Aunque, no cabe duda, haya reflexiones epistemológicas,
tanto en Platón (“Doxa” (“conjetura” y Pistis”) y “episteme” (“logos” y “nous”),
como en Aristóteles (“conocimiento sensible” (sentidos externos y sentidos
internos) y “conocimiento racional” (razón e inteligencia, entendimiento
agente/entendimiento paciente, abstracción, conocimiento vulgar/conocimiento
científico, Lógica y silogismo, inducción completa/incompleta, deducción, Física/Teología,…),
como en las Escuelas Postaristotélicas (Epicúreos y Estoicos, Lógica, Lógica
proposicional,…).
En la Edad Media se siguen los esquemas platónicos y
aristotélicos, propios de la “esclava de la Teología”.
Pero como disciplina autónoma habrá que espera a la Edad
Moderna, considerándose su fundador a Locke y su “Ensayo sobre el entendimiento humano”, aparecido en 1.690,
donde se trata de un modo sistemático, las cuestiones del origen, de la esencia
y de la certeza del conocimiento humano.
También el racionalista Leibniz en “Nuevos ensayos sobre el
entendimiento humano”, editada póstumamente, en la que aparece una refutación
del punto de vista epistemológico del empirista Locke.
Y sobre los resultados obtenidos por Leibniz escribirá
Berkeley su “Tratado de los principios del conocimiento humano”, en 1.710, y Hume, en su obra maestra
“Tratado de la Naturaleza humana” 1,739-1.740, y en la obra, más breve,
“Investigación sobre el entendimiento humano”, 1.748.
Pero el verdadero fundador de la Teoría del Conocimiento,
dentro de la filosofía continental, se presenta Kant, con sus obra maestra
epistemológica, “Crítica de la Razón Pura”, de 1.781, en la que trata, ante todo, de dar una fundamentación
crítica del conocimiento científico de la naturaleza.
Él mismo llama al método de que se sirve en ella de “método
trascendental”.
Este método no investiga el origen psicológico sino la
validez lógica del conocimiento.
No pregunta –como el método psicológico- cómo surge el
conocimiento, sino “cómo es posible” el conocimiento, sobre qué bases, sobre
qué supuestos supremos descansa.
En el sucesor inmediato de Kant, en Fichte, la Teoría del
Conocimiento ya aparece, por primera vez, como “teoría de la ciencia”. Pero ya,
en él, se manifiesta esa confusión de la Teoría del Conocimiento y la
Metafísica, que se desborda en Schelling y, sobre todo, en Hegel, llegando
hasta Schopenhauer y E. Hartman.
Contra esta forma metafísica de tratar la Teoría del Conocimiento,
el neokantismo, en los años 70 del XIX, se esforzó por trazar una separación
neta entre los problemas epistemológicos y los problemas metafísicos.
Pero puso tan en primer término los problemas
epistemológicos, que la filosofía corrió peligro de reducirse a Teoría del Conocimiento.
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