Dice Aristóteles (otra vez Aristóteles) que “no se enseña
Ética para SABER qué es la virtud, sino para SER virtuoso”.
Y, en otra parte, define la virtud como “el hábito de obrar
bien”, mientras el vicio es “el hábito de obrar mal”.
Sócrates habría dado tres pasos:
1.- SABER qué es la virtud
2.- OBRAR virtuosamente, PRACTICARLA constantemente, para
conseguir el hábito virtuoso.
3.- SER virtuoso.
SABER para OBRAR y obrar para SER.
Pero virtud no en el sentido religioso, ni siquiera sólo en
el sentido moral y el sentido intelectual, sino en el más amplio sentido de la
palabra.
Virtud como “dominio perfecto (o casi perfecto) de una
actividad.
Se puede ser virtuoso del piano, por dominarlo perfectamente
(como Tito, el hijo de mi amigo Jesús García Castrillo) o ser virtuoso del
balón (como fueron Distéfano o Kubala y lo son, actualmente, Messi y Ronaldo) o
virtuoso del baloncesto (como los hermanos Gasol) o virtuoso de la pluma, o
virtuoso de la palabra, o virtuoso de la cocina, o….
También se puede ser “virtuoso de la política”, cuando se
SABE qué es la política y se la PRACTICA
adecuadamente. Sólo así. se puede SER un político virtuoso, cuando se legisla
leyes justas y cuando se gobierna justamente.
Pero una ley es justa no por ser ley, sino por el adjetivo
que la califica de “justa”. Y, aquí, entra la Ética.
Sólo puede/debe hablarse de “Gobierno de las leyes” cuando
éstas son justas. Sólo entonces puede hablarse de “Gobierno de los hombres”.
Los griegos hablaban de “el hombre-ley”, que era el hombre
virtuoso, justo, bueno, que hace leyes justas. Obedecerlo a él era “practicar
la justicia”.
Este hombre-ley no necesitaba controles políticos ni
jurídicos externos porque estaba dotado de un control ético interno, poseía
conciencia moral recta.
Hoy NO. Hoy, por desgracia, no existe el hombre-ley. En su
lugar está el hombre-institución y, aunque el ideal sería que debería estar
dotado de control ético interno y cuando observamos que ni legisla ni gobierna
justamente, son necesarios controles políticos y jurídicos externos, en primer
lugar para pararle los pies y, en segundo lugar, para que rectifique.
El campo del Derecho debe estar transido por el campo de la
Ética, de lo contrario la posibilidad y el peligro de injusticia es manifiesto.
¿Por qué reina, hoy, entre nosotros la desconfianza, la
desafección de la clase política, sino por la ausencia manifiesta de
comportamiento ético?
¿Por qué decimos y oímos decir que “todos son iguales”. Por
lo que en otro artículo hemos expuesto, porque se acepta, comúnmente, que “lo
que no se ve, no existe”, pero que suponemos que existe aunque no se vea. Nos
preguntamos cuánto más harán que no sabemos. No solemos fiarnos del vestido
como fotografía del cuerpo.
Desconfiamos de todos, no nos fiamos de nadie, solemos
apostar por el menos malo, que es malo y no bueno, aunque sea un poco menos.
Damos por supuesto la ausencia de “candidez” y la presencia
del ocultamiento y la hipocresía.
A diario nos desayunamos con la corrupción personal e institucional.
Con la mala fama de que gozan las instituciones públicas y
casi todos quieren ser “funcionarios públicos”.
¿Sólo por la estabilidad laboral al ser “funcionarios del
estado” y no “funcionarios del gobierno”? (si exceptuamos a los 25.000 “funcionariados”
por la Junta de Andalucía, a golpe de decreto, cercenando la igualdad de
derechos de los andaluces para acceder a esos puestos de funcionarios de la
Junta, de trabajadores de empresas creadas, interesadamente, por ella misma,
sin haber pasado por controles externos reglamentarios)...
¿Es que los gobernantes no gobiernan o gobiernan mal y los
funcionarios no funcionan o funcionan mal para ser dianas de todos los dardos?
¿No están transidos y ubicados en un marco ético y hacer lo
que se debe hacer sin necesidad de controles externos? ¿Está ausente el
autocontrol ético, la conciencia moral?
La Ética Pública es la Ética Aplicada que debe estar
presente en los servidores públicos.
No habría corrupción personal ni institucional si se
trabajara con escrupulosidad.
Es NECESARIA LA ÉTICA, tanto en el político como en el
funcionario.
Para ello sería de desear un FORMACIÓN EN VALORES para poder
presumir dignamente y tener el honor de ser un “hombre público” (gobernante o
funcionarios).
¿Hay alguna prueba de ÉTICA para ello?
Porque todo “hombre público” debe:
1.- Tener capacidad para el cargo.
2.- Ser leal al Estado para que funciones y para el que
trabaja.
3.- Ser virtuoso, estar pertrechado de principios éticos
contra la injusticia, contra la opresión, contra la intolerancia, contra el
autoritarismo, contra la CORRUPCIÓN.
¿Ocurre todo esto?
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