Platón tratará tanto el tema
de la “fisis” como el rico y variado tema del “hombre”
Pero él llama a eso común que
tienen todos los seres, o los seres de un mismo grupo o especie, “idea” o
arquetipo (idea de pez, de árbol,…) que pertenece a otro tipo de ser distinto
al que nos entra por los sentidos.
Hay que saltar por encima de
los sentidos y asentarse en el entendimiento para contactar con las ideas (es
lo que hace el que se libera de las cadenas de la caverna y sale a la
superficie a enfrentarse con ellas mientras los de dentro siguen viendo sólo
sombras, imágenes,…pero no la realidad, sólo asequible al entendimiento).
Los seres de este mundo
material no son sino imágenes o participaciones de la auténtica realidad: Las
ideas.
Este caballo es sólo un
ejemplar material e imperfecto de la idea “caballo” inmaterial y perfecta de la
que participa y si es caballo es porque participa de la idea de “caballo”, que
puede tomar cuerpo y materializarse en muchos caballos, en algunos o en
ninguno.
Platón consideraba a la Filosofía como la
maestra del buen gobierno de una polis, de ahí su entrega a la causa de la
educación de los futuros políticos.
Incluso él, en persona, quiso
materializar su utopía política en Siracusa aunque, por unas u otras causas, le
salió el tiro por la culata, y tanto como para ser detenido y vendido como
esclavo aunque, menos mal, que un
antiguo alumno lo reconoció, lo compró, le dio la libertad y se negó a recibir
lo que el rescate le había costado.
Ese sería el comienzo de una
gran aventura intelectual, la fundación de la primera Universidad del mundo
Occidental que, por estar erigida junto al monumento al héroe Academos será
bautizada con el nombre de Academia, la Academia platónica.
Los alumnos que allí acudían,
no sólo de Atenas, también de otras ciudades, no sólo aprendían Filosofía,
también Matemáticas, Astronomía, Ciencias Físicas y Naturales.
Con él, y a partir de él, la
Ética, la Política
y la Estética
encontrarán un lugar en la reflexión filosófica, al lado del estudio de la
fisis, de los problemas del cambio y de la permanencia de los Heráclitos y de
los Parménides.
Aunque tendría que
enfrentarse a los “amaestradores” de jóvenes que querían entrar y conseguir
puestos en la política y que podían pagar los altos honorarios que muchos de
ellos recibían (estoy refiriéndome a los “sofistas”) por enseñar/aprender las
técnicas de discusión para ganar a sus adversarios con las palabras.
Se escribe y se habla bien
con la Gramática ,
eso mismo se hace de manera bella con la Retórica y se le gana a los adversarios
aprendiendo y aplicando la
Dialéctica.
El lenguaje no sólo como
medio de comunicación, sino como arma de discusión y persuasión, de
convencimiento.
Lo cierto es que los sofistas
son representativos del clima cultural que se gestó en una Atenas que abandona
la excelencia y se desliza por la mediocridad en la que los espabilados pueden
triunfar “pareciendo” sabios y convenciendo pero sin serlo y triunfando.
Platón quiere una polis
ideal, justa, perfecta y a eso dedica sus fuerzas y su saber, a los sofistas
(generalmente no atenienses sino extranjeros itinerantes), en cambio, sólo
quieren ganar dinero y si sus alumnos triunfan y son elegidos sus enseñanzas
cotizan a la alta.
Es ya el triunfo del Logos,
de la Razón ,
del Saber, una vez superado el “mito”, la Religión (su otro adversario en el campo de la
verdad, cuando ésta provenía del “creer”).
A las leyendas sobrenaturales
que versan sobre el origen y fundamentos de la realidad, con sus dioses y sus
héroes, con sus tabúes, con sus justificaciones del poder y de las leyes, de
las costumbres, con el temor que todo ello engendra si no se acatan y se les
rinde sumisión y se les da culto, les suceden ahora los convencionalismos, la
posibilidad de cambiar leyes y costumbres si el pueblo, la nueva y máxima
autoridad, así lo considera oportuno.
Las leyes sociales y
políticas, humanas, las de la polis, no son las leyes naturales o de la fisis,
fijas, inmutables, regulares,…
Ya no somos creaciones de los
dioses, éstos son creaciones de los humanos y a imagen y semejanza de los
humanos, con sus virtudes y sus vicios.
No es que los filósofos
nieguen la existencia de los dioses y de las tradiciones religiosas,
simplemente no son creyentes en ellos y tratan a los dioses como teólogos, no
como creyentes.
Tanto Platón como Aristóteles
tratan de los dioses, son, también, teólogos además y sobre todo de filósofos,
no como los sofistas o Demócrito y los atomistas que son “ateológicos” porque
en sus sistemas de pensamiento no ha lugar para los dioses.
La parte más noble del
hombre, su alma, su entendimiento, su voluntad,… no está emparentada con la
materia sino con la divinidad, proviene de un mundo superior y su destino es
ese mundo del que proviene, no muere y desaparece al desaparecer la vida, esta
vida.
El hombre morirá pero su
parte más noble no morirá.
La auténtica realidad, la
contemplada con la inteligencia, no es la realidad contemplada con los
sentidos.
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