6.- Si tienes que llorar que
sea: o por necesidad (en este caso durante muy poco tiempo) o por alegría.
Las lágrimas más sabrosas son
cuando uno se troncha a reír.
Las lágrimas mejores son las
lágrimas de la emoción.
Hay que huir de los lugares
que produzcan melancolía o malos recuerdos.
Apártese de los que sólo
recuerdan cosas amargas y situaciones tristes.
La vida ha dejado de ser un valle de lágrimas. Eso
era en otros tiempos. La vida es un parque, un jardín, sembrado de optimismo y
donde crece la alegría.
Y tú tienes que ser el
jardinero de tu propio jardín, el vividor de tu vida.
Que la vida no es para que
pase, sino para vivirla.
7.- Rodéate de todo lo que
amas, de los que amas y de los que te aman.
De personas, de animales y de
cosas con las que tengas una relación de amor. Tus seres queridos, por
supuesto. Pero también tu perro o tu gato. Tus libros. Tu música preferida. Los
juegos que más te gustan ver o practicar. Tus recorridos de paseo o de
senderismo. Tus compañeros senderistas. Tus recuerdos. Tu hogar. Sobre todo tu
hogar (espero, supongo y deseo que tu casa sea un hogar. Porque una casa se
compra, sólo hace falta dinero. Un hogar se construye, sus materiales son el
amor).
Tu hogar es tu refugio. En
ningún lugar mejor que en él.
8.- Mantenga su salud si ya es buena. Mejórela si es inestable. Busque
ayuda si está dañada.
El estómago y las piernas son
los carriles de la salud.
Hay que despedirse de la
panceta y darle la bienvenida a la fruta.
Sabemos que tenemos que olvidarnos
de unos hábitos dañinos y que tenemos que practicar otros saludables.
No tenemos que hacer lo que
nos gusta; nos tiene que gustar lo que tenemos que hacer.
Lo sabemos. Debemos hacerlo.
9.- No vaya, ni de paseo, a
ese lugar que le recuerda malas experiencias.
No viaje donde pueda
producirle remordimiento y culpabilidad.
Hay muchos lugares que le
producirán alegría y placer.
Un centro de ocio donde jugar
o ver jugar o mirar escaparates, donde cuchichear. Un paseo donde vea a gente
feliz. Una playa. Una excursión a la sierra o a ese lugar que tantas veces deseaste visitar.
No vaya ni que te lleven
donde asome el sufrimiento o donde more la muerte.
Y 10.- No se corte, ¡por
Dios¡.
Dígale a la gente que ama,
que la ama. Dígaselo a menudo. No se corte. Dígaselo. A su pareja, a su hijo, a
su nieto. La palabra “amor” siempre tiene efectos curativos.
Nosotros, los jubilados, ahora, somos los que más y
mejores motivos tenemos para vivir felizmente.
Tenemos la hipoteca pagada.
Tenemos ya a los hijos fuera de casa. Estamos jubilados y, sin tener que
trabajar, cobramos para vivir. Tenemos todo el tiempo libre. Y además somos
muchos los que nos encontramos en estas circunstancias.
Incluso, a veces, nos molesta
que nos llamen “los de la 3ª edad”, por eso los que quieren aprovecharse de
nosotros han adoptado un anglicismo, somos los “seniors” de la sociedad. Y los
interesados, económicamente, se están fijando en nosotros. Y eso es bueno para
ellos, no tanto para nosotros, pero tampoco nos perjudica mucho.
Como hoy, comparados con
nuestros padres, tenemos: un mayor nivel cultural que ellos, mejor salud que
ellos y mayor poder adquisitivo que ellos.
Los económicamente
interesados se han caído del guindo y, a base de piropos, zalemas y alabanzas,
se han propuesto que sigamos siendo, también ahora, unos grandes consumidores.
Consumidores de productos y
consumidores de servicios.
Productos de cosmética (sobre
todo femeninos), productos de alimentación (lo que no tiene sal, ni azúcar, ni
colesterol,….), ropa de marca, productos de ocio, productos financieros,
cultura, estudios, viajes, gimnasio, competiciones de petanca y &,
tertulias, …
No hay comentarios:
Publicar un comentario