Inmanuel Kant: ¿Qué es la ilustración? (1784), Roberto Aramayo (tr.) Madrid: Alianza, 2009,
pp.81-93.
(Es el mejor
comentario, de los muchos que he leído, sobre “¿Qué es la Ilustración?”, así
que…..COPIO Y PEGO)
1. Definición de
Ilustración y minoría de edad.
Ilustración significa el abandono por parte del hombre
de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la
incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha
minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en
la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de
algún otro. Sapere aude! ¡Ten
valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la
Ilustración.
Kant ofrece en este párrafo la definición más conocida
de Ilustración: ¡piensa por ti mismo! o lo que es lo mismo, no dejes que
otros piensen por ti. Del mismo modo que la ciencia había conseguido progresar
al desvincularse del dogmatismo religioso y la filosofía griega (Aristóteles),
así también la Ilustración como movimiento cultural aspira a extender esa idea
a todas las artes y ámbitos del saber. Mientras el pensamiento y los individuos
continúen sometidos a dogmas religiosos o políticos y no sigan su propio camino
permanecerán en minoría de edad, una condición de la que son culpables y
están obligados a remediar. Un ejemplo especialmente significativo de este
“pensar por ti mismo” fue la labor que llevó a cabo la Enciclopedia de Diderot,
D’Alambert, Voltaire, Rousseau.. Su objetivo final era la emancipación
política y el progreso moral del género humano a través de la difusión
del saber
2. Causas de la minoría
de edad: pereza y cobardía
Pereza y
cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con
gusto, menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza los haya
liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndoles físicamente
adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros el erigirse en tutores
suyos. Es tan cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi
entendimiento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia
moral, a un médico que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que
tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros
asumirán por mí tan engorrosa tarea.
Kant atribuye la causa de la minoría de edad a
la “pereza” y la “cobardía” de los individuos. Por un lado el dogmatismo
acrítico resulta cómodo, pues nos permite no cuestionar nada
del mundo que nos rodea. Podemos, por ejemplo, vivir eternamente hipnotizados
por el televisor. Por otro lado, renunciar a los prejuicios y
las consignas heredadas es una tarea que requiere cierto valor.
Es natural que el vacío de la libertad inspire un cierto temor. Por pereza
preferimos que un libro piense por nosotros antes que pensar por
nosotros mismos. Esta idea tiene mucha vigencia hoy día pues vemos cómo la
mayoría no es crítica con la información que recibe, ya sea a través de
los libros, de la televisión o Internet. Por cobardía pagamos al sacerdote
para que nos garantice el cielo y así no tener que preocuparnos de una muerte
cierta. y al médico para que nos garantice la salud cuando lo único
realmente eficaz es mantenerse “moderado en el goce y paciente en la
enfermedad”.
Este párrafo guarda cierto parecido con la opinión que
Platón expone en La República donde afirma que una sociedad en la
que abunden médicos y abogados es una sociedad en segura decadencia. La
incapacidad de los mortales para acceder al saber está también presente en la
diatriba de Parménides contra los “mortales bicéfalos”.
Un ejemplo más reciente del estudio de la cobardía del
hombre común ante la libertad y el librepensamiento es El miedo a la
libertad de Erich Fromm.
3. Intereses políticos
en mantener a los hombres en minoría de edad. Sexismo.
El que la
mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso
hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es
algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amablemente han echado sobre sí
esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño e impedir
cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso fuera de
las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que les
acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Mas ese peligro no
es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien
después de dar unos cuantos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo
basta para intimidar y suele servir como escarmiento para volver a intentarlo
de nuevo.
Los tutores que permanecen interesados en
mantener a la humanidad en su minoría de edad en realidad tienen una clara motivación
política. Kant se refiere irónicamente a médicos, abogados y sacerdotes
como instrumentos del gobierno para manejar a sus administrados. Los
peligros inevitables de comenzar a pensar por uno mismo son calificados por
dichos tutores como obstáculos insalvables mientras que Kant
ve en ellos tropiezos necesarios en el camino a la libertad.
En realidad hacían bien esos tutores, esos administradores
del Estado, en luchar contra la expansión de la consigna “piensa por ti
mismo” pues en poco tiempo esta sería el germen de revoluciones y desórdenes
sociales que cambiarían el mapa de Europa.
El papel de esos tutores es análogo al que desempeñan
los sofistas en el mito de la caverna de Platón.
Nótese también el toque sexista que atribuye a
algunos hombres la posibilidad de abandonar la minoría de edad pero excluye de
esta proeza a la mayoría de los hombres y a todo el “bello sexo”.
4. Dificultades del
individuo solitario para liberarse de los grilletes que lo encadenan a la
minoría de edad.
Así pues,
resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad que
casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y
eso le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento,
dado que nunca se le ha dejado hacer ese intento. Reglamentos y fórmulas,
instrumentos mecánicos de un uso racional –o más bien abuso- de sus dotes
naturales, constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien
lograra quitárselos acabaría dando un salto inseguro para salvar la más pequeña
zanja, al no estar habituado a semejante libertad de movimientos. De ahí que
sean muy pocos quienes han conseguido, gracias al cultivo de su propio ingenio,
desenredar las ataduras que les ligaban a esta minoría de edad y caminar con
paso seguro.
En este párrafo Kant compara a los individuos en
minoría de edad con los personajes encadenados del mito de la
caverna, tan acostumbrados a la oscuridad y las sombras, que de ningún
modo desean abrirse paso hasta la luz. Al individuo solitario le
resulta extraordinariamente difícil “pensar por sí mismo”, abrirse paso hacia
la verdad y la libertad, pues durante toda su vida ha tenido el entendimiento
constreñido por dogmas políticos y religiosos. Son muy pocos los que han
conseguido abandonar la minoría de edad y guiarse sólo por su propio ingenio.
Observa que la metáfora de los grilletes nos
remiten de nuevo al mito de la caverna de Platón. La dificultad para
adentrarse en los caminos del saber también estaba presente, por ejemplo, en Heráclito,
cuando decía que no están los hombres más cerca del logos antes que después de
haberle escuchado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario