(VESTUARIO).
Es verdad que el viejo
muestra una cierta apatía hacia el vestuario.
¿Por qué no ponerse hoy lo
mismo que ayer y mañana lo mismo que hoy?
¿Lo que valió ayer ya no vale
hoy?
El viejo no es que le tenga
manía a la ropa, es que es un despegado respecto a ella.
Todos sabemos que el vestido
es un de las necesidades básicas (con el comer, el beber, el respirar y el
dormir).
Hay que resguardarse del
frío.
Esa fue la primera causa del
vestido. Y la 2ª causa fue tapar o esconder los órganos sexuales para no
excitar al otro dentro de la sociedad en que se vive.
Sólo así se integra uno en
las costumbres de un grupo humano.
Pero es que el vestido es, en
tercer lugar, un lenguaje de comunicación muy activo y directo.
No es cierto cuando una mujer
dice “me visto para mí”.
Una se viste para los otros.
En casa, a solas, a las 12 de
la noche, tú no te pintas ni te vistes como si fueras a salir.
El vestido atrae o repele a
quienes te rodean y, si estás sola, no es necesario.
El vestido suscita emociones
de atracción o de huida en el otro.
Vestirse es definirse.
Uno puede vestirse para
llamar la atención, ser foco de miradas, ser envidiado, sobresalir, no pasar
inadvertido….o, por el contrario, vestirse para pasar inadvertido y que nadie
se fije en ti.
Dos mujeres (sobre todo
mujeres) en el mismo acto social, con el mismo vestido es, más que problema, es
un martirio, un “trágame, tierra”.
De ahí que entre amigas y
conocidas previamente se pregunten cómo van ir vestidas.
Un joven, perteneciente a una
tribu urbana cualquiera, se viste así como para protestar de tener que vivir en
este mundo con todos los demás.
El uniforme es una manera de,
por una parte, no tener que pensar qué ponerse, por otra parte, ser distinto
automáticamente, como uno más del colectivo X.
Hay muchas personas que lo
prefieren, como hay muchas personas que lo odian.
Son personas distintas, aunque
igual de respetables.
Pero es curioso que el
vestido y la palabra suelan ir de la mano.
Dos personas desnudas se
hablan poco.
Las palabras sobran si son
amantes y, si no lo son, la escena misma es estrambótica y no salen las
palabras.
¿Qué decir cuando mirar y ver
te ahogan y te hacen un nudo en la garganta?
El problema del viejo y su
ropa.
No hablo del desaseo, del
desaliño, del sudor, de la halitosis. Todo eso es guarrería.
Me refiero a la elegancia o
no elegancia.
No de ir vestido sino de ir
bien o mal vestido y, sobre todo, de saber vestirse bien.
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