El viejo, normalmente, ya no
necesita enviar mensajes de atracción social o sentimental. ¡Claro que, si lo
necesita o lo considera conveniente, cumple con lo establecido, (y aquí estoy
yo, vestido formalmente, para demostrarlo)¡
Pero si no lo requiere el
sexo ni el status, no es que vaya a ir desnudo (eso jamás) pero sí bastante
pasota con la ropa que ponerse.
La exterioridad no le
preocupa. La convención tampoco, va feliz como va, a su aire.
Para lo que él pretende
(pasear, por ejemplo, o sentarse en una terraza o en el banco del paseo
marítimo) el ir bien vestido no le es de utilidad alguna.
O, como suele decirse, “el
viejo, normalmente, es un buque sin bandera porque ya no es un buque de
combate”
Pero ¿y si se siente
marginado por el desaseo o por el adanismo en el vestuario?
En cuanto fuera consciente de
que la marginación era el efecto, automáticamente o buscaría otro colectivo
donde, por eso, no lo fuera o cambiaría los hábitos.
Una de las necesidades
básicas de la pirámide de Maslow es la aceptación social.
Para que el viejo participe
como miembro de un grupo no puede ir desnudo ni mal vestido.
Debe hacerlo correctamente,
sin afectación (pareciendo un dandy) pero tampoco descuidadamente.
Como él ya no tiene que
demostrar nada, ni en lo sentimental ni en lo social, no siente urgencias en el
vestuario, porque ya no siente afán de conseguir nada nuevo.
¿Para qué necesita él un
vehículo si ya no quiere viajar?
Pero vestir de manera pulcra
es también una manera de enviar el mensaje de que no quiere desentonar, que
quiere ser admitido y participar. Es una manera de respetar a los otros,
cumpliendo las reglas de lo correcto.
¿Me pregunto qué pensaría de
esto D. Antonio Machado, al que, ya en Baeza, lo llamaban D. Antonio Manchado,
por lo descuidado en el vestir?
Aunque también (y no
necesariamente en el viejo), el mal vestir puede equivaler a buscar la
marginación.
No es lo normal. Pero la
sociedad le dará de lado, por lo molesto que resulta, como resulta molesto que
invites a alguien a tu casa y acuda sucio y mal vestido.
En sociedad, ir bien vestidos,
correctamente vestidos, es la primera manera de decirles a los demás que
sientes respeto por ellos.
Si el mal vestir es un
insulto, el bien vestir es un saludo.
El vestido, pues, es también
un lenguaje.
Ya sabemos que una casa vieja
es una casa vieja, pero ésta puede ser restaurada, y entonces gusta, se hace
atractiva, acogedora, o, por el contrario, podemos dejarla que se arruine poco
a poco y se venga abajo cada vez un poco más.
O sea, que bien mirado, no es
que el viejo necesite ir bien vestido de cara a sus necesidades, porque es tan
inteligente que las ha reducido, así no tendrá que satisfacerlas, sino que son
los demás quienes precisan que el viejo vista bien para atender y complacer las
suyas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario