miércoles, 27 de marzo de 2019

DIOS, DIOSA, DIOSES ( y 3)



¿Qué sería de nosotros sin las algas laminarias o sin los organismos anaerobios?
Sencillamente, no existiríamos como especie humana.

“Todo está relacionado con todo” – que diría el filósofo.

La Biosfera entera –afirma Lovelock- se comporta como un gran organismo en el que todas y cada una de sus partes cumple “su” función en vistas al todo.

La Biosfera sería un sistema cibernético, que se autorregula constantemente para mantener una serie de homeostasis o equilibrios necesarios para el desarrollo de la vida. Y, al hacerlo….

Si hubiera más o menos oxígeno del que hay….
Si la temperatura media fuera mucho más alta o más baja de la que es……
Si la acidez de la atmósfera creciera o disminuyera….
Si la salinidad del mar aumentase o disminuyese más allá de ciertos y estrechos límites….
Si……
Si….

LA VIDA SOBRE LA TIERRA SERÍA IMPOSIBLE.

Pero desde hace miles de millones de años la biosfera ha ido desarrollando mecanismos propios para el control de todas esas variables.

No es que la presencia de Oxígeno y Nitrógeno, en la proporción adecuada, facilitara e hiciera posible la aparición de la vida sobre la tierra, sino que fue, al revés, justo-justo lo contrario, es la vida la que ha ido creando dichas condiciones.

Sin vida sobre la tierra la atmósfera de nuestro planeta, sería como la de Venus o Marte, casi-casi puro dióxido de carbono.

No es que la Atmósfera facilitara la Biosfera, fue la Biosfera la que se ha dotado a sí misma de esa Atmósfera, tan peculiar e improbable que disfrutamos y que la mantiene y nos mantiene.

Esta visión de la Biosfera como un único superorganismo y esta visión de la evolución de las especies como un proceso de crecimiento e incremento de la complejidad de este organismo autorregulativo, ha llevado a una nueva comprensión de la profunda unidad de la tierra viva.

La Biosfera, así contemplada, hace surgir en nosotros, sus contemplativos contempladores, sentimientos de reverencia.

Nosotros, los animales humanos, que formamos parte de esa Biosfera, ahora vamos conociéndola más y mejor y, al hacerlo, nos creemos ser los sujetos conocedores.

¿No será, más bien, que es ella, la Biosfera, la que, a través de nosotros, haya despertado a la autoconciencia y está, ella, empezando a pensar a través de nosotros?

¿No seremos, la especie humana, (una más de las casi infinitas especies de la Biosfera), un simple instrumento del que la Biosfera se vale y se sirve para seguir desarrollándose?

Nosotros, sin ser dueños del cotarro (la Biosfera) deberíamos ser (ahora que ya sabemos cómo se desarrolla) los pastores, los guardianes de la misma.

Deberíamos ser la especie responsable y asumir, de una vez por todas, la responsabilidad de mantenerla, de conservarla, de facilitarle su desarrollo…. y, sin embargo, estamos entrando en ella a saco, con la contaminación ubicua, en el aire, en el agua, en la tierra, en el fuego del efecto invernadero…

Por hacer-hacer las cosas mal, hasta estamos rompiendo el paraguas protector y, por ese dichoso agujero, cada vez más roto, estamos mojándonos con rayos ultravioletas, destructores de vida.

¡Qué ironía¡ Un pastor, que mata las ovejas, un guardián, que es el que roba, un ser vivo, que es no sólo un participante, sino el protagonista principal y que participa, (y de qué manera) en la destrucción de vida.

¿Será verdad que somos el cáncer de la Biosfera?

Pero todo esto ¿Es ya Ciencia o es Religión?

El dios Sol, la diosa Gea.

Y, ahora, deberíamos reflexionar sobre la Diosa Razón.






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