EPÍLOGO.
La historia de la humanidad
no se explica por la importancia del sexo a pesar de que a lo largo de la
historia todas las culturas lo han practicado y seguirán haciéndolo.
El sexo no ha sido (salvo en
raras y contadas excepciones) el motor de la historia aunque siempre haya
estado presente.
Y si los hombres (varones y
mujeres) son/somos seres sexuados y, por ello, sexuales, la sociedad no lo ha
sido (salvo en pequeñas, puntuales y efímeras comunidades).
En España, además, con una
peculiaridad: que es que España ha sido más papista que el Papa y el sexo
siempre ha sido el gran pecado y la máxima preocupación de la moral cristiana.
Sexo y religión han estado,
siempre, unidos, mezclados.
El clero (curas y monjas),
voluntariamente, juran el voto de “castidad” por el que se comprometen a
renunciar al sexo y, por tanto, al matrimonio.
Y esta castidad será más
valorada que la paternidad y la maternidad.
Nos enseña la Iglesia que Jesús no
estuvo casado, que no tuvo relaciones sexuales, que su madre, María, fue
concebida “sin pecado original”) y, a pesar de haber sido madre, no practicó
sexo pero quedó preñada y dio a luz a Jesús de Nazaret.
De los 10 mandamientos EL
Mandamiento de los pecados mortales siempre ha sido el 6 y, para más INRI es
que se puede pecar hasta de “pensamiento”, no hay que follar con la vecina del
quinto, basta con pensarlo y desearlo.
El Alcalde, el Boticario, el
Cura y Doña Asunción (el Político, el Científico, el Religioso y la Burguesa ) han sido las
cuatro fuerzas fundamentales de la sociedad, pero todos sometidos al Cura
porque él está en línea con Dios, que es el que nos ha creado y como “venimos”
de Él y debemos “llegar” a Él, tras la muerte y en la otra vida, para vivir
eternamente feliz él es la máxima autoridad entre las autoridades.
El sentido religioso del
pueblo español ha frenado enérgicamente
sus instintos sexuales, al tiempo que los ha encabritado.
Ésta ha sido una de las
causas del extendido históricamente anticlericalismo español.
¿Cómo puede explicarse que
quienes, voluntariamente, han renunciado al sexo y no lo conozcan sean,
precisamente ellos, los que orienten sexualmente a los feligreses-ciudadanos?
Ni que decir tiene que
también se bate en retirada no sólo la práctica religiosa, sino la misma
creencia, al saber más y, por ello, creer menos.
La creencia ha sido, durante
casi toda la historia, y sobre todo en España, la respuesta al no saber, a la
ignorancia, en una especie de vasos comunicantes.
Cada vez esta perdiendo ese
halo de prestigio que durante tanto tiempo tuvo el hecho sexual.
Bien pensado, ese halo de
prestigio de lo sexual, que es algo natural, de todos, es lo más lindante con
lo zoológico.
Es lo que más en común y más
cercado tenemos con ellos.
Y si en otro tiempo el “sexo”
venía coloreado por el “amor” (sólo podían, y debían, practicarlo los
“casados”) hoy, en una sociedad cada vez más secularizada, el sexo no sólo se
ha liberado de la reproducción, sino que se la liberado del amor.
Dos personas, en un momento
concreto, pueden practicarlo si a ambos les apetece y, al terminar, cada uno
por donde ha venido y “a otra cosa, mariposa”.
El sexo sólo va ligado al
placer, al orgasmo, sin otra connotación de manera necesaria.
Y, lo que algunos ya llaman
el “tercer sexo”, va imponiéndose. La no necesidad de otra persona para llegar
al orgasmo, sustituidos por artificios eróticos.
El sexo, como hasta ahora se
ha entendido, como “relación entre personas” irá dejando de ser “actualidad” y
“problema” y pasará a ser “historia” y más cuando, con los avances de la
ciencia, cualquier varón, con su semen, podrá ser padre, y cualquier mujer, sin
conocer varón, podrá quedarse embarazada y ser madre.
Y son muchas las mujeres que
acuden a las clínicas de inseminación artificial y son madres, cuyo hijo (y la
misma madre) pueden no saber quién es el padre.
Y son cada vez más los
varones que, con dinero de por medio, pueden “alquilar un vientre de mujer”,
con un simple contrato de prestaciones mutuas.
Y si, en otros tiempos, los
“hijos naturales” (aquellos cuyos padres era desconocidos) era algo vergonzoso,
cada vez más la sociedad ira acostumbrándose a ver niños que llevan los mismos
apellidos que el padre o que la madre.
Todo esto que está ocurriendo
(y más que veremos que ocurre) no puede/no debe pasarse por la lupa de la
moralidad y decir que “es malo” o que “es bueno”, sino, sencillamente, que “es
así”,
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