sábado, 26 de diciembre de 2020

ASÍ ES LA VIDA ( 25 ) EUROPA ( y 4 )

 Lo ideal es que los países estén políticamente vivos y si hay que protestar, justamente, por algo, que se proteste, incluso yendo a una huelga.

 

A mí, personalmente, la monarquía no me estorba mientras se comporte como debe comportarse, pero tampoco me hace falta porque, como muchas veces he afirmado, creo que el modo más normal, más racional, de gobernarse un país es con la República, en la que periódicamente tiene que ser sometida a votación y no de manera hereditaria como lo son las monarquías, aunque funcionen bien (y en Europa son varias las Monarquías parlamentarias que así lo hacen y sus ciudadanos la aceptan).

 

Me parece que las monarquías, salvo que queden como entidades simbólico-folclóricas, pero sin poder efectivo, no tienen ya razón de ser.

Somos herederos de unos principios que empezaban diciendo que todos los hombres nacemos libres e iguales, lo cual es lo contrario de que unos nazcan reyes y otros vasallos.

 

La pregunta que muchos se hacen es qué pasa si el rey es bueno, pero el problema no es que el rey sea bueno o malo, el problema radica en que si fuera malo seguiría siendo rey igualmente.

El que sea bueno tranquiliza si ha sido votado, porque podremos también cambiarlo si sale malo, pero lo malo es que el rey siempre es rey.

 

En España ocurre que, por un lado está el rey, que nadie lo ha votado, que ha caído del cielo o lo ha traído Franco, y que es bueno, y por el otro lado están los políticos, que los hemos elegido nosotros y son, todos, unos sinvergüenzas.

 

Pero, la verdad es que, el rey (la institución monárquica) no es totalmente bueno ni los políticos son todos malos malísimos.

Pero al primero no lo podemos quitar y a los segundos sí, porque como los votamos, podemos des-votarlos (palabro no recogido por la R.A.E.)

 

Si el rey contribuyó (muerto el dictador) a que llegara la democracia, no podría haberlo conseguido si otras personas no hubieran apoyado la transición.

 

Si llegó la democracia fue, seguramente, por unas circunstancias, en buena medida azarosas y que salieron bien, y no por una habilidad divina de nadie, sino por una suma de casualidades muy afortunadas.

 

No podemos olvidar que las izquierdas tuvieron que renunciar a su eterno objetivo: una República.

Y, dentro de esa izquierda no podemos olvidar el más izquierdoso de la izquierda, el Partido Comunista y Santiago Carrillo.

 

Se nos metió la monarquía en un kit completo que, o lo apoyábamos o volvíamos a las andadas.

Y se impuso el sentido común.

Elegir lo menos malo, no lo ideal.

 

Después, y hasta hoy mismo, sigue flotando la pregunta que debería ser hecha pero que no es el mejor tiempo para hacerla: “O Monarquía o República”, en un referéndum y a quien Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga.

 

Pero mirando a largo plazo las monarquías desaparecerán y se instalarán las repúblicas, es lo lógico y natural, y los monarcas quedarán en los libros de historia y convertidos en una especie de Reyes Magos o Papá Noel y, normalmente, sin regalos.

 

A mí me gusta que existan los Reyes Magos porque a nadie hacen mal y a los chiquillos les entusiasma, pero sólo una vez al año.

 

Que de ilusión también se vive (aunque la ilusión de los padres es otra, pero también la cara de satisfacción de sus crédulos hijos, a los que les da igual cómo los camellos pueden subir al piso noveno a beber agua y comer galletas o cómo Papá Noel viene en un carro tirado por renos, desde el Polo Norte, puede bajar por la chimenea, que ya apenas hay, y que estaría llena de hollín con un saco enorme lleno de regalos.

 

Si antes estaba el Gran Hermano y el resto, todos nosotros éramos como conejitos dominados, una vez desaparecido, como todos somos libres (al estar liberados) todos tenemos derecho a ejercer nuestra libertad, por lo que puede haber (hay) choques entre esas personas ahora libres.

 

Si antes no había conflictos fáciles entre personas, hoy estamos tan conectados que los tenemos en nuestro ordenador, a golpe tecla, para felicitarlos, para insultarlos, para preguntarle,…estamos tan conectados que las libertades de cada uno puede chocar (y choca) con la de otros muchos.

 

Si es enorme el peso de la libertad, ¿qué decir del peso de las libertades ajenas que las tenemos en nuestra propia casa, en nuestra red de medios de  comunicación social, en el Hotmail o el Gmail, en la video llamada,…?

 

Cada vez es mayor la capacidad de intervenir en los otros y ser intervenido por ellos, además de estar aporreteados (¿) por la publicidad disfrazada de información.

 

Estamos expuestos y es cada uno el que debe tomar el control de las riendas de la situación.

Podemos bloquearlo, por ejemplo, o considerarlo como spam para que deje de molestar, o ponerlo como “favoritos” si creemos y queremos que…

 

Basta que un conocido, si es famoso mejor, marque un camino para que muchos lo sigan (aunque sea un bulo, una fake news que nos cuelan)

 

Esas noticias falsas, conocidas también con el anglicismo “fake news”, son un tipo de bulo que consiste en un contenido pseudoperiodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo es la desinformación y, como consecuencia, la manipulación y el engaño.

 

Y como tenemos una tendencia a la mímesis….

 

Para que la vida merezca la pena vivirla hay que pensar y hacer lo que Sócrates nos dijo hace 2.500 años: “una vida sin examen no merece la pena de ser vivida”.

 

Debemos, también, hacerle caso a Kant: “sapere aude”, atrévete a pensar por ti mismo, sin tener que consultar con, sin necesidad de tutores (siempre interesados en algo).

 

Esa, y no otra, es la mayoría de edad que proclamaba Kant en: “¿Qué es la ilustración”?

 

Debemos, pues, ser ilustrados.

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