LA CULTURA
¿Quién no ha oído o leído
aquello del poeta cubano, José Martí: hay tres cosas que cada persona debería
hacer durante su vida: “Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”?
Pero (creo yo que) eso no es
difícil: basta con echar al suelo y enterrar el hueso de una fruta, un buen o
mal polvo (¡perdón¡) y dejar escrito sobre una hoja en blanco cualquier
tontería o lugar común.
Lo difícil es regar y cuidar
el árbol, criar y educar a un hijo y tener personas, ignorantes, que te compren
ese libro (por llamarlo de alguna manera).
Siempre he afirmado, y
creído, que la magia es un truco que, mientras no se conozca, funciona en la
mente de las personas poco exigentes y que no creo en la parapsicología,
aunque, a veces funcione, porque no todo lo que funcione tiene que ser verdad
(también funciona, y muy bien, la mentira).
La parapsicología, en
general, introduce un principio de excepción de las leyes naturales.
Y yo creo (y afirmo) que el
principio de racionalidad consiste en que las mismas leyes y los mismos
principios actúan siempre, y de la misma forma, en el universo y en todas las
partes.
Se cuenta (o se contaba) que
San Francisco de Borja hacía milagros.
“Estando el santo valenciano
de estudiante en Barcelona y habiendo realizado multitud de milagros, fue
llamado al orden por el prior del convento, quien lo conminó a dejar de hacer
tantos milagros para evitar tumultos y excesos.
El futuro santo acató la
orden y continuó con su prédica barcelonesa, pero renunciando a la promoción
taumatúrgica.
En éstas se hallaba,
caminando por la ciudad, cuando un albañil cayó de un andamio y se precipitó al
vacío.
El desafortunado trabajador gritó,
mientras caía, un desesperado grito de socorro que impulsó a Vicente a actuar.
Elevó su brazo determinante y
frenó la caída de aquel hombre: “Espera” -le dijo, “que voy a pedir permiso”, y
abandonó al infeliz suspendido en el aire, a medio camino del trompazo final.
Vicente se fue al convento y rogó el permiso para finalizar el milagro que
tenía a medias, permiso que le fue concedido.
El santo regresó, y con un
ligero movimiento consiguió descender al accidentado y colocarlo suavemente en
la calzada, como si el tropiezo no hubiera existido”
Esto es un milagro: el cese
de una ley natural, “la ley de la gravitación”.
¿Lo creéis?
Yo, soy escéptico y no creo
en milagros del estilo de cese de una ley natural.
¿No construirían las pirámides
de Egipto los marcianos? Yo no lo creo, no es que no pueda demostrarlo (que una
proposición negativa no puede probarse y la carga nunca cae sobre el que lo
niega (yo) sino el que lo afirma.
Yo creo que, por lógica,
hayan sido los egipcios los constructores de las mismas y admito las posibles
hipótesis sobre cómo pudieron transportar los esclavos esas enormes moles de
piedra para hacer las pirámides.
¿Cómo podían conocer los
egipcios, hace miles de años, ciertos conceptos matemáticos según los cuales
están construidas las pirámides?.
Sencillamente, no lo sabemos,
pero no podemos inferir, de ello, que han sido los marcianos.
El intelecto humano ha hecho
cosas que nos cuesta mucho entender.
Por ejemplo, en Cambridge hay
un aparatito de madera que hizo Newton y que lo construyó con unas piezas sin
ningún tipo de tuercas, sencillamente con unas piezas ensambladas que, por un
principio de presión, se mantenían juntas perfectamente y sin necesidad de nada
más.
En la segunda guerra mundial
un bombardeo la tiró y ya no ha habido modo de volver a reconstruirla y han
tenido que huir las piezas con tornillos.
A veces, allí donde nuestro
cerebro no llega, hoy, a explicar fenómenos quizá nuevos descubrimientos sobre
el funcionamiento del cerebro lleguen a explicarlo.
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