Sabemos que los genios no son
totales, genios en todas las facetas humanas, y que hay genios matemáticos que
socialmente son inadaptados, genios que son incapaces de una vida afectiva
sentimental,…
Si admitimos, sin duda, que
el hombre ha llegado por evolución de la especie ¿podríamos acelerar,
culturalmente, científicamente, dicha evolución, diera un paso más y poder
convertirse en algo distinto y superior?
¿O debemos aceptar que el
hombre fue creado por Dios así y el hombre ya no puede dar un paso más?
No aceptar esa posibilidad de
un escalón más y más alto significaría aceptar la premisa religiosa de una
creación de la nada.
Las especies no evolucionan
dentro de la misma especie, sólo las variaciones medioambientales hacen que
determinadas formas de esa especie resulten mejor y las otras desaparezcan.
El hombre han encontrado los
medios para compensar sus deficiencias y, lo mismo que los animales no tienen
otra forma de cultura que la que desaparezcan los menos aptos en un determinado
contexto biológico y los otros prosperen.
El hombre encuentra la posibilidad
de crear contextos en los cuales funcione la mayor parte de los seres humanos.
La cultura va creando un
caldo de cultivo logrando que el medio se adapte a nosotros y que nosotros no
nos adaptemos al medio.
Mientras que el animal tiene
que adaptarse siempre al medio el hombre adapta siempre le medio a sí mismo
(como la calefacción y el aire acondicionado).
Nosotros somos una especie
que ha prosperado mientras que otras han desaparecido, no es que hayamos sido
otra cosa.
Aunque uno puede imaginarse
la destrucción del mundo cultural por una conflagración nuclear o por el choque
de un aerolito y puedan quedar sólo unas cuantas especies humanas y éstas
tuvieran que reproducir ese proceso cultural nuevo y de nuevo.
Y eso, por poder, podría
ocurrir pero sin llegar a ser tan negativo como quien decía: “yo no creo que el
hombre descienda del mono, pero me parece que avanza hacia él de manera
agigantada”.
Como y porque los hombres
somos sociales, no sólo en el sentido colectivo, también en el sentido
comunicativo, nos duele tanto la soledad sin tener que llegar al pesimista
Schopenhauer: “el dilema humano es que hay que elegir entre la soledad y la
ordinariez”
Mirar al otro, dialogar con
él, reconocimiento mutuo,…es lo humano.
No caemos en la cuenta que si
deseamos ser bellos, ser ricos, ser…., ser…. es porque existen los otros y nos
relacionamos con ellos, porque si viviéramos totalmente solos, en una isla,… ¿para
qué aspiraríamos a todo eso o cosas por el estilo?
El dinero es lo único que no
nos llevaríamos a una isla desierta.
En el fondo nada hay tan
social como el dinero.
Es verdad que somos egoístas,
pero es porque, antes, somos gregarios.
¿La soledad es negativa?
J.L. Aranguren, en su Ética
distingue varios tipos de soledad: la soledad soportada, la soledad
sobrevenida, la soledad buscada,…
La soledad, cuando no es
abandono, cuando no es un cierto recogimiento, sí es negativa.
Pero uno puede encerrarse en
su casa rodeado de libros, de música, de películas selectas,…pensando cosas en
diálogo con otros y no está solo, aunque así lo parezca, pero está muy bien
acompañado.
El libro es una especie de
conjuro mágico, sin necesidad de magia, por el cual convocamos a nuestro lado a
Platón, a Kant, a Nietzsche,…es un placer del que se disfruta, poder dialogar
virtualmente con ellos a través de sus escritos y darles la razón u oponerse a
ellos,…
La soledad absoluta no
existe, ni puede existir, porque vivimos con nuestros recuerdos con los que
podemos alegrarnos o entristecernos.
Robinson solo, en la isla, se
las ingenia e inventa todos los mecanismos de la compañía para estar, de algún
modo, acompañado.
Además, se puede estar solo
de alguien concreto pero no de otros muchos con los que estar en compañía.
También se puede estar solo
rodeado de mucha gente, en un gran concierto o en una discoteca.
Yo tengo dos hijas: una me
pidió un equipo de música para poder estudiar en su cuarto, la otra, en cambio,
tenía que estar sin ruido alguno alrededor para estudiar (hasta el zumbido de
una mosca le molestaba).
Yo, que no soy experto en
música, y al que no le gusta el flamenco, sí me gusta escuchar, de fondo,
música clásica mientras leo, paseo o resuelvo un sudoku, pero no soporto la
música elevada de los grupos musicales modernos y, por supuesto, no es que no
me guste, es que odio el reggaeton.
Decía (otra vez) Schopenhauer
que “la capacidad mental de una persona es inversamente proporcional a la
capacidad de ruido que soporta”, es decir, que cuanto más bruto es alguien más
ruido tolera y cuanto más inteligente menos lo soporta.
La necesidad de ruido es
(creo yo) una deficiencia.
Si la amistad ha sido siempre
bien vista y exaltada no es (al menos sólo) por el deseo sexual sino porque son
dos yoes que se reconocen distintos pero que se lo pasan bien hablando,
simplemente, hablando.
Lo que llamamos “amistad” son
transacciones mutuas de afecto.
Aunque existen, y muchas,
amistades accidentales y pasajeras, como las que se hacen en una excursión, en
un viaje.
Otras suelen ser más
duraderas, como las que se hacen en el colegio o en la universidad, en la mili,
en el trabajo.
Pero una soledad buscada, y conseguida,
es altamente gratificante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario