La muerte de la amada, a
cualquier edad, repercute en el trabajo, en las relaciones humanas, en el
carácter, en las ideas,… pero repercute más en el varón que en la mujer.
Suele decirse que “hay muchos
hombres en un hombre”, pero “sólo hay una mujer en cada mujer”.
De ahí que ella aguante más y
mejor la pérdida del amado, sin resentirse tanto el todo que ella es.
¿Por qué a Los Amantes de
Teruel, a Romeo y Julieta, a Abelardo y Eloísa, a Calixto y Melibea,… se les
levantan monumentos?
Sencillamente porque “son
jóvenes” y no es “normal” que unos jóvenes mueran de amor y por amor.
Si tuvieran que levantar
monumentos a todos los viejos-ancianos que han muerto de amor al morir su
compañera…Porque esto sí que es normal.
La vida ha perdido, para él,
el sentido, porque el sentido de su vida era ella y se lo daba ella.
¡Me voy con ella¡
¡Morir de amor¡
(Y me viene a la memoria al
filósofo recién fallecido, Gustavo Bueno, a los pocos días de morir su mujer)
Habitual, normal, en los
viejos.
Inusual, excepcional, en los
jóvenes, sin embargo….
Si se levantaran monumentos a
los viejos amantes, además de que habría muchísimos, causarían, más que
admiración, cachondeo, risitas por lo bajo,…
¿La tumba de dos abuelos, con
sendas estatuas yacentes, además, agarradas de la mano, como los Amantes de
Teruel?
Sería una impostura.
¡Qué sociedad más hipócrita y
más sádica la nuestra¡
Pero, si en el AMOR no, en la POLÍTICA sí.
Porque un viejo siempre es un
voto. Y un voto es igual a otro voto. Por eso en los países democráticos se los
mima más que en los países no democráticos.
“Puedo prometer y prometo…” (Y,
luego, un 025% de subida de la pensión)
¡Qué fácil cuando la promesa
es una palabra que empieza por “p” y no una acción que empiece por “r” de “realizar”
la promesa¡
Pero el político, reflejo de
la sociedad, tiene en su mente un esquema ideal de lo que debe ser la vejez,
por lo tanto el viejo tiene que encajar en ese esquema.
El viejo no puede
desmadrarse, ni desmarcarse.
Un viejo que vaya por libre
siempre es una molestia, una mosca cojonera, que le canta las verdades al
lucero del alba.
Al viejo hay que tenerlo
contento, satisfecho, distraído, ocupado.
Que no piense mucho. Que
cumpla. Por eso las autoridades intentarán que el viejo se adapte.
Copio el pensamiento de un
viejo, (Álvarez Solís): “Para que el viejo se adapte bien al mundo presente hay
que ser, de alguna forma “fascista en lo moral, autoritario en lo político,
piramidal en lo económico, conductista en el comportamiento”.
¡Vaya programa de adaptación¡
Y -añado yo- todo eso pero
“con vaselina”.
-
Porque debéis ser
ejemplo para los niños y faro para los jóvenes.
-
Porque nos
interesáis, mucho, como colectivo social fundamental.
-
Porque tu
pensión, domiciliada en mi banco, te reportará más ventajas.
-
Porque hay un
arte de envejecer y, por tu bien, déjate guiar, haz lo que te decimos que
hagas… ¡paternalismo¡
El pensamiento único
sobrevuela el mundo.
El pensamiento discordante
contamina el paisaje, mancha el óleo social.
Recondúcete. Hay que encajar
en la norma. No seas la nota discordante que estropea la melodía. No nos
estropees las estadísticas. No nos rompas las previsiones.
La singularidad es un pecado
social, es romper la disciplina del colectivo.
Un anciano libre, y por libre,
es un anarquista (o sea un José Luis Sampedro)
El llamado “arte de
envejecer” no es más que querer introducir en la mente del viejo el orden, la
disciplina, la matemática racional.
Quizá para que vivas unos cuantos
años más, pero no para que los vivas mejor.
Hay que cortarle, al viejo,
las alas de la iniciativa personal no siendo que no quiera entrar o quiera
salir de la jaula social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario