Esta cruel transformación
social y cultural se produce en todo el mundo y en las poblaciones que
descubren que “podrían dominar y esclavizar a otras personas al igual que
mantienen bajo control a sus rebaños”.
“El más duro golpe asestado
al concepto de la divinidad femenina se inicia con la Reforma Protestante
del siglo XVI que suprime el Santuario de la Santa Madre y
formaliza la profanación del mundo natural.
Aunque el papel dominante en la religión cristiana es el Dios Padre, el culto a la Virgen siempre estuvo vivo y se extendió por todas partes.
Las antiguas costumbres y
tradiciones celtas vinculadas al culto de la diosa han sido absorbidas e
integradas en el culto a la
Virgen.
Se debe prestar mucha atención a la imagen mitológica de
En la humanidad nuestra
naturaleza tiene dos componentes, uno masculino y otro femenino.
Uno relacionado con las
actividades del hemisferio izquierdo del cerebro –la lógica lineal, racional y
analítica- y otro con las actividades dirigidas por el hemisferio derecho,
analógico, circular, intuitivo y conciso.
La vida misma, como se
expresa en este planeta, se expresa en términos de polaridad, representado por
arquetipos masculinos y femeninos: día y noche, luz y sombra, la energía y la
materia, sólido y líquido, positivo y negativo, el ying y el yang.
Existe una relación directa
en todas las sociedades, que incluye la consideración de la tierra como los
valores de la mujer arquetípica, mostrando respeto hacia la naturaleza y hacia
las mujeres, ancianos y niños, incluyendo también los valores de la vida y
la capacidad de reconocer y expresar emociones, sentimientos, sensaciones,
intuiciones, sentimientos de grupo y voluntad de cooperación.
La polaridad femenina en la
sociedad contemporánea es la más olvidada y reprimida, tanto interior como
exteriormente.
En los últimos siglos, desde
la revolución industrial, de hecho, han sido exaltados sobre todos los aspectos
relacionados con la polaridad masculina –características de acción, heroísmo,
determinación y un enfoque en la dimensión racional y material- que han
promovido el desarrollo de la ciencia, la tecnología, el progreso, la economía
y la independencia del hombre con la naturaleza.
Hoy en día, la recuperación
del aspecto femenino de la vida significa dar espacio a los valores de la vida
y el amor, la capacidad de reconocer a la especie humana como parte de un todo
más amplio.
Contrarrestar y reorientar
los valores dictados desde la obsesión por el dominio masculino, el control y
la separación.
La superación del conflicto
entre la oposición masculino-femenino abre las puertas a los más altos
potenciales, la colaboración y la interacción pueden dar como resultado una
síntesis constructiva entre polaridades diferentes.
Es un compromiso y un trabajo
que cada individuo debe asumir en primer lugar reorganizando la estructura
psíquica de su propia persona, para que no se convierta en producto de la
represión o la negación de uno de los dos polos de su ser.
Así se contribuye a la
creación de oportunidades para la expresión y realización de todos sus
diferentes aspectos, sin estar limitado por estereotipos de lo que un hombre o
una mujer debe o no debe ser.
A partir de esta síntesis y
de la integración de los opuestos, del alma de cada individuo nace un nuevo
tipo de compromiso social y político, en el más amplio sentido de la palabra.
Las personas como un “todo”
–capaz de vivir lo racional y lo emocional, lo exterior y lo interior, lo
material y lo espiritual, atento a los detalles, a la calidez y la superación
de los límites – desarrolla la voluntad de abordar los temas de actualidad,
grandes y pequeños, desde esta nueva visión.
Este enfoque más eficaz abre
sus puertas equipado para comprender la complejidad, con una tendencia a
unificar en lugar de dividir, difundir los ideales de paz en lugar de la
guerra, buscar nuevas formas creativas de convivencia con los demás y el medio
ambiente, y dedicarse a estudiar y a buscar todo lo que pueda ser “útil para la
vida”.
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