la laringe y que quedara una cavidad bucal grande.
Hubo, también, que educar los músculos
de la cara, de la boca, para que pudieran moverse y generar sonidos distintos.
Hubo que crear zonas en el cerebro para
que escucharan esos sonidos. E incluso los oídos tuvieron que adaptarse a
sonidos nuevos.
Una conquista extraordinaria”
Es todo el proceso de “hominización”,
la postura erecta, la liberalización de las manos,…y, después, el proceso de
“humanización”, ya con la palabra, la cultura, el aprendizaje-la enseñanza,…ir
cargando la mochila de las soluciones ya ensayadas y victoriosas por
generaciones anteriores para ponerlas en práctica, sin partir de 0.
Y, todo eso, ya con el
dominio de la palabra.
En el blog sí he colgado un
spot sobre las distintas hipótesis sobre “el origen del lenguaje” (habrá que
preguntárselo a Google, que todo lo sabe sobre lo que he escrito).
“Palabra de Dios”, “palabra
de honor”, “te doy mi palabra”, “dame tu palabra”…en la palabra va incluida la
persona que la pronuncia, es un compromiso, una promesa a la que no puede
faltar el que la da.
Sólo después, cuando
desapareció la confianza, cuando apareció la desconfianza, cuando ya se dejó de
co-fiar en la palabra del otro por el dicho de que “las palabras se las lleva
el viento” (“verba volant”) fue cuando se exigía la “palabra escrita”, la
“firma” como manera de comprometer a quien había firmado.
“Los diccionarios de uso ponen de
relieve la dificultad que encierra la definición de las palabras.
Si nos fijamos bien, las palabras son
prácticamente indefinibles, nos podemos aproximar a los significados, pero la
palabra nunca está definida con la precisión de una cantidad matemática.
Las palabras tienen resonancias,
connotaciones acumuladas con el uso; lo que en un momento tiene un significado,
puede luego significar otra cosa, se pueden hacer juegos de palabras.
Fíjense que no hay sinónimos exactos,
los significados son parecidos, pero no son lo mismo,
El “campo”, el “agro”, lo “rural”, sí,
nos llevan a lo mismo pero se emplea una u otra expresión según las
circunstancias”
¿Qué es un diccionario? Es un
bucle en el que unas palabras se definen por otras palabras, pero todas ellas
están en el diccionario. Unas se definen por otras.
Además la equivocidad y la
analogía se suman a la univocidad de las palabras y sólo conociendo en el
contexto en el que aparecen podrá saberse su significado.
Los sinónimos no son
fotografías de las palabras sino aproximaciones a la misma. Algo así como un
cerco a la palabra “para tener una idea aproximada de la misma”, porque una de
las leyes de la definición es que “en la definición no puede entrar los definido”.
No puedo definir el círculo
como algo circular.
“…quizá esté bien decir “la condición
humana”.
Ciertamente no sabemos cuál es la
condición humana pero creo que hay algo en lo humano que nos reúne a todos y es
justamente la palabra (…) Para mí la palabra es lo que más nos asemeja los unos
a los otros. (…) Sí, “democracia” sería otro ejemplo del mal uso de la palabra.
Desgraciadamente, el odio y la salvajada
también son humanos, es decir, yo creo que la diferencia entre la palabra y la
“no palabra” es importante; otra cosa es que con palabras también se hagan
salvajadas”
Ya decían los antiguos que
con la palabra se hacían los puentes y se hacían las guerras porque ¿qué son,
si no, las leyes que aparecen en el Boletín Oficial del Estado sino “palabras escritas”
por las que se permite que…se obliga a….se prohíbe que…?.
¿Qué es el milagro de la
conversión del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo sino el
efecto de la palabra, no de cualquier persona, sino de la persona
“con-sagrada”?.
¿Qué ocurre cuando el cura
dice “Yo te bautizo en el nombre…”, “yo te absuelvo de tus pecados”, “yo os
declaro marido y mujer”…
Cuando el juez dice: “podéis besaros”, es
decir quedáis unidos en matrimonio.
Decirlo es hacerlo
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