¿Cuándo se es viejo?
Porque uno es jubilado cuando
se/lo jubilan o uno es mayor de edad cuando cumple los 18 años.
¿Pero a qué edad se es viejo?
No existe una edad concreta.
Hay adultos ya viejos y a hay
personas mayores con un espíritu joven, a pesar de los años.
Sin embargo se han asociado
“vejez” con “enfermedad” e “invalidez”. Y no es verdad.
Ni el viejo es un enfermo ni
la vejez es una enfermedad.
Lo único que sí tiene el
viejo son muchos años, pero no necesariamente enfermedades.
Ni tiene por qué ser un
inválido, necesariamente, aunque no pueda correr los 100 metros lisos en
pocos segundos, (algo que tampoco hace la mayoría de los adultos).
Pero lo que sí hacen generalmente,
y mucho, las personas mayores, es andar y pasear.
Es verdad que, de la misma
manera que hay enfermedades propias de la infancia, generalmente infecciosas, y
de la adolescencia (las famosas espinillas) también hay enfermedades típicas de
las personas mayores, porque su cuerpo tiene ya muchos kilómetros recorridos y
las piezas somáticas sufren un desgaste, un deterioro.
Las cataratas, la hipertrofia
de la próstata, la artrosis, la presbicia o vista cansada, el cáncer de mama o
de útero,… pero no son universales, necesariamente presentes.
Además de que si, en otros
tiempos, eran enfermedades mortales hoy pueden ser detectadas, tratadas,
mitigadas, retardadas,… incluso prevenirlas abortando su aparición.
Lo normal es que sea el coche
viejo el que falle, el que se escacharre, el que te deje tirado en la
carretera, aunque también el coche nuevo puede tener un fallo mecánico, en
cualquier momento y con cualquier kilometraje.
Los huesos, los ojos, los
oídos, la próstata, el útero, el cerebro (estoy refiriéndome al Alzheimer),…
sufren deterioro, lo que no imposibilita la vida casi normal con prótesis o con
la investigación científica para dar con la tecla adecuada para, sobre todo el
Alzheimer, poder prevenirla y curarla.
Decía Hipócrates que “los
viejos tienen menos enfermedades que los jóvenes, pero las que tienen ya no los
abandonan nunca”, se convierten en crónicas.
¡Sabio el viejo Hipócrates¡
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