jueves, 17 de diciembre de 2020

ASÍ ES LA VIDA ( 18 ) LA MUERTE ( 1 )

 

LA MUERTE.

 

Pocos son los conocimientos verdaderos y ciertos.

Parece que el “hoy” siempre va a ser superado por el “mañana” y, al menos, más matizado.

Las evidencias son pocas, las de las Ciencias Formales que, como su nombre indica, tratan de formas y no de materia, porque las Ciencias Naturales y Sociales están constantemente en proceso de superación.

 

Lo cierto es que si las ciencias no hubieran sido, siempre inciertas, no habría habido avances.

Si Newton se hubiera creído todo lo que decía Ptolomeo nunca habría avanzado la ciencia.

Sólo los ingenuos creen que las verdades científicas son verdaderas, ciertas y para siempre, porque los científicos siempre han sabido que el mundo estaba lleno de dudas y de dificultades.

 

La ciencia, en su caminar en el tiempo, siempre descubre cosas nuevas que superan y sustituyen a las anteriores pero que son conscientes de que mañana mismo sus verdades serán cuestionadas y superadas.

 

En la entraña de la ciencia está el “no parar” y siempre ha estado cuestionándose a sí misma, a diferencia del mundo religioso y otros mundos dogmáticos.

 

La ciencia nunca puede ser dogmática, como tampoco los científicos ni los filósofos.

 

Una “filosofía dogmática” es una “contraditio in terminis”.

 

Lo que nunca se ha puesto en cuestión, en la ciencia, es el método científico, el camino por donde caminar, que es una mezcla de Razón y Experiencia.

 

(En otro lugar de este blog está colgado el “método científico de Newton” que es la entrada más visitada por los que entran en él)

 

Mientras el mundo religioso lo ha sabido todo desde el principio (la “palabra revelada” por su Dios correspondiente) el mundo científico está constantemente en contradicción entre los mismos científicos, entablándose una lucha entre sus teorías hasta que la balanza de la mayoría se inclina por una de ellas que, desde ese mismo momento, empieza a estar cuestionada y buscando otras teorías que la superen.

 

La ciencia duda, pero no duda de sus métodos de investigación, su duda es social por lo que las verdades descubiertas son cuestionadas.

Hoy sabemos mucho más que ayer pero, seguro-seguro, que menos que mañana, en que aparecerán nuevos descubrimientos científicos (no hay más que mirar los avances en Biología, en Genética, en Farmacia, en reproducción, en instrumental científico,…)

 

No es de extrañar que el día que se inventó el ferrocarril se cuestionara sus beneficios o si era perjudicial.

 

Hoy tenemos cuestionada la Energía Nuclear (otro gran descubrimiento científico) sabiendo que puede ser perjudicial un escape o una explosión (recordemos Chernobil) pero que también está causando muchas aplicaciones positivas.

 

Pero debemos ser conscientes que la ciencia la hacen los seres humanos y éstos son limitados.

 

¿Hasta poder superar la muerte y hacernos inmortales?

 

Para que un coche dure muchos-muchos años habrá que irle cambiando piezas un año sí y otro también hasta que, al final, ese coche ya no sea el primer coche sino otro pero sin haberlo destruido previamente.

 

¿Que nosotros podemos alargar mucho-mucho más el tiempo de vida? SÍ, pero ¿Que ésta sea eterna?...

 

¿Seguiremos muriendo sólo por accidente o por voluntad propia?

 

Yo no creo que ese deseo, tan humano, pueda ser cumplido porque la muerte forma parte de nuestro código genético, o sea, que no es algo que nos ocurra por accidente sino que viene ya inscrito.

 

La muerte tiene relación con el hombre por el hecho de ser éste un ser sexuado y, por lo tanto, programado para reproducirse y ser sustituido por otros individuos de su especie.

 

Para nosotros, la muerte es una desgracia, una catástrofe, pero para la especie humana es un requisito.

 

Lo que la especie humana quiere (¿), su objetivo es no desaparecer sino seguir existiendo, pero para ella nosotros le somos indiferentes.

Que sean otros y no nosotros, a la especie le da exactamente igual.

 

Existe la muerte porque existe el sexo a través del cual unos nuevos eslabones de la especie van apareciendo al tiempo que otros van desapareciendo, pero la cadena-especie sigue adelante en y con la vida.

 

El problema de la mortalidad no es si te mueres antes o después sino si te mueres.

 

“Mors certa, solum incertum tempus est”. La muerte es cierta, segura, lo que es incierto es el tiempo en que ella llegará, el cuándo moriremos.

 

Cuando la gente vivía, de media, cuarenta años, se preguntaba si llegaría a los setenta, hoy, que vivimos una media de ochenta nos preguntamos si llegaremos (como es nuestro deseo) a los ciento veinte, pero es que si la media fuera doscientos cincuenta seguiríamos preguntándonos si llegaríamos a lo mil, y así sucesivamente.

 

Hoy los científicos, con los datos de que disponen, encuentran razones biológicas para que no se pueda vivir más de 130 años.

 

¿Podría llegar la ciencia a crear un nuevo tipo de especie humana a fuerza de manipulación genética?

¿O esa pregunta es como si la ciencia se preguntara si podrá vencer la ley de la gravedad?

 

La ciencia lo que piensa es que las leyes que operan en un momento se aplican siempre.

La ciencia lo que no puede es pensar que las propias leyes que le sirven para avanzar van a servir para invertirse y cambiar el sentido del conocimiento.

 

Uno puede imaginarse una forma de volar a pesar de que exista la ley de la gravedad y gracias, precisamente, a que existe.

 

A pesar de que en el lenguaje habitual se dice que el avión desafía la ley de la gravedad, lo cierto es que no sólo no la desafía, sino que la confirma.

Gracias a la ley de la gravedad el avión puede volar.

 

Es lo que cierto día me decía un ingeniero aeronáutico: “Vosotros creéis que el avión va volando por el cielo cuando en realidad va colgado de él”

¿Recordáis lo de la paloma de Kant?

 

Decía Kant que la paloma, cuando siente la resistencia del aire al volar ligera y libre, puede tener la tentación de imaginarse que volaría mucho mejor aún en un espacio vacío, sin darse cuenta de que lo que parece resistencia y oposición, es precisamente el punto de apoyo que le hace posible mantener el vuelo.

 

Igualmente, cuando sabemos que podemos alargar la vida humana con un cierto tipo de alimentación, o con ejercicio físico, o con ciertos productos medicinales, no estamos pensando que eso desafía la mortalidad humana, sino que la confirma.

 

Precisamente porque conocemos que oxida y daña nuestras células sabemos cómo podemos retrasar ese proceso y sabemos que se puede retrasar sólo hasta ciertos límites, como la goma que estiramos y estiramos pero sabemos que si seguimos estirándola llegará un momento en que ya no pueda seguir estirándose más y se romperá.

 

Lo que no se puede pensar es que algo que cure esas células logre hacer que esas células no se destruyan nunca.

 

Lo que parecía una fantasía humana, la creación de un ser humano en probeta, ya es realidad.

Aunque, si por fantasía es, mayor fantasía era la de la mitología en la que hay muchos casos de partenogénesis.

 

“Modo de reproducción de algunos animales y plantas, que consiste en la formación de un nuevo ser por división reiterada de células sexuales femeninas que no se han unido previamente con gametos masculinos.

 

¿Más fantasía?

 

“Al aparecer en todo su esplendor de dios, los rayos que despedía abrasaron a Sémele. Hermes arrancó del vientre de Sémele al hijo nonato y lo cosió al muslo de Zeus. Varios meses después nació el niño, llamado Dioniso (“dos veces nacido”)”

 

¿Podemos llegar a manipular la especie humana y cambiarla?

Una buena pregunta.

 

Lo que ocurre es que a los filósofos lo que más nos interesa y nos importa es el individuo, que es/debe ser un fin en sí mismo.

Y si podemos mejorarlo y que ningún individuo nazca, por ejemplo, con espina bífida, mejor que mejor.

 

Pero si es para que el nuevo ser no sea libre de elegir, de poder buscar la verdad, de poder caer en el vicio, de ser una persona humana normal y corriente con opciones morales,…no.

 

Sabemos que el cerebro humano es como el iceberg, que sólo muestra un 10% de su masa por encima del agua mientras el otro 90% permanece por debajo, pero ¿Y si pudiera el cerebro actuar con el 100% de sus capacidades? ¿Sería ético o inmoral llevarlo a cabo? ¿Sería positivo o negativo?

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