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Los productores están al
loro.
No quieren que se escape del
mercado ningún colectivo capaz de consumir.
Primero fueron los varones y
mujeres adultos. Luego (y todavía) los jóvenes. Después fue el colectivo de
singles, los que viven y quieren vivir solos, a quienes se les ofertan tanto
pisos pequeños, como su financiación, mobiliario, servicios,…y cruceros sólo
para solteros o divorciados, solos.
Y ahora somos los seniors.
Desde desfiles de modas a
viajes del Inserso, desde los gimnasios y actividades acuáticas en piscinas
climatizadas hasta excursiones organizadas por las asociaciones
correspondientes.
Cuenta Miguel Delibes, en “La
hoja roja”, que, antiguamente, cuando los hombres se jubilaban, empezaban a
apagar bombillas de las lámparas, para ahorrar.
¿Para qué tener encendidas
las cuatro bombillas si con una veo bien y, encima, ahorro?
El jubilado comenzaba a
restringir gastos.
Hoy no le hacemos caso a
Delibes.
Y estamos cayendo en la
trampa que nos han puesto los productores y vendedores.
Quieren que nos veamos
reflejados en las cosas.
Tanto vales cuanto tienes.
Así que, frustraciones fuera. Y, algunos, bastantes, con el despido anticipado
se acercan al concesionario de Mercedes.
Como esa ha sido su
frustración vital, no poder tener un Mercedes… Pues, a darse ese capricho.
Pero el Mercedes no sólo hay
que pagarlo, hay que mantenerlo, y pagar seguros, e Impuestos de circulación.
Y no lo vas a dejar en la
calle. Y habrá que salir con él para que la gente lo vea y te vea y te envidie
(o, al menos es lo que él se cree).
Y eso cuesta pasta.
Y eso no es necesario.
Las cosas son trampas. Es la
trampa del “tener”. No se “es mejor” por “tener más”.
Se cuenta de un filósofo
austero que solía pasar todos los días por la calle donde se exhibía y se
vendía todo tipo de mercancías y donde se agolpaba la gente.
Y comenzaba a reírse a
grandes carcajadas.
Y cuando la gente le
preguntaba de qué se reía, respondía: “la de cosas que no necesito. Me río de
lo feliz que me encuentro comprobando qué diferente soy de todos vosotros”.
Solía decir: “Si quieres
hacer feliz a alguien, no le des cosas, quítale necesidades”.
¿No os dais cuenta de que si
uno se crea necesidades luego tiene que satisfacerlas para acallarlas?.
Dice el genial filósofo
español, José Antonio Marina que, puesto que el hombre nace siempre en un grupo
social, muchos piensan que la identidad se define por la pertenencia a ese
grupo.
Pero se trata de una decisión
que siempre encierra una gran arbitrariedad. Porque yo, tú y el vecino del 5º
pertenecemos a muchos colectivos.
Mi raza, mi lengua, mi
género, mi nación, mi clase social, mi religión, mi civilización….
¿Por qué elegir una y no otra
como punto de referencia?
Entonces, yo, puedo
convertirme en un racista, un machista, en un nacionalista excluyente, en un
fanático, en un….
¿Por qué no elegimos, como
punto de referencia, la pertenencia a la especie humana, en la que cabemos
todos, porque todos somos igual de personas, y. sobre ella construir los
derechos humanos, universales?
Nosotros ya pertenecemos a
otro colectivo, el de los jubilados o, mejor, pensionistas.
Pero no sólo somos eso.
También somos esposos (lo digo yo, varón), hijos, padres, hermanos, abuelos,
lectores, escritores, conferenciantes, españoles, hablamos castellano, somos
andaluces, blancos, católicos,….
Todos tenemos muchas
identidades.
Apostarlo todo a una
identidad es una prueba manifiesta de inmadurez y de pobreza voluntaria.
Toda la actividad estará
volcada hacia esa identidad.
Así salen los racistas,
xenófobos, inquisidores, nacionalistas, mutilados afectivos,…
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