miércoles, 28 de febrero de 2018

42.- ENCANTO DE LA JUBILACIÓN (5)



5


Los productores están al loro.
No quieren que se escape del mercado ningún colectivo capaz de consumir.

Primero fueron los varones y mujeres adultos. Luego (y todavía) los jóvenes. Después fue el colectivo de singles, los que viven y quieren vivir solos, a quienes se les ofertan tanto pisos pequeños, como su financiación, mobiliario, servicios,…y cruceros sólo para solteros o divorciados, solos.

Y ahora somos los seniors.
Desde desfiles de modas a viajes del Inserso, desde los gimnasios y actividades acuáticas en piscinas climatizadas hasta excursiones organizadas por las asociaciones correspondientes.

Cuenta Miguel Delibes, en “La hoja roja”, que, antiguamente, cuando los hombres se jubilaban, empezaban a apagar bombillas de las lámparas, para ahorrar.
¿Para qué tener encendidas las cuatro bombillas si con una veo bien y, encima, ahorro?
El jubilado comenzaba a restringir gastos.
Hoy no le hacemos caso a Delibes.
Y estamos cayendo en la trampa que nos han puesto los productores y vendedores.
Quieren que nos veamos reflejados en las cosas.
Tanto vales cuanto tienes. Así que, frustraciones fuera. Y, algunos, bastantes, con el despido anticipado se acercan al concesionario de Mercedes.
Como esa ha sido su frustración vital, no poder tener un Mercedes… Pues, a darse ese capricho.
Pero el Mercedes no sólo hay que pagarlo, hay que mantenerlo, y pagar seguros, e Impuestos de circulación.
Y no lo vas a dejar en la calle. Y habrá que salir con él para que la gente lo vea y te vea y te envidie (o, al menos es lo que él se cree).
Y eso cuesta pasta.
Y eso no es necesario.

Las cosas son trampas. Es la trampa del “tener”. No se “es mejor” por “tener más”.

Se cuenta de un filósofo austero que solía pasar todos los días por la calle donde se exhibía y se vendía todo tipo de mercancías y donde se agolpaba la gente.
Y comenzaba a reírse a grandes carcajadas.
Y cuando la gente le preguntaba de qué se reía, respondía: “la de cosas que no necesito. Me río de lo feliz que me encuentro comprobando qué diferente soy de todos vosotros”.
Solía decir: “Si quieres hacer feliz a alguien, no le des cosas, quítale necesidades”.

¿No os dais cuenta de que si uno se crea necesidades luego tiene que satisfacerlas para acallarlas?.

Dice el genial filósofo español, José Antonio Marina que, puesto que el hombre nace siempre en un grupo social, muchos piensan que la identidad se define por la pertenencia a ese grupo.
Pero se trata de una decisión que siempre encierra una gran arbitrariedad. Porque yo, tú y el vecino del 5º pertenecemos a muchos colectivos.
Mi raza, mi lengua, mi género, mi nación, mi clase social, mi religión, mi civilización….
¿Por qué elegir una y no otra como punto de referencia?
Entonces, yo, puedo convertirme en un racista, un machista, en un nacionalista excluyente, en un fanático, en un….

¿Por qué no elegimos, como punto de referencia, la pertenencia a la especie humana, en la que cabemos todos, porque todos somos igual de personas, y. sobre ella construir los derechos humanos, universales?

Nosotros ya pertenecemos a otro colectivo, el de los jubilados o, mejor, pensionistas.
Pero no sólo somos eso. También somos esposos (lo digo yo, varón), hijos, padres, hermanos, abuelos, lectores, escritores, conferenciantes, españoles, hablamos castellano, somos andaluces, blancos, católicos,….

Todos tenemos muchas identidades.

Apostarlo todo a una identidad es una prueba manifiesta de inmadurez y de pobreza voluntaria.
Toda la actividad estará volcada hacia esa identidad.
Así salen los racistas, xenófobos, inquisidores, nacionalistas, mutilados afectivos,…

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